Por Luis Vicente León 16 de Enero, 2014
El presidente Maduro presentó en la
Asamblea Nacional un discurso radical y amenazante que tuvo poco sobre su
Memoria y Cuenta y mucho de retórica para maquillar algunos anuncios de un
ajuste estructural que se hace indispensable en el medio de una crisis
económica que se acrecenta a diario.
El envoltorio socialista dentro del
cual debe mantener su discurso exige que la adopción de acciones económicas,
que será inevitable tomar, no sean ni explícitas ni plenas, comprometiendo su
eficiencia desde el nacimiento.
¿Hubo o no hubo devaluación? Luego de
una larga introducción llena de citas irrelevantes, el Presidente anunció
entrelíneas una devaluación implícita del tipo de cambio, aunque los periódicos
nacionales e internacionales resalten en sus primeras planas que el gobierno
mantiene la tasa oficial en 6,3 Bs/$, dándole continuidad a una brutal
sobrevaluación cambiaria.
Nicolás Maduro informó que mantendría
el dólar oficial a 6,30Bs/$, pero que fortalecerá los mercados alternativos con
tasas más elevadas (aunque sólo definió por ahora al SICAD), donde
probablemente se operarán presupuestos de divisas más altos, desplazando
importaciones que hoy se hacen con dólares de CADIVI. Es obvio que el
Presidente evadió decantarse por una devaluación abierta (algo que hubiera sido
lo económicamente correcto) debido al elevado costo político que esta medida
tendría, además del impacto inmediato sobre las estadísticas de actividad
económica venezolana, las cuales se deteriorarían en términos de moneda
extranjera, mostrándose un poco más reales.
Pero es obvio que el gobierno necesita
esta devaluación para cubrir un enorme déficit fiscal y una demanda desbordada
de divisas para importación. La ruta que toma es evidente: van a re-jerarquizar
las asignaciones de divisas, fortaleciendo a SICAD y reduciendo el número de
beneficiarios de CADIVI (ahora eliminada y sustituida por el Consejo que
centralizará las importaciones y podrá asignar
las divisas discrecionalmente en uno u otro mercado cambiario). En la
práctica, esto significa que el precio del dólar promedio al que se adquirirán
mercancías se incrementará, registrándose una devaluación implícita. Debajo del
anuncio del mantenimiento del tipo de cambio barato, el gobierno tenderá a
devaluar para incrementar los ingresos en bolívares de PDVSA y así reducir sus
crisis de flujo de caja en bolívares.
Maduro envuelve también en la retórica
del control del consumismo, de corte “construcción del Hombre Nuevo”, el
anuncio de una restricción de liquidez y del gasto público, una decisión que
era también indispensable para poder bajar la presión inflacionaria que se come
el poder adquisitivo de los venezolanos y mantiene a toda la economía nacional
en jaque. Y esto no es algo que haya sido desatado por esa “Guerra Económica”
que Maduro ha utilizado en clave de campaña política, sino precisamente por el
financiamiento que ha tenido que hacer el Banco Central de Venezuela a PDVSA,
debido a la fuerte sobrevaluación cambiaria, que le impide obtener suficientes
bolívares para financiar sus necesidades básicas y el sostenimiento de las
misiones, además del deterioro de la actividad privada como una consecuencia de
la hostilidad gubernamental.
¿Qué significan los cambios en el
gabinete? Los nombramientos en el gabinete económico forman parte de un mensaje
que debe leerse con cuidado. En la Vicepresidencia Económica ratifica a Rafael
Ramírez y en Finanzas a Marcos Torres, pero devuelve a Merentes al Banco
Central de Venezuela. Éste es un team proveniente de un reciclaje interno del
gabinete vigente, así que no puede considerarse como un cambio profundo. Sin
embargo, no forman parte de la opción más radical (la más cercana al ministro
Jorge Giordani, cabeza de los ideológicos y muy mencionado como “fuente” en la
parte política del discurso de Maduro).
Ramírez es un perfecto representante
del modelo bipolar: radical en lo político, pero negociador en lo económico. Y
eso es algo que se puede comprobar en las negociaciones que adelantó el año
pasado con la petroleras extranjeras. Marcos Torres, por su parte, es un
técnico sólido y relativamente abierto, quien viene de desempeñar una labor
positiva en el Banco de Venezuela. Y a Merentes se le conoce por sus posiciones
más abiertas y sus propuestas cambiarias mas flexibles, aunque también por la
poca capacidad de acción reciente.
No es un gabinete moderno, pero
tampoco son representante de esa ruta de la comunización del país. Además,
todos tienen experiencias previas de negociación con el sector privado. Ahora
bien, aunque esta jugada de Maduro incluye algunos parches para atender la
crisis, es obvio que no hubo ningún indicio de que el gobierno esté dispuesto a
una cirugía mayor, algo indispensable en medio de esta crisis.
¿Dónde estamos parados ahora?
Paradójicamente, en medio de un discurso radical, Nicolás Maduro anunció una
devaluación implícita, una restricción monetaria y un gabinete de corte
moderado. Pero además dedicó una parte importante a atacar a la empresa
privada, disminuyendo su capacidad para estimular las inversiones y acciones
posibles del único sector que puede garantizar un rescate relativamente rápido
de la oferta de bienes y servicios, hoy indispensable para atender los
problemas de desabastecimiento y escasez.
La tendencia gubernamental parece ser
incrementar las importaciones públicas para sustituir un sector insustituible.
Todas las experiencias mundiales de esta estrategia son claramente negativas:
no existe ningún ejemplo de importaciones públicas masivas que haya garantizado
estabilidad económica y mucho menos desarrollo. Es cierto que la disponibilidad
de divisas del gobierno venezolano es suficiente como para evitar un colapso de
abastecimiento este año, pero también se puede esperar que sea irregular si
consideramos las fallas de distribución y limitaciones de productos, envases y
marcas, con altos índices de improductividad.
El Presidente se enfrascó de nuevo en
el análisis de las consecuencias y no de las causas de la crisis. Y sus
intentos por atacar las razones de fondo son, como diría Hugo Chávez,
“pírricos”. Está claro que los anuncios de Nicolás Maduro, limpiándolos de las
amenazas y los ataques, permiten presumir que sabe que tiene que adelantar
algunos cambios estratégicos o se le vendrá el mundo encima. Sin embargo, las
estrategias previstas son tan débiles y están tan encubiertas que no pasarán de
oxigenar su gestión apenas un poco durante los próximos meses, pero lo harán
arrastrando una crisis de inversión, producción privada y confianza que queda
sin resolver.
Todo esto sin considerar las
dramáticas consecuencias que tendría una caída en los precios del petróleo.
Ojalá no ocurra.
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