MANUEL RUEDA y FRANKLIN BRICEÑO 27 de marzo de 2019
Con su
energía juvenil y sus viajes por el mundo, la esposa de 26 años del líder
opositor venezolano Juan Guaidó está ganando prominencia en la campaña por
forzar cambios en un país sumido en una profunda crisis.
La
edad y el estilo informal de vestir de Fabiana Rosales, quien a menudo luce
jeans en sus viajes por América Latina, esconden una personalidad y una madurez
forjadas durante los momentos duros que vivió con su marido en las violentas
protestas que hubo en la capital de Venezuela. Su esposo se declaró presidente
interino del país y fue reconocido por decenas de países, incluido Estados
Unidos, generando un impasse con el presidente Nicolás Maduro, quien se niega a
renunciar y denuncia un intento de golpe.
“Mira,
yo soy la esposa del presidente Juan Guaidó y lo voy a acompañar sea cual sea
la ruta que le toque asumir. Sea cual sea el obstáculo que se le ponga al
frente, yo lo voy a superar con él. Eso hemos venido haciendo todos nuestros
años juntos”, declaró Rosales durante una entrevista en Lima.
“Tengo
miedo a que mi hija tenga un país en el que su meta sea huir de él, a eso yo le
tengo miedo”, agregó, aludiendo a los aproximadamente 3 millones de personas
que se fueron de Venezuela en medio de un derrumbe económico, hiperinflación,
escasez de alimentos y medicinas y, ahora, apagones.
Mientras
su marido encabeza los esfuerzos por sacar a Maduro del gobierno a partir de
protestas y de presiones a los militares para que le retiren su respaldo,
Rosales procura conseguir apoyo internacional para la oposición venezolana con
giras muy publicitadas a países de la región.
Este
mes viajó a Perú y a Chile, donde se encontró con los presidentes de ambas
naciones, y habló en universidades sobre la crisis humanitaria de Venezuela. El
miércoles tiene programada una visita a la Casa Blanca, donde será recibida por
el vicepresidente Mike Pence, cuya nación ha estado incrementando sus sanciones
al gobierno de Maduro.
Para
Rosales la política no es algo nuevo. Conoció a su esposo en un acto juvenil de
Voluntad Popular, un partido de oposición en el que milita desde su época de
universitaria. Se hizo famosa en Venezuela en los últimos meses apareciendo
junto a su marido en actos que congregan a miles de personas y hace poco asumió
el papel de embajadora internacional de la oposición venezolana mientras su
marido se concentra en los asuntos internos.
Para
el analista político de Caracas Dimitris Pantoulas, Rosales ayuda a darle una
imagen presidencial a su esposo.
“Es
una profesional, una mujer joven, educada, hasta cierto punto conservadora”,
dijo Pantoulas. “Esa imagen corresponde a los estereotipos (vigentes en
Venezuela) de lo que debe ser una pareja presidencial, especialmente entre la
clase media”.
En la
entrevista, Rosales dijo que su “rol más importante es ser mamá. Además soy
hija, hermana y esposa”.
Guaidó
se declaró presidente interino de Venezuela a fines de enero. Lo hizo en su condición
de presidente de la Asamblea Nacional, diciendo que la constitución lo
habilitaba a formar un gobierno de transición en vista de que Maduro había sido
reelegido en una votación fraudulenta el año pasado.
Guaidó
pasó así a ser el principal blanco del gobierno de Maduro, que lo acusa de
organizar manifestaciones violentas y le prohibió salir del país.
Pese a
ello, logró salir de Venezuela para realizar una gira de una semana por América
del Sur, en la que encabezó un fallido esfuerzo por hacer llegar a su nación
varias toneladas de comida y medicinas. A su regreso concentró todas sus
energías en mantener vivo su movimiento, que fue perdiendo algo de fuerza.
Maduro, mientras tanto, se mantiene en el poder y los venezolanos tratan de
ingeniárselas para sobrevivir en condiciones muy duras.
En sus
recientes viajes al exterior, Rosales se reunió con grandes multitudes de
venezolanos y los exhortó a que mantengan la fe en su marido. También ha
instado a los líderes regionales a mantener su apoyo a la oposición y
argumentando que “un dictador” como Maduro no cae de la noche a la mañana.
Asegura que la oposición venezolana está logrando progresos, designando
embajadores en todo el mundo y recuperando el control del patrimonio petrolero
venezolano en el extranjero con la ayuda de Estados Unidos.
Los
rivales políticos de Rosales dicen que su reciente gira fue un esfuerzo
desesperado por mantener a su marido en el candelero, ya que la crisis de
Venezuela sigue sin resolverse y la atención mundial se empieza a enfocar en
otras cosas.
“Lo
que se busca es potenciar una imagen de Guaidó que se está desinflando en
Venezuela”, comentó Arévalo Méndez, embajador de Maduro en Chile, en
declaraciones a un medio local la semana pasada.
Hija
de una periodista y de un agricultor del estado de Mérida, Rosales dice que se
interesó en las cuestiones sociales tempranamente, cuando acompañaba a su madre
a entrevistas.
Decidió
seguir los pasos de su madre y estudiar periodismo, pero también ayudó a su
padre a transportar sus cosechas a Caracas por carreteras en las que a veces se
tropezaban con soldados corruptos, que les pedían sobornos para poder seguir su
camino.
Rosales
afirma que experimentó muchas de las penurias que enfrentan hoy los
venezolanos, incluida la escasez de medicinas.
Su
padre falleció en el 2013 tras sufrir un paro cardíaco. Pudo haber sobrevivido,
afirma Rosales, pero en su comunidad rural no había medicinas para
estabilizarlo, ni una ambulancia que lo llevase al hospital más cercano.
“Pasé
mucho tiempo de dolor, de preguntarme por qué me había pasado esto”, expresó.
“Lo tomé como una lección de vida. Entendí que quizá debía pasar por esto para
involucrarme aún más. También trabajo para que como buena mama le deje una
buena herencia a mi hija”.
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