Por Mitzy C. de Ledezma, 31/03/2015
A la característica torpeza que define la conducta del actual régimen
de Nicolás Maduro, se le añaden el atropello, la vejación y el ensañamiento, y
de esto dan fe los siguientes hechos: la pasada semana fuimos víctimas de
medidas oficiales violatorias de los más elementales derechos humanos. El
domingo 22 de marzo se me impidió el legítimo derecho de visitar a mi esposo
Antonio Ledezma, arbitrariamente recluido en la cárcel militar de Ramo Verde
bajo el ridículo argumento de que mi cédula de identidad no era válida.
Al día siguiente, lunes, nuestra hija Antonieta fue retenida por varias
horas en el aeropuerto internacional de Maiquetía y sometida a una revisión
corporal por funcionarios del Destacamento 56 de la Guardia Nacional. Le fue
retenido el pasaporte, y su equipaje fue exhaustivamente revisado. Fue
incomunicada en una oficina del terminal aéreo. Había llegado hace diez días
para visitar a su padre preso y participar en las diferentes actividades en las
cuales se exigía su liberación. A todas estas le pregunto al régimen: ¿A qué le
tienen miedo? ¡Seguiremos al frente, dando la cara y exigiendo la libertad de
Antonio Ledezma y los demás presos políticos!
Ante toda la situación que se presenta, lo que priva en la percepción
de la ciudadanía es que estamos huérfanos de gobierno. El régimen está dando
saltos en el vacío, y continuamos inmersos en la aguda crisis que se manifiesta
con la inflación, la escasez, la devaluación de la moneda, la represión, y
ahora con guerras inexistentes. Lo que la ciudadanía palpa es que el barco está
a la deriva y sin timonel, porque cada vez que Maduro habla, nada dice, y la
gente queda más confundida que nunca.
Estamos arrastrando una tragedia económica y social, y todo esto es el
resultado de la incompetencia e ineptitud de los gobernantes. Por eso se
producen los abusos de todo tipo y sin el mínimo escrúpulo. Por eso la inmensa
corrupción que ha lanzado por un desaguadero miles de millones de dólares. Las
instituciones y los servicios públicos funcionan cada día peor, pero el régimen
no aprende, no rectifica, todo lo contrario, están cada vez más obtusos. Se
valen de cualquier argucia para injuriar, calumniar, abrir investigaciones y
encarcelar con su respectivo expediente a quienes decidan sacar del juego
político, como en el caso de Antonio.
Cada día son más los venezolanos que se terminan de convencer que esta
experiencia ha sido lo peor que ha podido ocurrirle a nuestro país. Por eso,
entre otras razones, debemos mantenernos en pie de lucha, abriendo caminos de
esperanza con la fuerza de la fe, porque todo este sacrificio colectivo debe
traernos experiencias y nuevas oportunidades en las que nos demos el gobierno
que merecemos.
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