EZEQUIEL VÁZQUEZ-GER 23 ENE 2014
Consultor y analista político basado en Washington DC
Las próximas elecciones
presidenciales en Costa Rica podrían verse manchadas por la presencia de dinero
chavista que busca nuevos horizontes en países con democracias aún frágiles
El 2014 es un año electoral en América
Latina con elecciones presidenciales en Costa Rica, El Salvador, Panamá,
Colombia, Brasil, Uruguay y Bolivia. Estas elecciones tendrán lugar en el marco
del peligroso legado que la muerte de Hugo Chávez ha dejado no sólo para
Venezuela, sino también para algunos países en los cuales aún existen muy altos
niveles de corrupción y que fácilmente pueden volver a ser captados por
gobiernos autoritarios. Algunos de estos países son Costa Rica, El Salvador y
Panamá.
Los incalculables niveles de
corrupción existentes durante la era chavista en Venezuela han dado lugar al
nacimiento de una “boliburguesía” compuesta por un muy pequeño grupo de
personas, pertenecientes a todo tipo de clase social y sectores económicos
-funcionarios del gobierno, banqueros, contratistas-, que han amasado
conjuntamente cientos de miles de millones de dólares a través de negocios poco
limpios en sectores como el financiero, petrolero, energético y la
construcción.
Muchos de estos boliburgueses han tenido
que salir de Venezuela, algunos escapando a la inseguridad y el casi inoperable
estado de la economía, y otros por haber caído víctimas del sistema que ellos
mismos han contribuido a construir, debiendo huir de la justicia de su país.
Pero con tanto dinero en sus espaldas, esta gente se encuentra buscando
oportunidades de inversión, mediante los mismos métodos poco limpios que
utilizaban en Venezuela: el financiamiento electoral desmedido, la corrupción y
el tráfico de influencias. El primer mecanismo para encontrar estas
oportunidades es a través del financiamiento de campañas electorales en países
con democracias frágiles y corrupción rampante.
En este marco, sobresale el caso de
Costa Rica, país cuyas elecciones presidenciales tendrán lugar el próximo 2 de
febrero. En Costa Rica se debaten dos peligrosos extremos. Por un lado José
María Villalta, quién abiertamente promueve lo que fue el modelo chavista en
Venezuela. Por otro lado, el candidato del Partido Liberación Nacional Johnny
Araya, quién ha sido durante más de 20 años Alcalde de San José. Sobre Araya
recaen las más diversas sospechas, incluyendo tres causas abiertas por abuso de
autoridad, enriquecimiento ilícito y corrupción. Sin embargo, Araya elude
abiertamente la confrontación sobre este tema e incluso decidió no asistir a un
debate presidencial en el cual el tema central era justamente la corrupción.
Notas de prensa han indicado que el
año pasado Araya viajó a República Dominicana a bordo de un avión privado, para
reunirse con un grupo de supuestos banqueros venezolanos que habrían estado
interesados en analizar inversiones en gas natural en Costa Rica. De acuerdo al
mismo reporte, la reunión habría sido gestionada por Fernando Berrocal, ex
Ministro del Presidente Oscar Arias, asesor de Araya, y quién dice ser también
asesor de muchos “inversores” venezolanos.
Los banqueros venezolanos que
participaron de la reunión y pusieron a su disposición el avión privado en el
cuál viajó Araya, están encabezados por Gabriel y Leopoldo Castillo Bozo, ex dueños
del banco venezolano Banvalor. Ambos han sido acusados en su país de haber
cometido un fraude financiero para lograr la adjudicación ilícita de bonos por
parte del Banco Central de Venezuela. Concretamente, el presidente del Banco,
Leopoldo Castillo Bozo, fue imputado por el delito de simulación de operaciones
bursátiles.
Es indispensable que las autoridades
en Costa Rica pongan atención firme a este tipo de reuniones en las cuales se
podría estar socavando el proceso electoral en el país.
La compleja situación política en
Venezuela logra muchas veces que pseudo-banqueros y pseudo-empresarios, quienes
a través de mecanismos ilícitos generaron inmensos perjuicios al país, se
mimeticen con gente de bien. Pero son estos pseudo-banqueros y pseudo-empresarios
quienes lograron en pocos años apoderarse de varias instituciones financieras
en Venezuela, montando variadas estructuras fraudulentas que acabaron
destruyendo la economía del país.
Hoy, esta misma gente intenta penetrar
países con democracias frágiles, como Costa Rica, República Dominicana y
Panamá. Se presentan como empresarios de bien, pero al fin y al cabo mantienen
los mismos métodos poco limpios que los llevaron a donde están. Son estos
boliburgueses, el legado de Hugo Chávez, quienes constituyen un enorme riesgo a
las democracias en América Latina, ya que buscarán financiar campañas
electorales para mantenerse cerca del poder de turno, socavando la
transparencia y el fortalecimiento institucional de muchos países en América
Latina.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico