Omar Barboza Gutiérrez 06 de septiembre de 2015
El
pasado sábado 29 de agosto, el Diario El Nacional, en su página de sucesos
registró la siguiente información: “María Senovia Aguirre, de 86 años de edad,
murió al caer y ser pisada por una multitud que desde las 3.00.a.m. hacía cola
en una jornada social para la venta de alimentos en la avenida Pedro Pérez
Delgado, en Barinas. Las personas huían de las bombas lacrimógenas, de
perdigones de la GNB y de la Brigada Anti motín de la Policía Regional que
lanzaba los explosivos para controlarlos porque se abalanzaron a la entrada de
la venta, una vez que comenzó a funcionar”.
“Más
de un centenar de personas resultó lesionado, debido a la estampida integrada
por 2.000 personas aproximadamente”.
“María
Senovia Aguirre fue trasladada al Hospital Arnaldo Camacho, ubicado en la
población de Sabaneta, pero murió en el centro clínico debido a la gravedad de
las lesiones que le causaron los pisotones. Algunos de los lesionados fueron
identificados como José Manuel Velásquez, Sandra Azuaje, María Pérez, Ana Medina,
Carmen Herrera, Rosa Bouque, Maholy Tapia, entre otros, debido a la inhalación
de los gases y a las heridas al caer en el pavimento”.
“Pobladores
de la zona rechazaron la acción violenta por parte de los funcionarios
policiales y militares que dispararon y lanzaron lacrimógenas para controlar a
la multitud que desde muy temprano hacía cola para hacer sus compras”.
Lo
narrado por la nota de prensa anterior, repetida en varios medios de
comunicación nos produce una mezcla de sentimientos de tristeza y de indignación,
tanto por las circunstancias en las cuales muere esta humilde mujer venezolana
en la tierra donde nació el llamado Comandante eterno de la también llamada
revolución, como por el empeño de quienes se consideran sus herederos en el
poder, de no darle espacio a la sensibilidad humana y rectificar los graves
errores económicos, políticos y sociales, que son la causa indiscutible de que
María Senovia murierra aplastada por los pisotones de los que competían con
ella, en el esfuerzo por conseguir alimentos para ella y su familia.
Mientras
el mundo entero mira con asombro cómo un país con tantos recursos ha llegado a
esta situación extrema, los que hoy ejercen el poder en la patria de Bolívar se
ocupan de negar la realidad y de utilizar la creciente hegemonía
comunicacional, financiada con dinero de todos los venezolanos, para ocultar o
maquillar la grave crisis que afecta la calidad de vida de los venezolanos.
Algunos
por razones que respetamos, han preferido irse del país a desarrollar su
proyecto de vida porque se convencieron de que aquí no es posible. Otros hemos
asumido la responsabilidad histórica que hoy se expresa en la Unidad
Democrática, de tener plena confianza en la capacidad de nuestro pueblo para
reaccionar y defender sus derechos, de luchar hasta triunfar por la vía
democrática para producir un cambio político, económico y social, que rescate
la esperanza de todos los venezolanos en nuestro futuro como nación, para que
los que se han ido regresen y nos ayuden en un gobierno de unidad nacional, sin
exclusiones, en la reconstrucción de nuestro país en todas sus dimensiones.
Para
lograrlo, debemos comenzar por la unidad sin reservas de todos los que creemos
que el país no va en la dirección correcta, y que es necesario y urgente
cambiar la actual situación nacional. Es importante creer en nosotros mismos,
trasmitir esa fe y ese propósito a la gran mayoría de los ciudadanos que hoy
comparten nuestra posición, prepararlos para que no sean víctimas de las
campañas sicológicas del gobierno de que no hay nada que hacer, y que debemos
entregarles nuestra patria sin luchar por ella. No hay ventajismo ni trampa que
pueda con un pueblo unido dispuesto a cambiar.
A
partir de esa convicción, es necesario organizarse y motivar al pueblo para que
participe en la defensa de sus propios derechos. Abstenerse de participar es
apoyar por omisión los atropellos y la traición al interés nacional. Es
igualmente necesario enterrar el miedo, sin caer en provocaciones ni en la
trampa de la violencia. Y la verdad más grande que le debemos decir a nuestro
pueblo es que Venezuela está así porque la han saqueado y han traicionado a los
sectores populares. Ya está bueno de soportar el alto costo de la vida, la
inseguridad ciudadana, la escasez y la corrupción con impunidad.
María
Senovia estaba haciendo una cola cuando murió pisoteada. El 6 de diciembre
hagamos la última cola para que no sigan pisoteando los derechos del pueblo
venezolano.
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