Trino Márquez 18 de marzo de 2019
@trinomarquezc
La
electrificación del país durante la década de los años cincuenta y sesenta del
siglo pasado, fue un símbolo de la modernización del país y un emblema
inapelable de la transformación de la Venezuela rural y atrasada, en la
Venezuela moderna y próspera que va desarrollándose luego de la muerte de Juan
Vicente Gómez en diciembre de 1935. La distribución ingente a escala nacional
de los recursos financieros generados por el petróleo, tuvo en ese proceso de
electrificación, y en la educación masiva, uno de los exponentes más claros de
la modernidad. Los ingresos del crudo sirvieron para transformar el perfil
físico de la nación. La extensión de la electricidad en todo el territorio
nacional encarnó ese proyecto de cambio modernizador.
La
represa del Guri fue orgullo nacional y latinoamericano. Junto a la presa de
Asuán, en Egipto, se consideraba un prodigio de la ingeniería moderna. Una
maravilla del mundo. Expresión del talento nacional y del valor de nuestros
ingenieros, arquitectos y técnicos en distintas áreas. La electricidad generada
en el Guri sirvió para impulsar el crecimiento industrial a través de la
sustitución de importaciones. La CVG se organizó teniendo como eje la energía
hidroeléctrica generada en nuestra principal represa. Empresas de aluminio tan
importantes como la Reynolds, se establecieron en Guayana para aprovechar la
abundante energía eléctrica que se producía. A Edelca, Electrificación del
Caroní, se incorporaron los mejores ingenieros electricistas graduados en las
universidades nacionales.
El
panorama comenzó a cambiar radicalmente con la llegada de Hugo Chávez. Sus
ideas disparatadas acerca de la meritocracia modificaron la estructura y
funcionamiento gerencial de toda la GVG. Designaron en cargos directivos a
viejos comunistas, como Carlos Lanz, sin la menor idea acerca del significado
de administrar un complejo industrial como ese. En relación con Edelca se
tomaron decisiones caprichosas. Las peores, violar los protocolos relacionados
con la conservación y mantenimiento de la red de generación, transmisión y
distribución de energía eléctrica. Las infracciones comenzaron a generar los
primeros cortes prolongados de luz en servicios y ciudades con alta demanda de
energía. Los primeros apagones se sintieron en Maracaibo, Valencia,
Barquisimeto, San Cristóbal y Mérida, y también en pequeñas localidades del
interior. Aún vivía Hugo Chávez. Se encendieron las alarmas. Caracas estuvo
protegida. A pesar de esa precaución, el Metro sufrió varios y prolongados
apagones que colapsaron la capital. Los periódicos les dedicaron largos
reportajes al tema. César Miguel Rondón, Carlos Fernandes, Fausto Masó y
Roberto Giusti, entre otros comunicadores sociales, les dedicaron numerosos
programas a tratar el tema con los mejores especialistas del área. El Colegio
de Ingenieros organizó foros y mesas redondas. El régimen, hace una década,
cuando las fallas eran inocultables, decretó el racionamiento eléctrico. Chávez
atribuyó las dificultades a la existencia del fenómeno El Niño. Pasada la
sequía y reiniciado el ciclo de lluvias, la escasez se mantuvo. Jesse Chacón,
ministro de Energía y responsable de invertir con probidad al menos 14 mil
millones de dólares, prometió que en cien días él resolvería el problema, o de
lo contrario renunciaría. Ni lo uno, ni lo otro. Eso sí, esos miles de
millones, y muchos más, fueron a parar a los bolsillos de los bolichicos,
quienes se enriquecieron a costa de la ruina nacional.
El
gran apagón que comenzó el jueves 7 de marzo es el resultado trágico de la
desidia, sordera, irresponsabilidad, corrupción sevicia del régimen. En veinte
años destruyó uno de los signos más conspicuos de la transformación
modernizadora. Ahora tratan de ocultar su fracaso y el gigantesco daño causado,
acusando a jóvenes y talentosos periodistas como Luis Carlos Díaz, o urdiendo
mentiras apocalípticas como los supuestos ataques cibernéticos o electromagnéticos.
Historias sacadas, no de la ciencia ficción que es una disciplina muy seria y
rigurosa, sino de series de televisión mediocres, dirigidas a encandilar
incautos con narraciones truculentas en las cuales la realidad compleja
desaparece, quedando reducida a un combate maniqueo entre un grupo de malignos,
con los Estados Unidos al frente, y los buenos, siempre víctimas favoritas del
Imperio.
La
improvisación, indolencia y corrupción en torno al servicio eléctrico han
causado un daño enorme a la nación. Hasta este momento, Asdrúbal Oliveros habla
de $875 millones de dólares en pérdidas. El monto seguirá creciendo. La incuria
del régimen carece de límites. Nuevamente ocurre en Venezuela lo sucedido en
otros lugares del mundo: el socialismo solo provoca ruina. Destruye y reprime a
mansalva. La democracia construyó esa obra majestuosa que es el Guri. El
socialismo del siglo XXI no ha servido ni siquiera para crear un cortafuego
alrededor de sus torres de transmisión.
Después
dicen que la máquina del tiempo no es posible. Pues sí que lo es: Maduro nos
llevó al siglo XIX.
Trino
Márquez
@trinomarquezc
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