Por Juan Marcos Colmenares*, 01/09/2015
“Hay
que erradicar la represión salvaje de todo intento de la ciudadanía por afirmar
su derecho a la libertad, el continuismo como norma de gobierno y el peculado
como sistema de administración”.
(Rómulo Betancourt al regresar del exilio en 1936 - Diario La Esfera)
El título de este artículo corresponde al del
libro de la profesora Isabel Pereira que aquí trataremos de comentar; y lo
iniciamos con una frase pronunciada por Rómulo Betancourt, hace casi ochenta
años, que nos demuestra que en Venezuela o no hemos avanzado en estos últimos
años o estamos retrocediendo, cuando el resto de los países del hemisferio
avanzan.
En su ensayo la profesora Pereira nos guía por
la Venezuela contemporánea para analizar nuestra situación política, económica
y social; conectando el presente con el pasado e invitándonos a asomarnos al
futuro para buscar una salida. Su propósito es demostrar el agotamiento del
contrato social establecido por Rómulo Betancourt en 1958, basado en el Pacto
de Punto Fijo. Pero sin negar la fortaleza moral de los líderes que forjaron ese
pacto, considerado por nosotros como la decisión política y moralmente más
constructiva de toda nuestra historia.
Ese “Estado
Betancuriano” surgió como una propuesta civil frente a los muchos gobiernos
militares que habían monopolizado el poder desde la independencia, y fue el
acuerdo social que permitió la fundación de la democracia y la construcción del
país moderno. Allí el Estado como institución fundamental concentraba todo el
poder y los recursos financieros; y los grupos que accedían al gobierno se
convertían en los propietarios, manejando y redistribuyendo sus recursos entre
la población.
Desde 1958 hasta 1998, vivimos la etapa más
larga de civilidad, pluralidad y estabilidad política de nuestra historia. Creíamos
haber superado el militarismo, el caudillismo y el populismo e iniciamos un
proceso importante de descentralización. Pero el grupo que se instaló en el
poder en 1999, se adueñó del país, lo saqueó y convirtió los recursos públicos en
instrumentos de coacción, soborno y compra de votos. Destruyó las
instituciones, la autonomía de los poderes públicos, los avances logrados en el
proceso de descentralización, a la democracia e instaló el comunismo. Es desde
ese momento cuando se hace más evidente la quiebra moral, debido a un modelo
que se agotó.
En el ensayo también se analiza el problema de
la pobreza y para superarla se recomienda impulsar una poderosa clase media,
valorando el desarrollo humano y el derecho a construir propiedad: ¿Capitalismo
Popular? ¿Un país de propietarios?
Finalmente propone la necesidad de fundar un “capitalismo
humanista” y un nuevo Contrato Social, que iniciaría un proceso de
transferencia del poder desde el Estado al ciudadano. Creemos que en esa
dirección marchábamos, porque era lo programado por Carlos Blanco desde la
Copre y el Ministerio para la Reforma del Estado: La descentralización y el
Pacto para la Reforma, como procesos anti-totalitarios que proponían transferir
poder a los ciudadanos y comenzaría a establecer límites al ejercicio de los
poderes públicos. Pero esos planes fueron truncados por el absurdo proceso
contra CAP, que terminó en su defenestración y que originó todos los males que
hoy sufrimos en Venezuela.
Aquí y en unas pocas plumadas, tratamos de
resumir ese importante y acucioso trabajo de la profesora Isabel Pereira
Pizani. Exhortamos a nuestros líderes políticos emergentes para que sea
estudiado y analizado con profundidad, porque puede ser la llave maestra para
lograr la salida, en paz y en democracia. Y esperamos que, cuando se juzgue a
este régimen populista y militarista, digamos que fue el catastrófico final de
un período que todos deseábamos superar.
*Abogado
Miembro de Vente Venezuela
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