Mario Massone 3 de septiembre de 2015
Mientras
el presidente Santos anuncia un consejo de ministros en Cúcuta, invitando al
cuerpo diplomático, los medios de comunicación y a los representantes de los
organismos internacionales a constatar por sí mismos la situación fronteriza,
del lado venezolano está restringida la presencia de periodistas y medios de
comunicación independientes, nacionales y extranjeros. ¿Por qué será?
En
similar actitud, el gobierno del presidente Nicolás Maduro no quiere que sus
pares observen cómo se realizan y desenvuelven las circunstancias electorales
en su país, en las elecciones parlamentarias que han de celebrarse el 6 de
diciembre de este año. El presidente de la Asamblea Nacional, que debe
representar el cerebro, la razón que se expresa en ley, no quiere que sus
colegas diputados de otras naciones viajen a Venezuela para constatar por sí
mismos el proceder ejemplar de nuestras instituciones. El mismo poder electoral
se niega a exhibir en la vitrina al sistema de votación más perfecto y
transparente del mundo. En la feria internacional de las elecciones, quien más
se las hecha es quien no muestra a los demás lo que dice tener. Es como si en
un club de carros, el miembro que dice tener el carro más perfecto, más bueno y
más hermoso, se niegue a que los demás lo observen, se sienten y se deleiten
con sus virtudes.
¿Existe
alguna razón plausible para que un presidente que afirma que en su país tienen
el más perfecto de los sistemas electorales, a su vez, en torno a la
observación internacional, grite: “!No lo aceptaremos jamás, ni seremos
monitoreados por nadie!”. Es como decir: “Tengo el último modelo con más
caballos de fuerza, más aerodinámico y más rápido que existe… ¡Pero me niego a
que ustedes lo vean!”. Y alguno le dirá: “Oye, recuerda que esto es un club de
carros. Aquí traemos nuestros carros y los comparamos. Exhibimos nuestros
logros.”
Solo
pensando, me pregunto cuántos votos a favor habría en la OEA si el punto de
agenda fuera la observación internacional para las elecciones del 6 de
diciembre en Venezuela. ¿Existiría algún voto en contra de observar el
mecanismo de los mecanismos democráticos respirar en Venezuela?
Si de
observar se trata, observamos, y está a la vista de todos, que desde hace rato
las instituciones han cruzado la línea fronteriza que separa lo racional de lo
irracional en el ejercicio del poder público nacional en Venezuela. Se han
puesto del lado contrario del imperio de la ley, la independencia y separación
de poderes, la responsabilidad y rendición de cuentas; es decir, se han
sacudido todo límite en su actuar. Por eso no quieren que los observe la
comunidad de naciones.
Al
menos legalmente, no se pueden suspender las elecciones; pues si asumimos el
Artículo 7 de la Ley Orgánica sobre Estados de Excepción (“No podrán ser
restringidas, de conformidad con lo establecido en los artículos 339 de la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, 4.2 del Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos y 27.2 de la Convención Americana
sobre derechos Humanos, las garantías de los derechos a: 13° La participación,
el sufragio y el acceso a la función pública) nuestro espíritu ha de asumir
también que vamos con todo a las elecciones.
Es
harto probable que frente al descontento popular y la voluntad general de
cambio de timonel y rumbo, que frente a la inminente derrota electoral, estén
el Estado-PSUV apenas estén calentando los motores para los obstáculos que nos
van a arrojar en el arduo y escarpado camino a las elecciones.
Al
haber creado la inhumana y desproporcionada crisis fronteriza, el gobierno de
Maduro ha centrado con mayor atención e interés la mirada de los ojos mundiales
sobre Venezuela. Estos serán largos meses camino a nuestra frontera: el 6 de
diciembre.
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