LUDMILA VINOGRADOFF 14 de enero
de 2014
Durante la época de
Chávez hubo fallos en el suministro de harina de trigo, pero nunca con el
desabastecimiento de ahora
La panadería Aída de la urbanización
los Palos Grandes amaneció este lunes sin pan. El fin de semana se gastó el
último saco de harina de trigo que le había prestado un amigo suyo para hornear
pan campesino, cachitos de jamón (croissants) y roscones de reyes, que tanta
fama le han ganado entre los caraqueños.
En los últimos 15 años, durante la
gestión del fallecido presidente Hugo Chávez, ha habido fallas en el suministro
de harina de trigo pero nunca con el desabastecimiento de ahora. El gobierno es
el principal importador del trigo y desde diciembre no distribuye la materia
prima a las panaderías por una huelga de los trabajadores de Molinos Nacionales
(Monaca), que ha sido expropiada hace dos años.
Monaca cubre el 40 % del mercado y las
otras empresas no han recibido a tiempo las licencias de importación, los
certificados de producción y las divisas para la reposición de inventarios. El
proceso es lento y burocrático y no será sino a mediados de febrero cuando se
normalice la situación en caso de que el gobierno autorice a tiempo las
divisas.
Repercusión en la industria
La falta de harina no sólo ha afectado
a las panaderías sino también a la industria procesadora de pastas
alimenticias, que también están en manos del gobierno. Las pastas a precio
regulado están escaseando en el mercado. Los empleados de la Aída todavía
sonríen con cierta pesadumbre a los clientes explicando que algunas panaderías
de las zonas populares de Caracas como Catia y la Candelaria “ya han cerrado
esta semana”. Y en el interior como Mérida y Táchira tienen problemas desde
diciembre.
“No tenemos pan porque no hay harina”,
dicen los panaderos. No hace falta siquiera poner letreros. Lo que está a la
vista no necesita explicación. El gobierno chavista es el que otorga las
divisas y también el que importa. Es un círculo vicioso. Las panaderías han
alargado los sacos de harina ahorrando como pueden y prestándose unas a otras
el trigo pero ya han agotado sus reservas. Han establecido un horario de
producción escalonada de pan salado, reduciendo la fabricación de cachitos,
pasteles y dulces. La poca harina que les queda es para hornear tortas con lo
que se compensan para no cerrar definitivamente como lo hace la panadería Aida
a la espera de mejores tiempos.
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