Por Gregorio Salazar
Sigue Venezuela su agónica
marcha, sumida en la trágica deriva humanitaria que la viene arrasando
muchísimo antes del mega apagón del 7 de marzo y que con toda seguridad
continuará agravándose.
Quienes viven fuera de
nuestras fronteras nos preguntan con espanto: ¿cómo pueden seguir sobreviviendo
sin agua, sin luz, sin alimentos, sin medicinas, sin atención médica, sin
transporte, sin comunicaciones telefónicas y una inflación que un año ha
superado los dos millones por ciento? Y sobran calamidades que agregar a esa
larga lista
Creo que ni nosotros mismo
sabemos explicárnoslo. La gente enjuga sus lágrimas, rabia su impotencia, clama
al cielo, maldice a quienes no muestran un rasgo de sensibilidad humana o
responsabilidad política. Vive día a día su viacrucis con la esperanza de
que en alguna amanecida nos sorprenderá un final y, de manera explicable y
comprensible, hay un vasto sector de la población que en su desesperación ya no
le importa si esto ocurre por las buenas o por las malas.
Como en otras oportunidades
de siniestros que han conmovido la nación, como la explosión e incendio de la
refinería de Amuay, la cúpula revolucionaria ha atendido su prioridad: armar
una excusa por fantasiosa que sea, eludir su responsabilidad e inculpar a
quienes lo adversan y de seguidas criminalizarlo y dejar trazado el camino
para anularlo políticamente. Irán ahora contra Juan Guaidó.
Cerrado el vil constructo
comunicacional, el montaje propagandístico, lo demás que siga su hundimiento
progresivo. De todas esas tragedia de las que son responsables absolutos, como
aquella de Amuay y ahora en El Guri, emergen victoriosos, convertidos en
héroes, celebrando exultantes las glorias de la revolución, vuelven a bailar y
aplaudir en Miraflores y Puente Llaguno. Y “el show debe continuar”, como lo
afirmara el caudillo en una de las expresiones que mejor dio prueba de su
desquicio
Pero una cosa es creer que
el objetivo de imponer sus falaces argumentos se ha alcanzado y otra la que
dicta la realidad. Frente a la avidez informativa de los venezolanos sobre las
causas del siniestro dos versiones quedaron contrapuestas: el ataque
cibernético y eletromagnético de los Estados Unidos denunciado por Maduro, a la
que sólo le faltó como remate cantar “los marcianos llegaron ya”, y la de un
colapso eléctrico como consecuencia de la errática e irresponsable actuación a
lo largo de dos décadas de mandatos chavistas, según acusan Juan Guaidó y la
AN.
Las investigaciones
realizadas en años recientes por la AN sobre la situación del sector eléctrico
le ha permitido en medio de esta crisis ofrecer a la opinión pública una visión
de conjunto y una narrativa verídica y coherente sobre las causas que
determinaron el apagón: abandono de inversiones y de la política de
mantenimiento, fuga del personal calificado y una gigantesca corrupción. Por
cada tres dólares que se aprobaron para el sector eléctrico, dos desaparecieron
en las heroicas y sacrificadas manos de la camarilla revolucionaria.
Para Maduro, Cabello,
Rodríguez y su entorno de verdaderos privilegiados todo es maquillable,
falseable, toda explicación absurda puede ser vendida si no al grueso de la
población sí a la hueste revolucionaria. Y eso les basta. Es penoso verlos
ahora mismo limpiar y pintar a toda carrera hospitales y entregar un día de
comida medio decente a los enfermos para que los integrantes de la misión
técnica de Derechos Humanos de la ONU vean un rostro supuestamente eficiente y
humanitario de la revolución, que desaparecerá los otros 364 días del año.
Por lo demás, el régimen se
ha esmerado en demostrar cuán poco le importa lo que pueda salir de un informe
como el que le será llevado a la señora Bachelet. En presencia de la
misión de la ONU Maduro llama a la acción a su colectivos criminales y han
sido capaces de detener y condenar a un comunicador y activista de la libertad
de expresión como Luis Carlos Díaz; que el horrendo trío de Zurda Konducta
amenazara desde el canal oficial a otro defensor de los DDHH como Melanio
Escobar; detener a Rafael González, asistente de seguridad de CNN y apalear y
simular en plena vía la ejecución del periodista polaco Tomás Surdel.
Así que el mensaje de la
dictadura castro-chavista-madurista para la Alta Comisionada Michel Bachelet está
muy claro: somos viles, somos perversos, somos desalmados hasta el
descaro, somos y seremos incorregibles y no nos detendremos porque su
despacho nos vaya a criticar desde unas cuantas cuartillas que desde ya tenemos
condenadas al cesto. Recuerde, señora Bachelet, hasta ahora “sólo vieron un
pedacito de lo que somos capaces de hacer”.
17-03-19
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