Por Luis Ugalde S.J.
Los dictadores, tiranos y
reyes absolutos se creen dioses omnipotentes. Exigen que las instituciones
religiosas los traten como tales, los bendigan y celebren sus triunfos con “te
deum” de acción de gracias. Los tiranos fuertes, y aun los débiles, no admiten
vivencia ni voz religiosa que sea autónoma y que reduzca todo poder político a
un simple medio: bueno si sirve para que la gente tenga vida y dignidad, y
rechazado si se convierte en enemigo de la vida, la dignidad y la libertad.
Los tiranos de derecha y de
izquierda acusan a la Iglesia católica de “meterse en política”, cuando lejos
de ofrecerles culto servil, se identifica con la gente que sufre la opresión
política.
El tiempo de Cuaresma, los
40 días que van desde el Miércoles de Ceniza hasta la pasión de Jesús es para
los católicos tiempo de examen de conciencia, de penitencia y de cambio de
vida, para morir con el Señor y resucitar con Él a nueva vida. Los tiranos
quisieran que este tiempo sirviera para reforzar la sumisión política.
Pero la Iglesia nos pide
activar la conciencia y al comienzo de la primera semana de Cuaresma nos
recuerda en qué ha de consistir la penitencia y el cambio de vida: “El ayuno
que yo quiero de ti – dice el profeta Isaías a todo venezolano y también a
Maduro y su régimen- es “que rompas las cadenas injustas y levantes los yugos
opresores; que liberes a los oprimidos y rompas todos los yugos; que compartas
tu pan con el hambriento y abras tu casa al pobre sin techo; que vistas al
desnudo y no des la espalda a tu propio hermano” ( Isaías 58,6 ). Ni la
Iglesia, ni Maduro, ni el régimen, ni cada venezolano, podemos pretender
recibir la bendición de Dios sin esta conversión.
Venezuela está a oscuras y
continuará así mientras no cambiemos la política entera y nuestra vida para
transformarlas en vida para el hermano, como concluye el profeta. Cuando tu
actitud, tu “revolución” -también tu protesta y propuesta de cambio- se
conviertan en vida para el hermano, entonces “surgirá tu luz como la aurora,
tus heridas sanarán rápidamente”. Reconciliación con los hermanos que nos
abrirá la puerta a la reconciliación con Dios: “Entonces clamarás al Señor y te
responderá; lo llamarás y te dirá aquí estoy” (Is.58, 9).
Luz que vence las tinieblas.
El increíble desastre de 100 días sin luz física en esta Venezuela crucificada
y en agonía es un reflejo menor de la oscuridad espiritual de muerte que impone
este régimen de hambre, exilio, enfermedad y miseria salarial… “Cuando renuncies
a oprimir a los demás…cuando compartas tu pan con el hambriento y sacies la
necesidad del humillado, brillará tu luz en las tinieblas y tu oscuridad será
como el mediodía”.
La gente sabe lo que Dios
nos exige y se emociona en estos días al ver cómo cada obispo, empezando en las
diócesis más pequeñas y pobres, levanta su voz de denuncia de la tiranía, se
solidariza con la gente en su sufrimiento y la acompaña. Venezuela agoniza y es
indispensable que quienes sostienen al régimen se arrepientan y abran la puerta
al cambio y que todos juntos vayamos más allá de pequeños reacomodos de poder a
la raíz del mal para renacer a la vida, la justicia, la solidaridad fraterna y
la convivencia… para que regresen los desterrados, salgan de las cárceles los
perseguidos y solidariamente florezcan la ciudadanía y la empresa con
producción y vida para todos.
La Cuaresma concluye en la
Semana Santa con la crucifixión de Jesús el Justo y de millones de víctimas del
poder con Él. No basta salir del régimen, es imprescindible construir una
convivencia donde cada ciudadano, cada persona y toda institución y actividad
económica, concentremos nuestras fuerzas en hacer florecer miles de empresas
productivas, decenas de miles de centros educativos, millones de ciudadanos
asociados y activos; todos absolutamente necesarios para que en estas cenizas
de Venezuela renazca la esperanza y la vida.
Este año las prácticas
religiosas y el acompañamiento al Nazareno de San Pablo, al Cristo de Achaguas
y a los cristos sufrientes que la devoción de millones de venezolanos carga
sobre su espalda y lleva en su corazón adolorido, deben ir llenos de este
Espíritu para que de veras podamos celebrar la Resurrección del Señor y renacer
de Venezuela a nueva vida.
22-03-19
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