Trino Márquez 28 de marzo de 2019
@trinomarquezc
La
crisis eléctrica muestra de nuevo algunos de los rasgos más persistentes del
madurismo: la forma descarada como adultera los hechos, su incapacidad para
resolver los problemas que causa y la desidia general con la que actúa frente a
cualquier dificultad, especialmente si esta es grave.
El
madurismo jamás informa acerca de lo que ocurre. No proporciona datos que les
sirvan a los ciudadanos –ni a los gobernadores y alcaldes- para entender la
dimensión y características de los obstáculos que surgen en la vida del país.
Lo primero a lo que apela es a la búsqueda de un culpable. Por supuesto que
nunca son ellos, a pesar de haber gobernado durante veinte años sin contrapesos
institucionales y con las alforjas llenas de petrodólares. Luego de acusar a la
oposición, inventan historias rocambolescas. No describen los hechos con cifras
confiables, sino que apelan a una larga ristra de adjetivos estereotipados. La
responsable de los entuertos siempre es la derecha terrorista y apátrida.
En el
caso de la electricidad, este patrón de comportamiento se repite hasta el
hastío. Los expertos más connotados del país en esa área venían denunciando
desde hace años la posibilidad de la explosión del Sistema Eléctrico Nacional
(SEN). La Escuela de Ingeniería Eléctrica de la UCV elaboró un informe
detallado y convincente de los hechos ocurridos el 7 de marzo, cuando se
produjo el primer mega apagón. Pero, el régimen insiste en adulterar la
realidad. Torcerla con el vano propósito de librarse de la responsabilidad.
El
régimen no admite que en 2011 creó el Comando General Eléctrico, pomposo nombre
que se le dio a la comisión presidida por Jesse Chacón, conformada por militares
y civiles, responsable de anticiparse al actual descalabro. Su labor consistía
en contemplar desde los recursos financieros necesarios, hasta la búsqueda del
personal profesional capaz de mantener en óptimas condiciones la operatividad
del SEN. Nada de esto ocurrió. El dinero se evaporó en la espesa nube de la
corrupción.
La
falsificación de los hechos con leyendas absurdas como la del ataque
electromagnético, las iguanas gigantescas y otras majaderías parecidas, van
acompañadas de una ineptitud que, a pesar de tratarse de los maduristas,
desconcierta.
El
diagnóstico de las fallas del SEN es ampliamente conocido incluso por los
mismos técnicos del régimen. En los tres planes de la Nación formulados desde
2001, el mantenimiento y renovación del SEN aparecen subrayados. Venezuela se
convertiría en las primeras dos décadas del siglo XXI en una potencia
energética mundial gracias al uso intensivo del petróleo, el gas y las fuentes
hídricas. ¿Qué ocurrió en realidad? Que el régimen destruyó Pdvsa, la explotación
de gas se pasmó y la generación de energía hidroeléctrica fue aniquilada, al
punto que en las últimas semanas hemos vivido el peor descalabro eléctrico en
la historia venezolana. Todo sucedió porque fue expulsado el capital humano de
las empresas responsables de cada una de esas áreas, no se invirtió en el
mantenimiento y renovación de los equipos y al frente de la conducción de esas
áreas se colocaron unos ignorantes cuya lealtad ha sido con el gobierno y el
Psuv, no con la nación. La incapacidad para gerenciar industrias complejas, que
requieren un uso intensivo de capital y tecnologías de punta, terminó por
descalabrar un sector esencial para el desarrollo del país.
En
medio de la catástrofe provocada por los apagones recurrentes aparece la
desidia de los rojos con efectos aún más letales que los acostumbrados. El
círculo, más que vicioso, es infernal. Como el régimen invierte toda su energía
en negar su fracaso y da piruetas de saltimbanqui tratando de incriminar a la
oposición en delitos ficticios, descuida lo más importante: atender las
penurias de la gente. No aplica planes de contingencia para atender las fallas
eléctricas en los hospitales. No se ocupa de los efectos que los trastornos
provocan en el transporte público. No habilita programas especiales para cubrir
las deficiencias del Metro de Caracas y de los sistemas de transporte en la
provincia. No habilita soluciones rápidas para satisfacer la demanda de
gasolina. No da ninguna respuesta a los enfermos que padecen enfermedades
terminales. No apoya a los trabajadores para que puedan desplazarse a los
lugares donde laboran.
La
incompetencia alcanza niveles demenciales en los medios de comunicación
públicos. En VVT, canal de ‘todos los venezolanos’, el caos que acompaña a los
cortes intempestivos de electricidad, no existe. No figura ni como noticia
digna de reportar. Los periodistas de Últimas Noticias, diario convertido en
pasquín del régimen, viven en Nardia. La extensa red de medios
comunicacionales, que debería colocarse al servicio de la orientación clara y
oportuna del ciudadano, para que sepa cómo actuar ante la adversidad, se dedica
a atacar a la oposición. Maduro suponen que la gente se interesa más por los
supuestos culpables, que por los efectos devastadores que los apagones
provocan.
El
madurismo, además de inepto, trata con desprecio insolente a la gente.
Trino
Márquez
@trinomarquezc
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