Juan Guerrero 28 de marzo de 2019
@camilodeasis
Esta
semana asistí a un foro para comprender las claves de la ayuda humanitaria que
se organiza para Venezuela. Puedo indicar que la logística para la asistencia,
recepción, control y distribución de alimentos y medicinas, se encuentra en
manos de especialistas y personas que tienen años trabajando en esta área.
El
trabajo profesional se comenzó a enfocar de manera sostenida y bajo protocolos
internacionales, a partir de 2015. Ha sido un arduo y laborioso trabajo que
finalmente está dando sus frutos. Estudios estadísticos, recepción de denuncias
y su validación. Así como el soporte y formalización de las denuncias
fundamentadas por expertos en cada área, son el resultado de un planificado
trabajo en equipo.
Por
ello ahora en varias ciudades del mundo, como Madrid, Miami, Los Ángeles,
Ciudad de Panamá, las organizaciones de ayuda humanitaria mantienen una
constante recepción de donativos que a su vez, se destinan a los centros
nacionales donde finalmente se hacen llegar.
A su
vez, las denuncias sobre detenciones arbitrarias, tratos crueles, torturas,
asesinatos, masacres, desapariciones forzosas y demás violaciones contra los
derechos humanos y crímenes de lesa humanidad, son tramitados con sus
respectivos soportes, por equipos profesionales y remitidos a los organismos
internacionales correspondientes.
Observo
al auditorio mientras una señora expone su caso como paciente renal que debe
dializarse dos veces a la semana. El pasado año entré en crisis, expone. –Ahora
me quiero ir del país porque mi calidad de vida ha empeorado y tengo temor de
no conseguir las medicinas para mi diálisis.
La
extrema gravedad de la catástrofe humanitaria y económico-financiera venezolana
es de dimensiones regionales, tanto por la migración de venezolanos –poco más
de 3 millones- como por la introducción de dinero proveniente del narcotráfico
en los sistemas financieros de varios países, y además, por la evidente
presencia de fuerzas militares y paramilitares extranjeras. Tal y como reseñan
las agencias de noticias, la presencia reciente en territorio venezolano de
militares rusos, así como la ya vieja permanencia de militares cubanos
castristas, eleva la gravedad de la crisis a una alarma en occidente, con la
presencia de brigadas de paramilitares del ELN/FARC y los grupos terroristas,
del Hamas y Hezbolah.
No es
fácil entender que la coyuntura actual de la catástrofe humanitaria venezolana
ha pasado de una diatriba ideológico-política, de izquierda/derecha, en tiempos
del pasado y fallecido Chávez, entre 1998-2013, a un abierto enfrentamiento
entre grupos de pandilleros, dirigidos desde el poder del Estado contra la
población civil. Que no tiene nada de ideología y sí de afrenta contra la
dignidad humana.
Lo que
ocurre en la actualidad en Venezuela es simplemente una situación de crimen
organizado generalizado, por acción directa u omisión de su responsabilidad
constitucional, tanto de los grupos políticos oficialistas como del régimen
totalitario en el poder. Es una clara y descarada situación de desprecio,
humillación contra la condición humana del ser venezolano.
Paulatinamente
el liderazgo político partidista nacional va tomando cuerpo en torno de la
figura del presidente encargado Juan Guaidó, quien representa para el 87,3% de
la población venezolana, la aspiración de un cambio real e inevitable retorno
de un gobierno de unidad nacional, para la reinstitucionalización y
democratización del Estado.
Es
evidente que la dirigencia opositora venezolana se encuentra en las actuales
circunstancias, mejor que el pasado año. Pero también es cierto que el régimen
totalitario de pandillas que lidera Maduro, está en su fase más agresiva en el
uso y abuso del poder.
Entre
el público una muchacha de no más de 21 años, levanta la mano para exponer su
caso: -Quisiera saber si ustedes están en disposición de suministrar baterías
para marcapasos. –Es que mi papá tiene desde hace varios años un marcapasos y
ya en dos oportunidades la batería ha fallado. Por eso se ha agravado y ya el
cardiólogo nos advirtió que la próxima vez que la batería falle, no va a
soportarlo.
Todos
quedamos en silencio. La respuesta del expositor fue tomar nota mientras le
indicaba una serie de direcciones donde pudiera acceder a la donación de una
batería para salvarle la vida a su padre.
Ahora,
mientras estoy conversando con mi esposa en medio de la oscuridad de este
segundo Gran Apagón nacional, que ya lleva varios días, ella lee unos tuits que
pudieron llegar a su teléfono. De los mensajes que escriben, uno me despierta
de la somnolencia y me enmudece. “Mi mamá acaba de morir en Venezuela, tenía
Alzheimer. No tienen luz en la casa, los teléfonos no tienen señal ni batería.
No podemos hablar con mi papá, solo con una prima que nos pone al tanto. No es
justo morir así. No es justo despedirse así. No es justo.”
La
lucha de la sociedad venezolana ya no es contra un sistema ideológico-político.
Tampoco es sobre la prevalencia o sustitución de izquierda/derecha. Es
básicamente de sobrevivencia. De encontrar medicinas, alimentos, y ahora de la
electricidad, las comunicaciones y el agua potable.
Esta
catástrofe humanitaria, planificada y generalizada por el régimen totalitario
de pandilleros que lidera Maduro, debe ser denunciada por la comunidad
internacional. No podemos solos contra un poder que se soporta en las armas,
tanto de un ejército de militares y paramilitares venezolanos, como de
militares extranjeros y grupos terroristas y del crimen organizado. Es justo,
legítimo y urgente, la responsabilidad de proteger (R2P) por razones
humanitarias. Por tanto, la coalición militar internacional debe intervenir.
Juan
Guerrero
@camilodeasis
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico