Julio César Arreaza B. 09 de junio de 2019
Del
episodio, aún no muy bien aclarado, acontecido el 30-4, sabemos del intento de
cohabitación con el régimen ilegítimo y criminal, el cual fracasó. Se pretendía
que los demócratas que hemos padecido las vicisitudes en estos 20 años de ignominia
nos tragáramos el sapo crudo de cohabitar en la transición democrática con el
general Padrino y el moreno Maikel, usurpador del TSJ. Una trama así no será
tolerada por el país, levantado en pie de lucha, porque hipotecaría el futuro
que construiremos sobre bases firmes democráticas, con la intromisión de
cabecillas causantes de muchas desgracias. Viene a cuento un episodio histórico
que ilumina el presente, el cual escuché de labios del escritor Carlos Blanco y
que paso a desarrollar.
Cuando
Pérez Jiménez sale precipitadamente del país a bordo del avión presidencial en
la madrugada del 23 de enero de 1958, sin avisar siquiera a sus ministros, que
permanecen en su despacho esperando sus instrucciones, los representantes de
las Fuerzas Armadas Nacionales, tratan de formar un gobierno provisional que
pueda llenar el vacío que hay dentro de la institución castrense y en la
Administración Pública Nacional.
Se
constituye una Junta Militar de Gobierno integrada por cinco miembros:
contraalmirante Wolfgang Larrazábal, coronel Abel Romero Villate, coronel
Roberto Casanova, coronel Carlos Luis Araque y coronel Pedro José Quevedo.
Las
Fuerzas Armadas Nacionales consideraron que había una amplia y sentida
aspiración nacional a que se le pusiera término a la gravísima situación
política que atravesaba el país, para conducirlo hacia un orden realmente
democrático.
Débil
y heterogénea es sin duda la recién constituida Junta Militar de Gobierno, al
sentir fuertes presiones externas se ve obligada a aceptar su ampliación,
incorporando a los civiles Eugenio Mendoza y Blas Lamberti, cambia de nombre y
pasa a llamarse Junta de Gobierno. Rápidamente se pone de relieve la fragilidad
de esta Junta, y trata de armonizar los diferentes factores de poder en el país
para cumplir con el objetivo de realizar, sin traumas, una transición hacia la
democracia. En vista de que se producen manifestaciones rotundas contra la
presencia en la Junta de Gobierno de los coroneles Roberto Casanova y Abel
Romero Villate, cercanos a Pérez Jiménez, surgidas tanto en las Fuerzas Armadas
como en la población civil, estos se ven obligados a abandonar la Junta y salir
inmediatamente del país. Aquellos oficiales habían actuado decisivamente en
respaldo al dictador cuando se produjo el alzamiento militar del 1° de enero
de1958.
La
Junta de Gobierno, dentro del propósito de conducir el país a un régimen
plenamente democrático, desde su misma instalación permite la más absoluta
libertad de expresión, de reunión, de asociación y de libre acción de los partidos
políticos. En virtud del objetivo de lograr la conciliación entre los
venezolanos, abre el país a todos los exiliados, e indulta a los militares que
se sublevaron en contra del régimen de Pérez Jiménez.
Finalmente,
aspiramos que el presidente Guaidó continúe transitando la ruta del coraje y
del desconocimiento que todos compartimos, No habrá salida si el régimen
usurpador no se va. La presencia de Padrino y Moreno hubiera significado una
cohabitación disfrazada, al quedar intacta la estructura del poder de las
mafias que han corrompido y asesinado. El país no se cala un cambio para que
nada cambie y se mantenga el reino de la impunidad. Ciertos articuladores y
financistas cuestionados calculan mal porque no tienen el tono del país.
No
más prisioneros políticos, torturados, asesinados, ni exiliados!
Julio
César Arreaza B.
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