JOAQUÍN VILLALOBOS 04 de abril de 2019
La
presencia militar rusa en Venezuela es un acto de propaganda dirigido a curar
el orgullo herido de la antigua superpotencia
En los
90 algunos definían a Rusia como “Haití con bombas atómicas” y se decía que los
submarinos nucleares rusos no eran una amenaza militar, sino un peligro
medioambiental. El fracaso de la Unión Soviética fue una gran humillación para
el nacionalismo ruso. Putin ha hecho esfuerzos por recuperar la imagen de Rusia
como superpotencia. La prensa rusa destaca la presencia de sus militares en
Caracas como una demostración de fuerza en una región lejana que evidencia que
puede competir con Estados Unidos. Pero 99 soldados y dos aviones son en
realidad un acto de propaganda dirigido a curar el orgullo herido de Rusia que
Maduro trata de utilizar para asustar a la oposición venezolana.
Tener
armas atómicas como las tiene India, Pakistán o Corea del Norte no convierte a
Rusia en una superpotencia. Se trata de un país pobre que está cometiendo el
mismo error de la era soviética gastando en armas a costa del desarrollo
económico y de la calidad de vida de sus habitantes. Actualmente tiene un
conjunto de conflictos que le demandan proporcionar ayuda o despliegue militar
en Ucrania, Abkhazia, South Ossetia, Transnistria y Siria. Este último es el
más lejano, pero todos están dentro de lo que sería su cordón de seguridad es
decir en sus fronteras o en las proximidades de estas.
Librar
guerras lejanas es muy caro, mandar dos aviones y 99 soldados es barato como
inversión en propaganda. El gasto militar de Rusia equivale al 5,4% de su PIB
con solo 66.000 millones de dólares. El gasto militar de Estados unidos es de
610.000 millones que representan solo el 3,2% de su PIB. La credencial de
superpotencia no la da el poder de fuego, sino el poder económico. Los países
comunistas de Europa del Este antes de la caída del muro de Berlín superaban
abrumadoramente en tanques, aviones, cañones y tropas a las fuerzas de la OTAN,
pero se derrumbaron porque no podían competir económicamente.
La
única potencia con capacidad de librar guerras lejanas de forma simultánea
sigue siendo Estados Unidos. Su gasto militar supera al de China, Rusia, Arabia
Saudita, India, Reino Unido, Francia y Japón juntos. Rusia es ahora un país
fabricante y vendedor de las armas que regalaba cuando se llamaba Unión
Soviética y gastaba más de lo que producía. Rusia es objetivamente un país
pobre, dominado por oligarcas corruptos y corruptores con aspiraciones de
grandeza. Su economía es del tamaño de la de España, pero tiene el triple de
población distribuida en un territorio 33 veces más grande, es decir con unas
necesidades de servicios enormes.
Los
venezolanos no deben confundir una acción de propaganda de rusos vendedores de
armas con un cambio en la correlación geopolítica de fuerzas. Si Rusia fuera
una superpotencia deberían poder resolver la crisis de energía eléctrica, la
hambruna o la falta de medicinas, pero eso es caro y los rusos son pobres. La
verdadera presencia militar en Venezuela la tiene Cuba con miles de efectivos
que controlan a las Fuerzas Armadas. Hay razones objetivas para esto porque la
economía cubana es un parásito del petróleo venezolano y los castristas saben
perfectamente que si se acaba Maduro se acaban ellos.
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