ELLIOTT ABRAMS 09 de junio de 2019
Cuando
comencé a trabajar en asuntos latinoamericanos por primera vez hace casi 40
años, Venezuela era una de las pocas democracias en Latinoamérica. No solo fue
el lugar de nacimiento de Simón Bolívar, sino un fuerte partidario de los
movimientos democráticos en lucha en toda Latinoamérica, y recibió a migrantes
y refugiados de todo el Hemisferio Occidental y Europa.
Pero
en Venezuela en la actualidad, la grave escasez de alimentos, medicamentos y
agua limpia se agrava por repetidos cortes de energía eléctrica. La falta de
empleos y la hiperinflación de un millón por ciento significan una pobreza
aplastante, y la opresión en aumento del régimen impide el ejercicio de los
derechos humanos básicos. Venezuela es ahora una fuente de migrantes y
refugiados.
Durante
la semana del 30 de abril, el mundo fue testigo del intento de los venezolanos
de volver a poner al país en un camino constitucional. La mayoría de los
venezolanos, así como miembros del círculo interno del régimen y principales
oficiales militares y de inteligencia, han perdido la fe en la capacidad de
Maduro para gobernar.
Las
grietas dentro del régimen de Maduro se están multiplicando y ensanchando, y su
tiempo se está acabando. No puede resolver ni incluso paliar los problemas
desesperados que aquejan al pueblo de Venezuela.
Su
solución es simplemente más represión y un esfuerzo brutal para destruir la
última institución democrática de Venezuela, la Asamblea Nacional, como vimos
cuando su Primer Vicepresidente, Edgar Zambrano, fue encarcelado el 8 de mayo.
Los
venezolanos deben poder unirse y tomar las decisiones que enfrenta su país a
través de elecciones libres y justas que reflejen la voluntad de la mayoría, no
solo de unos cuantos corruptos que ostentan el poder.
Todos
los partidos y facciones democráticos deberán unirse y desarrollar un marco
para la transición que conduzca a esas elecciones. Y es la Asamblea Nacional,
como el único organismo electo previsto en la Constitución venezolana, la que
mejor puede gestionar este proceso.
Apoyamos
plenamente el trabajo que está realizando para desarrollar un marco de transición
en el que todos los venezolanos tengan voz.
Los
chavistas tienen que tomar una decisión. ¿Permitirán que su partido sea solo el
partido de Maduro y de la Asamblea Nacional Constituyente ilegítima e
inconstitucional? ¿O los chavistas apoyarán la democracia y permitirán que el
pueblo de Venezuela elija libremente a sus líderes políticos? Para aquellos
miembros Chavistas de la Asamblea Nacional que dejaron el organismo, el paso
más importante que pueden dar para revertir la crisis política de Venezuela es
regresar a la Asamblea Nacional y ocupar sus escaños.
Allí
pueden defender sus ideas e ideales dentro del marco institucional que brinda
la Constitución venezolana.
Tanto
la oposición como las voces Chavistas son esenciales para una transición pacífica
y la reconciliación nacional. Como todos los ciudadanos del país, los Chavistas
deberán desempeñar un rol en la reconstrucción de Venezuela. En su mejor
momento, el Chavismo representó la inclusión de voces venezolanas que
tradicionalmente habían sido excluidas de la conversación nacional. Pero para
que el Chavismo sea parte del futuro de Venezuela, debe ser verdaderamente
democrático y no puede ser impuesto por la fuerza.
El
objetivo de la política de los Estados Unidos es claro: ayudar a los venezolanos
que se esfuerzan por devolver a su país primero a la democracia y al estado de
derecho, y luego a la prosperidad.
La
recuperación solo puede comenzar cuando el gobierno respete los derechos de
todos los venezolanos, independientemente del partido político, la riqueza o
las conexiones. Cuando se cumplan estas condiciones, la población con talento
de Venezuela tendrá el firme apoyo de la comunidad internacional, en cuanto un
gobierno nuevo y legítimo comience el largo proceso de recuperación de la mala
gestión y la cleptocracia de Maduro.
Maduro
y sus cómplices robaron decenas de miles de millones al pueblo venezolano, pero
Venezuela todavía tiene sus vastas reservas de petróleo como base para la
recuperación.
No
hace muchos años, el país tenía empresas prósperas que creaban empleos de alta
calidad y bien remunerados. ¿Qué se interpone entre el pueblo de Venezuela y un
futuro más brillante? El régimen de Nicolás Maduro.
Seguiremos
ejerciendo presión sobre el régimen de Maduro y sobre aquellos que facilitan
sus tácticas represivas, incluidas Rusia y Cuba. Continuaremos apoyando a los
actores democráticos y al pueblo venezolano.
Estados
Unidos está seguro de que los venezolanos perseverarán en la construcción de un
país democrático, próspero y reconectado con el mundo. Seguimos comprometidos a
ayudarles a lograrlo.
Pero
para conseguirlo, Venezuela necesita una transición pacífica decidida por todo
su pueblo. Ahora es el momento para que los venezolanos comprometidos con un
futuro democrático se unan para hacer realidad esta nueva Venezuela.
Elliott
Abrams es el Representante Especial de los Estados Unidos para Venezuela
Esta
traducción se proporciona como una cortesía y únicamente debe considerarse
fidedigna la fuente original en inglés. Este artículo de opinión fue
originalmente publicado por The Miami Herald.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico