Andrés Cañizález 10 de junio de 2019
Sales
un día a buscar una empresa, por ejemplo de servicios, y te encuentras con el
cartel que dice fue cerrada. Conversas con un empresario y te comenta que la
semana pasada le tocó despedir a 12 de los obreros. Calladamente la actividad
empresarial privada en Venezuela se va achicando. Atraviesas una zona
industrial y son más los portones con señal de abandono que con actividad
laboral.
La
crisis tiene tantas cabezas que dejamos en segundo plano el desmontaje industrial
que está en marcha en Venezuela, producto de la guerra económica de Nicolás
Maduro contra el sector privado. Y lo peor, es que de no ocurrir un cambio
político en un tiempo prudencial, sencillamente dejará devastado a este país.
De
acuerdo con las cifras que maneja Conindustria, que reúne a las cámaras de
industriales de Venezuela, el chavismo ya en sí ha significado la muerte del
sector privado.
En
1999 cuando Hugo Chávez llegó al poder existían 12.700 industrias. Tras 14 años
de Chávez y otros seis de Nicolás Maduro en el poder apenas sobreviven 2.500
industrias de capital privado.
La
recuperación industrial del país será uno de los más grandes desafíos que
enfrente el primer gobierno post-chavista. Venezuela hoy necesita de todo, en
todos los sectores, y al estar colapsada la industria petrolera, es impensable
volver a un esquema de importaciones masivas. La recuperación de la democracia
deberá traer de la mano la reparación del aparato industrial.
Y
ambas cosas deben suceder en corto plazo. Si no es posible, entonces que el
último apague la luz. Según la encuesta de Conindustria entre sus agremiados,
el 85 por ciento de los industriales venezolanos cree que deberá cerrar su
empresa en el lapso 2019-2020 en caso de que no termine de concretarse el
esperado cambio que implique la salida de Nicolás Maduro del poder.
El
chavismo, entretanto, insiste en hablar de empresas del Estado, pero eso en
realidad es un desaguadero de recursos públicos.
Según
el estudio realizado por Transparencia Venezuela, capítulo local de
Transparency International, medio millar de empresas son administradas por el
Estado en Venezuela. Sobre la gran mayoría existen denuncias de corrupción.
El
caso más cruel es el servicio eléctrico. Administrado por empresas privadas
desde sus orígenes, a inicios de 2007 Chávez anunció con bombos y platillos la
estatización del sector y centralizó todo el sistema en un mamotreto al que
bautizó como Corpoelec, la Corporación Eléctrica Nacional.
De
acuerdo con Transparencia, hasta 2018 Corpoelec había despilfarrado 23.000
millones de dólares, en diferentes tramas de corrupción que como capas se han
ido superponiendo.
Y
quien escribe, como millones de venezolanos, hace un esfuerzo por no maldecir a
Corpoelec cada noche, cuando de manera muy precisa, ve cortado su servicio
eléctrico durante 5 horas a partir de las 19:00 horas.
No
hay expectativa de que asuntos tan básicos se normalicen con el actual régimen
¿será Maduro quién terminará apagando la luz?
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico