Laureano Márquez Sábado, 3
de agosto de 2013
La noticia no es tomadera de pelo, la
registra el diario Panorama . En Venezuela parece que estamos tocando fondo y
eso ya es mucho decir porque somos el país de los fondos infinitos, donde ya
casi nada logra impactarlo a uno, por eso la información ha asombrado a la
colectividad, no tanto por la gravedad del hecho en sí mismo, sino porque el
país está impresionado de que haya algo que lo sorprenda. El caso es que en la
ciudad de Maracaibo se ha puesto de moda el atraco de cabello.
Suena descabellado, no cabe duda, pero
está sucediendo. Unas mujeres denominadas "las pirañas", provistas de
tijeras, atracan a las damas en el centro de la ciudad y en vez de llevarse la
cartera o el teléfono lo que piden es el pelo. Según la información, mechones
abundantes de hasta 22 centímetros pueden costar entre 2 y 5 mil bolívares y
son vendidos en peluquerías, algunas de las cuales tienen avisos que dicen:
"se compra cabello natural".
Ya la situación en sí misma es
dantesca, que una malandra se te acerque y te suelte: "¡dame el pelo o te
quiebro!", rompe con todos los parámetros delincuenciales. Aquí no valen
excusas como: "¡no por favor, que no me lo lavé hoy!" o "¡¿pero
no estás viendo que tiene horquetillas?!". No sé si, aparte del país más
feliz del planeta, hay otro lugar en el mundo en el que se registren casos
similares. Tan asombroso como que alguien te tome el pelo es que haya otra
gente dispuesta a comprarlo y supone uno que otra persona dispuesta a
colocárselo nuevamente. Como funciona este complejo negocio del cabello es una
asunto escabroso que probablemente nunca conoceremos en su totalidad y
seguramente nadie se atreverá a investigar.
Quien quita que más de una robada
reconozca su melena en la cabeza de otra dama y proceda a recuperarlo por la
fuerza, porque en esto de la robadera de cabello, ladrón que roba a ladrón
tiene 100 años de perdón.
¿Qué medidas tomar frente a tan
inusitado hecho? Según el diario mencionado, muchas damas han optado por
caminar con la cabellera tomada de la mano o recogida, pero eso no es garantía
de nada, porque en este caso no se trata de un arrebatón sino de sometimiento y
corte, como en la Revolución Francesa. Una opción es que las posibles víctimas
se rapen su propio cabello y lo vendan de una, antes de que las pirañas hagan
su trabajo, claro que por esta vía, los ciudadanos terminaremos saliendo
desnudos a las calles, porque hoy es el cabello, mañana la camisa, pasado el
pantalón, porque los zapatos hace tiempo que los roban.
En fin, hacemos un llamado a las
autoridades competentes para que alguien tome cartas en el asunto. Que se
investigue esto hasta las últimas consecuencias, caiga quien caiga, porque el
robo de cabello no puede quedar impune.
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