Julio César Arreaza B 17 de marzo de 2019
Hoy el
pueblo venezolano mantiene intacto su ideal de liberarse de un régimen atroz,
que se ha empeñado en mantenerse arbitrariamente en el poder asumiendo el
desconocimiento de la soberanía popular.
El
pequeño feudo del mal plantea por voz de uno de sus secuaces, que si llegara a
optar por salirse del poder, primero nos dejaría en cenizas. Esto no será
posible porque se lo impedirá la fuerza moral de un pueblo comprometido en su
lucha libertaria y alineado con la voluntad divina.
El
chavismo-madurismo ha dado lugar, por su nula gestión, a un Estado fallido.
Venezuela vive hoy un blackout nacional humanitario. El régimen abrogó las
responsabilidades esenciales de un estado para con sus ciudadanos, y entregó
nuestra soberanía a Cuba. La Fuerza Armada cedió, en bandeja, a la sociedad
venezolana, la puso en las manos de una pequeña isla antillana. Y salvó así a
los sátrapas que la dirigen de la calle ciega y terminal adonde los conducía el
periodo especial. Chávez y Maduro son los responsables y el alto mando lo
permitió, faltando a su juramento de preservar a la nación a la que se debe.
Hoy la
sociedad, combatida por el mismo régimen, no cuenta con la protección de sus
instituciones desmanteladas y carece de servicios básicos.
El
magnífico sistema eléctrico nacional que disfrutamos hasta 1998, costó 48.250
millones de dólares y nos permitió exportar los excedentes a Colombia y a
Brasil. Este régimen ha malgastado en el sector eléctrico 100 millardos de
dólares y se los robaron. Basta la muestra del reciente apagón nacional. Con
ese monto, no solo hubiéramos mantenido y expandido la electrificación
eficiente del país, sino permitido disponer de otro sistema similar para la
exportación y así obtener divisas.
Se
impondrá el triunfo de la civilidad; cuando uno analiza lo que han sido estos
20 años de lucha, destaca una línea recta constante de sacrificios ciudadanos
por obtener la ansiada libertad y derrotar a los cultores del pensamiento único
que niegan al pueblo la libertad de pensamiento y expresión.
Muchos
pensaban en la necesidad de un mesías para derrocar al chavismo, y tal cual
apareció liderando el primer año de ejercicio de la legítima AN y fallamos. No
obstante, las luchas intensas, constantes y sacrificadas del pueblo, van
conformando su nuevo destino. Y este no es un mesías sino un dirigente aplomado
y bien dotado aparecido en escena, que es la viva expresión de esos libertarios
y libertadores que con arrojo y escudos de cartón, enfrentaron y dejaron
desnudo en todas sus miserias a un régimen degenerado.
Hoy
aparece en clave de victoria simbólica, la nueva generación que se hará cargo
de la conducción del país y no tiene nada que ver con mesianismos ni mesías. En
horabuena.
¡No
más prisioneros políticos, torturados, asesinados, ni exiliados!
Julio
César Arreaza B
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