Vladimiro Mujica y Horacio Medina 09 de junio
de 2019
Por
esta vez, y dadas la complejidad del momento y de nuestras coincidencias, este
artículo está escrito al alimón con mi querido amigo Horacio Medina.
En
un audio que ha circulado masivamente en las redes, y cuya fuente no ha sido
disputada, se escucha la voz del Secretario de Estado norteamericano. Mike
Pompeo, advirtiendo que la oposición venezolana no tiene un plan post-Maduro y
que si este llegara a salir del poder se enfrentaría una situación
endiabladamente complicada para manejar al coro de más de cuarenta personas que
aspirarían a ser los sucesores de El Usurpador.
Por
supuesto que las reacciones no se han hecho esperar, y van desde señalar que
Pompeo gasta tiempo y recursos en decir lo obvio en un momento impertinente, es
decir apuntar lo que todo el mundo sabe sobre las divisiones de la oposición, y
al hacerlo darle con ello armas y argumentos al chavismo; hasta quienes
expresan su indignación y frustración ante el hecho de que quienes están
obligados a unirse no lo hagan por sus disputas internas, y de que todo el
mundo nos recuerde que pareciera que los venezolanos somos los primeros que no
nos queremos ayudar a nosotros mismos.
Quizás
valga la pena antes de seguir con nuestro análisis, recordar un trozo de la
letra de una hermosa y profunda canción de Tracy Chapman: Change:
Como
la lírica de la canción de Chapman, las palabras de Pompeo, más allá de su
intención política nos deberían recordar, por n-ésima vez en estos últimos 20
años de oprobio y traición del gobierno chavista contra su propio pueblo, que
los venezolanos no hemos terminado de aprender nuestra lección de no anteponer
intereses menores al interés de la nación, lección válida tanto para el
ciudadano de a pie como para la dirigencia política. Tampoco hemos logrado
madurar políticamente como pueblo, a pesar de décadas de sufrimiento, y
seguimos trivializando los términos de la guerra y la paz, como si se tratara
de una cuestión de un pronto, Para complicar nuestro aprendizaje ahora se
dispone de los medios sociales que les otorgan voz a todos, especialmente al
fraude colectivo de los llamados “influencers”, y que funcionan simultáneamente
como altares y paredones de ejecución públicos.
Pero
quizás las palabras de Pompeo tengan otra lectura. La de mandar un mensaje
encriptado en el lenguaje sobre lo que se está cocinando en la comunidad
internacional y que puede tomar por sorpresa a quienes insisten en el todo o
nada que solamente se alcanza cuando se logra una victoria militar, algo que
difícilmente será el resultado de la confrontación entre el país rojo y el país
azul. En esencia nada ha variado en la enumeración, aunque si en su peso
relativo, de los factores de poder que van a decidir el curso de los
acontecimientos en Venezuela y que constituyen un rompecabezas formidable.
Algunos son internos: la presión de calle, la unidad o su ausencia en la
oposición venezolana y la posición de las Fuerzas Armadas y el chavismo
disidente. Otros son externos, por un lado, la comunidad internacional aliada
de las fuerzas democráticas, especialmente el Grupo de Lima, el Grupo de
Contacto, la Unión Europea, la OEA y la ONU y los Estados Unidos. Por el otro
los actores internacionales aliados de El Usurpador, Cuba, Rusia, China, Irán y
los grupos de la guerrilla del ELN y el terrorismo como Hezbollah. Por último,
los actores criminales abiertamente ligados al mundo de la droga. En medio de
esta complejísimo entramado, uno no logra entender como alguna gente en
Venezuela sigue hablando de una solución que se alcance solamente entre
venezolanos, como si ya los términos de injerencia, especialmente la cubana, no
fuesen enteramente equivalentes a los de un ejército de ocupación.
Por
otro lado, está la pregunta más determinante: ¿Qué se necesita como elemento de
presión para que Maduro y su camarilla criminal acepten un proceso de
transición y su salida del poder? Hasta ahora nada parece haber tenido la
fuerza suficiente para determinar un cambio en la conducta del régimen, que
continúa desafiando el rechazo de su propio pueblo, una situación inestable en
su base de apoyo civil y militar, y a la comunidad internacional. Maduro se
sigue burlando de su gente y del mundo. y sin embargo cada vez se encuentra en
una situación objetiva de mayor debilidad. El problema es que el país entero
también está al borde de la ruina total, que nos encontramos en medio de un
éxodo masivo que ya supera la increíble cifra de 4 millones de personas en una
población de 26 millones, y que tanto los venezolanos que han emigrado, como
quienes se han quedado en Venezuela están enfrentados a una situación abismal
de penuria y sufrimiento. A la par la oposición tampoco está fortalecida
después de varios meses de anuncios incumplidos. Ello a pesar de los enormes
avances que ha representado la acción del gobierno constitucional de Guaidó.
Así
las cosas, la reciente declaración conjunta del Grupo de Lima y el Grupo de
Contacto, unida al críptico audio de Pompeo, hacen pensar que la comunidad
internacional está derivando cada vez con más fuerza hacia impulsar una
elección presidencial anticipada con garantías y supervisión internacional.
Para quienes esperan el triunfo último de la justicia y la victoria final sobre
el chavismo, esa opción oculta dos palabras impronunciables en la actual
atmósfera opositora: Diálogo y Negociación entre el gobierno legítimo y la
oposición democrática y las fuerzas de la usurpación, para acordar los términos
de la transición y, sobre todo, otorgar garantías de participación electoral al
chavismo, acordar la liberación de los presos políticos, el cese de la
represión y el manejo del gobierno durante el período de transición. Todas
cosas que de ninguna manera pueden ocurrir sin apoyo del sector militar.
Como
en la canción de Tracy Chapman, enfrentados a la disolución y la muerte de la
nación en un impredecible enfrentamiento bélico o rebelión civil: ¿Cambiaremos?
En otras palabras, y hay que decirlo con toda claridad, la mejor salida en este
momento para Venezuela, dadas las condiciones de agotamiento y fractura tanto
del régimen usurpador como de la sociedad democrática, es una elección
anticipada, con garantías internacionales que se extiendan no solamente al
registro electoral, las autoridades electorales, la participación de
venezolanos en el exterior y, de modo muy importante, a la protección de los
testigos opositores en las mesas electorales. No olvidemos que esta es la
verdadera fuente del fraude central electoral que es la usurpación de identidad.
Como dijera el Padre Luis Ugalde en una reciente conferencia en Bilbao: Lo que
más escasea en Venezuela es la esperanza. Pero solo entendiendo la complejidad
de donde estamos metidos podremos darle nueva vida. Pensar en victorias finales
contra el chavismo en este momento es una ilusión. Ya vendrán los tiempos de
justicia. Por ahora, será un milagro que salgamos de este hueco sin añadirle
mas muerte a nuestra tragedia si acaso logramos articular la formula mágica:
unidad democrática, protesta ciudadana, apoyo internacional, y fractura del
chavismo disidente, de la fuerza armada o de ambos.
Vladimiro
Mujica | Horacio Medina
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