JOHANN STARCHEVICH 16 de enero de 2014
La apuesta del presidente de
Venezuela, Nicolás Maduro, por amarrar el tipo de cambio es insostenible, según
analistas, que estiman que los cambios en el gabinete de finanzas mantendrán
inalterado el rumbo de la política económica del gobierno.
Maduro descartó el martes ante el
Parlamento devaluar el bolívar este año, a pesar de que analistas consideran
impostergable esta decisión para bajar la presión sobre el desbocado mercado
negro, aliviar el déficit fiscal y enfrentar la sequía de divisas que arrastra
el sector productivo tras once años de control cambiario.
La tasa de cambio del bolívar es
actualmente de 6.3 por dolar, un valor considerado demasiado bajo que estimula
las importaciones, desalienta la producción local e impulsa el alza de los
precios. Además, fomenta un mercado negro donde el valor del dólar es 10 veces
más alto que el fijado por el gobierno.
El vicepresidente Jorge Arreaza
aseguró este jueves que mantener la tasa cambiaria a 6.30 bolívares es
“indiscutible” para sectores prioritarios como el de la alimentación y los
insumos para la industria.
El gobierno de Maduro afirma que es
blanco de una “guerra económica” fomentada por especuladores. Enfrentado a una
inflación anual de 56%, Maduro impuso a fines del año pasado rebajas forzosas
de precios, reducciones del margen de ganancias y un aumento del 10% del
salario mínimo de los venezolanos.
En este contexto, economistas dijeron
que no ven cómo Maduro podrá sostener al bolívar.
“Este tipo de cambio es inviable e
insostenible con el tiempo (…) la economía está en ascuas, va al garete porque
lo anunciado genera más incertidumbre”, resaltó a la AFP el economista Jesús
Casique.
Para Casique, el dólar oficial se
mantendrá para el sector público “en detrimento de los privados”, quienes
-según dice- deberán recurrir al sistema complementario de divisas (Sicad) para
obtener dólares, a 11.3 bolívares por billete verde en promedio, mediante un
complejo proceso de subastas.
“Darán dólares a 6.30 bolívares a
algunos privilegiados. (Pero el gobierno) no indica a quiénes se les va a dar
esas divisas”, denunció Jorge Roig, presidente de la gremial empresarial
Fedecámaras.
Roig advirtió que al gobierno le urge
asumir decisiones que podrían resultarle costosas políticamente. En este
sentido, aludió a que una devaluación dispararía la inflación en un primer
momento, pero aliviaría las cuentas del gobierno y frenaría el dólar paralelo.
Venezuela espera “soluciones
integrales de un paquete económico que más temprano o más tarde van a tener que
asumir”, añadió.
En la misma línea, el analista Luis
Vicente León consideró que si “bien es cierto que el gobierno evade tomar una
decisión abierta (de devaluar), el mantenimiento del dólar a 6.3 bolívares será
referencial”.
Dijo que al Ejecutivo se le hace
“imposible mantener un subsidio masivo sobre todas las importaciones del país”
con el actual tipo de cambio, debido a la escasez de divisas.
“Los presupuestos migrarán a mercados
alternativos más caros”, aseguró León en Twitter.
Casique no descartó que Venezuela
recurra a “microdevaluaciones” para algunos sectores de la economía y aseguró
que las intenciones de Maduro se diluirán con la inflación.
“Se harán devaluaciones implícitas y
no tienen ninguna lógica porque nos resta competitividad en la región. Lo mejor
era devaluar”, apuntó el economista.
Dentro de sus anuncios, Maduro
prometió fortalecer el Sicad con mayores montos y dijo que un mayor número de
sectores serán convocados a las subastas.
Incluso prometió incorporar a sectores
privados en la oferta de dólares, dentro de un nuevo sistema de otorgamiento de
divisas que desde el año pasado el Ejecutivo anunció que creará.
Analistas también esperan que esas
medidas sirvan para liquidar la deuda que arrastra el Estado con los sectores
productivos, estimada en 9,000 millones de dólares.
Pero “esa deuda nunca será cancelada a
6.3 bolívares”, advirtió el economista Luis Oliveros.
Maduro también formuló cambios en
parte de su equipo económico, pero mantuvo al frente a las principales cabezas:
el ministro de Planificación, Jorge Giordani, y el vicepresidente del área
económica, Rafael Ramírez, llamado el “zar” de las finanzas locales, pues
también es ministro de Petróleo y presidente de la petrolera estatal PDVSA, con
lo que controla el 95% de las divisas que entran en el país.
Otro militar fue incorporado al
gabinete económico. Se trata del general Rodolfo Marco Torres, compañero del
fallecido Hugo Chávez en su intentona golpista del 1992, que acompañará a
Hebert García (Órgano Superior de la Economía) y Wilmer Barrientos (Industrias)
en la cartera financiera.
Torres, ahora ministro de la Banca
Pública, fusionará su ministerio con el de Finanzas, donde sustituirá al
matemático Nelson Merentes, quien se mantuvo desde hace meses de bajo perfil en
las decisiones sobre política económica.
“Son cambios, enroques, que no
cambiarán el modelo”, añadió Casique.
Por ello, León sostuvo que las medidas
de ajuste anunciadas por Maduro “están tan maquilladas que probablemente la
economía no las reconozca”.
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