Ramón Flores 17 de marzo de 2019
@liderhumano
“Me
golpearon con un objeto contundente, principalmente en la cara. También recibí
golpes en la costilla. Cuando terminaron, me sacaron la cabeza de un saco y vi
el cañón de una pistola frente a mis ojos. El que tenía el arma, riéndose,
apretó el gatillo. El arma no estaba cargada. Estaban con pasamontañas, se
subieron a su camioneta y se fueron, dejándome golpeado en la vía”.
Esta
escena no corresponde a una película violenta de Quentin Tarantino, ni a una
atrocidad cometida en Colombia o Estados Unidos. No. Eso le ocurrió en la
Venezuela de Nicolás Maduro al periodista polaco Tomasz Surdel, que con rostro
ensangrentado y deformado por la brutal paliza recibida, relató lo que sufrió
al ser detenido durante unas horas en Caracas este jueves 14 de marzo, por las
Fuerzas de Acciones Especiales (FAES), el grupo exterminio del régimen chavista
que asesina y tortura con absoluta impunidad.
¿Y
cuál es el mensaje que emite la tiranía roja al perpetrar este hecho justo
cuando en el país se encuentra una comisión técnica enviada por Michelle
Bachelet, la Alta Comisionada para los Derechos Humanos de la Organización de
Naciones Unidas, para evaluar las condiciones de una “presunta” visita a
Venezuela?
Evidentemente,
al régimen usurpador nada le importa perpetrar sus barbaries a los ojos de
todos, apenas habían transcurrido horas del horrendo episodio de la detención
de otro periodista, Luis Carlos Díaz, para tratar de vincularlo al apagón
nacional de más de 120 horas de duración, que entre estupideces de “ataques
cibernéticos” y películas de Bruce Willis, Maduro y su combo intentan evadir su
responsabilidad de las muertes, los saqueos y las millonarias pérdidas
materiales que ocasionaron con su corrupción y desidia.
No
obstante, esto es “una pequeña muestra”, como diría la hermana del psiquiatra
psicópata, de las maldades que Maduro y su combo son capaces de hacer:
Este
es un régimen que usando la bandera de “resistencia indígena”, asesina pemones
con absoluta frialdad, y de paso destruye el hábitat de los pueblos originarios
para apoderarse, con sangre de por medio, del oro, diamantes, coltán y bauxita
que yacen en nuestra Amazonía a través de la indiscriminada explotación del mal
llamado Arco Minero.
Este
es un régimen sanguinario, tal como quedó evidenciado con las imágenes del
cadáver de un verdadero patriota como Óscar Pérez, que presentó hasta tiros de
gracia a pesar de que todos vimos a través de las redes sociales que él junto a
su grupo se habían rendido, en lo que constituye un crimen de lesa humanidad.
Este
es un régimen que fue capaz de acabar con la vida de Franklin Brito, ignorando
sus pedidos de regularizar su propiedad, dejando que muriera en una huelga de
hambre.
Este
es un régimen criminal, que no le importa los venezolanos mueran de hambre y
por falta de medicinas con tal de admitir que existe una crisis humanitaria.
Este
es un régimen criminal, que asesinó a mansalva a más de 120 venezolanos en el
año 2017, que solo querían un país de progreso, libertad y bienestar social.
Este
es un régimen tan despreciable que no solo manipula a la población con los
alimentos podridos que distribuye a través de los Comités Locales de
Abastecimiento y Producción (CLAP), sino que también obliga a trabajadores, so
pena de ser despedidos o quitarles sus beneficios, a ponerse una franela roja
para acudir a las marchas oficialistas.
Este
es un régimen delincuencial que es capaz de torturar a todo aquel que piense
distinto, tal como pasó con nuestros hermanos Gilber Caro y Rosmit Mantilla, al
igual que con Lorent Saleh, Juan Requeses, e incluso “suicida” a sus oponentes,
como ocurrió lamentablemente con Fernando Albán.
A
nuestros hermanos Leopoldo López y Freddy Guevara también les han violado sus
derechos humanos, al ser perseguidos por un sistema judicial secuestrado por la
tiranía roja, que ha mantenido al primero encarcelado durante cinco años
acusándolo de delitos que no cometió; y al segundo bajo un asedio que lo obligó
a buscar refugio en la Embajada de Chile.
Como
sabemos en Venezuela y el mundo, esta desgracia instalada en Miraflores no es
un gobierno, es una organización mafiosa que aunque asaltó el poder con las
normas de la democracia, busca perpetuarse mediante su ejercicio tiránico, como
es la violación sistemática de la inmunidad parlamentaria de los diputados que
fuimos electos por el pueblo, quienes hemos sido víctimas de brutales ataques a
manos de los grupos armados chavistas denominados “colectivos”, ante la mirada
indiferente de la Policía Nacional Bolivariana y de la Guardia Nacional
Bolivariana.
Con
todo esto que hemos vivido, es evidente que parece hasta ociosa una inspección
en Venezuela que constate lo evidente, como es la existencia de un régimen que
emplea todo su poder para aplastar a los que se le oponen.
Ojala
que unas paredes recién pintadas en hospitales y cárceles, en ese “tour” tipo
Narnia dirigido por los acusados de asesinar y torturar, no termine por
maquillar la catástrofe humanitaria con la complicidad de los “convidados”.
Como
venezolano que ha entregado su vida al apostolado de la defensa de los derechos
humanos, espero que esta evaluación de la comisión técnica enviada por la señora
Bachellet, no sea un “pote de humo”, ni una estrategia entre comunistas para
lavarle la cara al régimen de Maduro, pintándolos como angelitos que no
quiebran un plato cuando en verdad son una banda de criminales que tienen las
manos manchadas de sangre.
Ramón
Flores
Diputado
a la Asamblea Nacional
Presidente
del Parlamento Amazónico
@liderhumano
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