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sábado, 4 de agosto de 2018

Los “-ismos” de la dictadura por @cgomezavila



Por Carolina Gómez-Ávila


Pareciera que “-ismo” es el sufijo más importante en la historia política de los pueblos. Se pega como una lapa, hasta el agobio, de casi cualquier adjetivo, sustantivo y, con especial fruición, de los nombres de algunas personas para convertirlos -con mérito o no- en doctrina, sistema, escuela o movimiento.

Me preocupa que cada “-ismo” sea considerado una ideología y exija ser tratado con el respeto y rigor que estas ameritan. Me preocupa que los “-ismos” formen parte del idioma que quizás tendríamos que estudiar para intentar descifrar el pergamino de la tragedia nacional mientras soplan estos horribles vientos huracanados.

En estas preocupaciones me encontré el discurso de un académico sudamericano contando que Napoleón Bonaparte, atacado por algunos ideólogos, comenzó a usar ese término para referirse despectivamente a quienes debió llamar doctrinarios, “o sea, a personas privadas de sentido político y, en general, sin contacto con la realidad”.

Añade Jorge Reinaldo Vanossi: “[…] a partir de Napoleón, se inicia la historia del significado moderno del término que se aplica, no a una especie cualquiera de análisis filosófico, sino a una doctrina más o menos privada de validez objetiva, pero mantenida por los intereses evidentes o escondidos de los que la utilizan”.

Más adelante, para reafirmarse, echa mano del “Diccionario de filosofía abreviado” de José Ferrater Mora: “Las ideologías se forman –interpretando lo que dice Marx– como enmascaramientos de la realidad fundamental económica; la clase social dominante oculta sus verdaderos propósitos”

Advertidos pues, quedamos, de que cualquier ideología puede servir como instrumento de lucha con intenciones hegemónicas. Debe ser por eso que, frecuentemente, vemos convertidos algunos infelices idearios de autores más o menos populares, en un “-ismo” con aspiraciones autocráticas.

Tómese en cuenta que un ideario lo puede tener casi cualquiera porque se trata de un conjunto de ideas o creencias fundamentales que caracterizan una manera de pensar y/o sirven para justificar una manera de actuar: un doblez de los “-ismos” que es útil para ganar adeptos dispuestos a luchar en todos los frentes y le garanticen poder a su autor.


Algo así como el chavismo -o sea, el ideario de Chávez- que sólo es realizable vendiendo millones de barriles de petróleo a más de 100 dólares y una casta de funcionarios corruptos a más no poder, obligados a practicar la lealtad con el hombre y nunca con las instituciones, con la patria o con sus connacionales.
Así que vistos un poco más de cerca los “-ismos”, pienso que no hay que conceder tan fácilmente el sufijo a otros de la misma camada porque, por el camino que vamos, cualquier crápula trascenderá como ideología.

Y yendo un poco más allá, si es por asunto de “-ismos”, más conviene resumirlos todos en el oportunismo que es un antivalor. O mejor: la negación de todos los valores a fin de aprovechar al máximo las circunstancias para beneficio propio. Sí, ese es el único “-ismo” que merece la dictadura.

04-08-18




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