Por Luisa Pernalete, 21/01/2014
¿Usted es de los que cree que no hay nada que hacer para enfrentar la violencia? Pues le tengo una buena noticia: se puede hacer mucho para prevenir la violencia, reducirla y sentar bases para la convivencia pacífica, sin necesidad de dólares de CADIVI y sin que usted o yo tengamos poder de decisión para implantar políticas públicas.
Estamos
hablando de la paz en el hogar, en la escuela y en su comunidad. Dedicaremos
varias columnas a este tema: erres para convivir en paz.
1.-
Reconocer. Este paso creo que ya se ha dado, pues son muchas las familias que
reconocen que tienen problemas serios de relación: se ha perdido control, hay
madres que no saben qué hacer con sus hijos; hay muchos directores de escuelas
que aceptan que tienen violencia en el aula, y parece que la sociedad
venezolana y el alto gobierno, a raíz de la muerte trágica de la actriz Mónica
Spear, amén de las universidades e investigadores que lo vienen alertando.
Junto con reconocer el problema – en alto grado – esta erre supone un
re-conocimiento de la violencia: sus nuevas formas, la que hemos estado
ingiriendo sin darnos cuenta y tal vez devolviéndola a los que nos rodean;
recibo insultos, devuelvo insultos…
2.-
Reflexionar: detenernos frente al fenómeno. Comprender al violento, no para
disculparlo, sino para saber por qué actúa de esa manera. Ni la escuela ni l
familia están para juzgar, pues lo que se busca es que el violento abandone sus
actitudes que dañan a los demás. En esta misma erre metemos el tema de enseñar
a pensar antes de actuar. La convivencia pacífica requiere de un elemento
cognitivo, requiere, para decirlo con Manuel Segura Sj, de 5 pensamientos:
·
el consecuencial,
·
el alternativo,
·
el causal,
·
el de perspectiva
·
el de medio– fin.
En otras palabras, pensar antes de actuar, saber
que toda acción tienen consecuencias, que todo conflicto tiene más de una
salida, saber ponerse en el lugar del otro, saber las causas de los actos de
otros, saber colocarse metas y poner los medios para lograrlas. Este trabajo no
se está haciendo ni en las familias ni en las escuelas.
3.-
Reunión: Solos no se sale de ninguna violencia. El niño acosado en el aula
necesita ayuda y aliados, la madre violentada en la casa o que maltrata a sus
hijos necesita ayuda profesional y personas que le escuchen, la maestra que ha
sido amenazada en su liceo, o simplemente que está agobiada por los problemas
cotidianos de violencia en el aula, el joven que teme a las bandas en su
comunidad… todos necesitan ayuda y la comunión con otros con problemas
similares o de profesionales que contribuyan a buscar soluciones colectivas.
4.-
Respirar, relajarse, recrearse, reírse. Usted
dirá que son 4 erres y no una, sí, pero todas pertenecen a la misma categoría:
hay que bajar las angustias, el estrés, bajo presión no se pueden tomar
decisiones adecuadas. La violencia, del tipo que sea, altera nuestro estado de
ánimo. Respirar profundo ante un hecho violento, o como práctica sana después
del receso en la escuela, el equilibrio entre trabajo y descanso, técnicas de
relajación para liberar estrés, aprender a reírse de uno mismo, cultivar el
sentido del buen humor – todo eso se aprende- son herramientas importantísimas
para reducir la violencia y fomentar la convivencia pacífica. El sentido del
humor distiende, quita dolores, relaja, acerca, es gratis.
Por hoy hasta aquí. Hay que llegar hasta la erre de
responsabilidades, y en ésta, “cada cargo con su carga”. Antes de cerrar, un
comentario necesario: esta ventana que el Correo del Caroní me ofreció hace
unos años y que la hemos mantenido semanalmente, está en peligro por falta de
papel. No quiero que se cierre. Los periódicos son importantes para la
Democracia. ¡Ojalá Ciudad Guayana pueda seguir contando con su Correo del
Caroní!
Lea
y descargue la guía de Manuel
Segura sj
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