Luis Manuel Esculpi 19 de marzo de 2019
@lmesculpi
El
caos vivido recientemente puede sintetizarse en una frase convertida en lugar
común: El caos de una tragedia anunciada. Ignoraron todas las advertencias
hechas por los mejores especialistas del área. Hace poco más de un año, en la
III feria de Derechos Humanos en el estado Zulia, el periodista Jesús Urbina
miembro de Transparencia Venezuela en una ponencia presentada en ese evento
afirmó que en la industria eléctrica ” Se gastaron desde el año 1999 hasta el
2016, 37 mil 691 millones de dólares”…”los sobreprecios están calculados en 23
mil 33 millones”. Es decir, el 61% de esa cifra mil millonaria fue a parar a
las cuentas bancarias de los corruptos, en una de las operaciones más
escandalosas donde se combinaron los bolichicos y directivos de PDVSA.
A la
hora de analizar el colapso manifestado en el largo apagón, junto a la
negligencia, la falta de mantenimiento, y la persecución del personal técnico
más calificado, el desfalco de los dineros destinados a la inversión por la
adquisición de chatarra con sobreprecio, son causas fundamentales del desastre
en lo que otrora fuera una especie de buque insignia de la industria en América
Latina, capaz de suministrarle energía no sólo a todo el país, sino también a
las naciones vecinas.
Estos
días tenebrosos evidenciaron nuevamente la conducta de opacidad y desprecio por
la opinión pública característica de la cúpula usurpadora, transcurrían las
horas, el desasosiego y la intranquilidad, mientras el silencio era
escandaloso. Al día siguiente apareció el ministro de comunicaciones en una de
sus acostumbradas comparecencias, esta vez no fue la iguana o el rabipelado los
acusados del boicot, Mike Pompeo y Marcos Rubio, fueron señalados como los
presuntos autores del “sabotaje”; apeló -como siempre – a unos tuits como
presuntas pruebas de sus señalamientos. Luego su hermana la Vicepresidenta
anunció suspensión de actividades laborales y educativas, para superar la
“guerra eléctrica”, concepto de la misma confiabilidad de la trillada “guerra
económica”, que no cuenta con la credibilidad ni siquiera de sus propios
partidarios.
Al
aparecer Maduro al quinto día del apagón, inició una de varias cadenas
repetidas hasta el cansancio, hablando del ciber ataque incluyó a John Bolton
como jefe del complot, la rocambolesca versión, permitió -nunca falta alguien
queriendo, ser más papista que el papa- a una de las constituyentistas asiduas
a los programas del canal ocho, argumentar que “en la película Duro de matar IV
hicieron un desarrollo como lo que acaban de hacer en Venezuela a través de la
red 2.0″….”A través de un camión hachearon todo el sistema eléctrico”.
A la
semana circulo un vídeo del flamante ministro de la electricidad, no estaba
acompañado de su Estado Mayor, hablando desde Guri. Ya todos los especialistas
habían determinado las verdadera causa de la tragedia, ella había sido
provocada por un incendio, que originó la caída de la transmisión. Originando
así el caos que sufrimos, donde no operaban la plantas de los hospitales, sin
agua, no funcionaban los puntos de ventas, ni se encontraba efectivo. El
transporte público tampoco funcionaba y había grandes colas para surtir
gasolina.
El
denominado Sistema Nacional de Medios Públicos y las emisoras de radio
comunitarias, controladas por el gobierno, durante los días del apagón
trasmitían consignas y canciones de Ali Primera y los Quilapayun, repitiendo
las cadenas sin proporcionar la más mínima información, demostrando un olímpico
desprecio por la opinión pública. La censura y la autocensura operaron, solo
unas tres emisoras de la gran Caracas hicieron ingentes esfuerzos por mantener
informados a sus oyentes.
La
opacidad, desinformación y la subestimación de la opinión, tratando a los
venezolanos como imbéciles, caracterizan la política comunicacional de los
usurpadores. La mayoría de los venezolanos está demostrando que ya no cree en
sus cuentos, por eso respalda la ruta adelantada por las fuerzas democráticas
cuyo principal exponente es Juan Guaidó.
Luis
Manuel Esculpi
@lmesculpi
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