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miércoles, 11 de mayo de 2016

¿Gobernar con profecías del pasado?, por @MiguelBM29



Miguel Bahachille M. 10 de mayo de 2016
@MiguelBM29

Sigue teniendo vigencia el libro El futuro ya ha Comenzado del periodista y ensayista austriaco Robert Jungk (1913-1994). Fue uno de los primeros en poner de manifiesto que el futuro que anhelamos está determinado en gran parte por las decisiones de hoy o por falta de ellas. Pareciere una idea simple; pero no lo es. Sólo la recurrimos esporádicamente y de forma anecdótica cuando la realidad evidencia que el desarrollo no es factible si es concebido al azar.

No puede ponerse en claro el futuro para Venezuela sin haber ahondado lo suficiente en las causas que trajeron este presente. Si no analizamos sesudamente las relaciones sociales forjadas por Chávez al arribar al poder, creando intrigas al azar y esquinando al país entre distintos grupos, no lograremos instituir “estándares factibles” para una generación que creció bajo promesas vanidosas. El que tenía cero años hoy tiene 17. En otras palabras, es preciso cotejar las intimaciones recíprocas discurridas por un populista entre la muchedumbre para viabilizar, valga el dicho, un “futuro cierto”.


En una sociedad desintegrada como la nuestra, el esfuerzo, aunque bien intencionado, podría producir resultados desintegrados y hasta contrapuestos si se conciben aisladamente. Por ejemplo si no interactuamos con “el de la cola” se corre el riesgo de investigar nada y, por el contrario, las aciagas faltas del presente podrían injertarse en el futuro. La pesquisa es necesaria pero dejando de lado los estilos seductivos facturados por el régimen. En otras palabras, no entrar en el campo de la turbulencia inútil sin tener en claro proyectos hacederos para mañana.

Las mermadas condiciones de vida del venezolano han propiciado un justificado miedo entre la mayoría obligada a dejar al margen su tradicional modo de vida para ocuparse de un nuevo dominio, ya cotidiano, caracterizado por escasez, inflación e inseguridad. El vecino aspira conjeturar un futuro más seguro y sin colas. Allí está el campo político, sí político con mayúscula, de la MUD para espantar el fantasma del apocalipsis como destino ineludible.

No, no se trata del miedo al apocalipsis nuclear ni nada parecido sino del equilibrio necesario en toda persona, también en la sociedad, para sobrevivir con cierta dosis de dignidad. Las formas de terror han cambiado sustancialmente para el venezolano. Son aquellas que le impiden andar con seguridad y proveerse de alimentos básicos. El fantasma de la violencia no debe instituirse como “nueva cultura” sobre todo entre los más humildes como se observa ahora en algunos centros de distribución de insumos.

La habilidad para comerciar con el futuro no es un rasgo exclusivo, como predican los socialistas, del “malvado capitalismo”. La agencia de prensa soviética Novosti, fundada en 1941 y cerrada por Putin en 2013, organizó la siguiente encuesta: ¿Cómo se imagina usted que será el mundo y su país dentro de 20 años? ¡Algunas respuestas!: “en 1981, los nacidos en 1961 estudiarán la historia de su Patria construida por la sociedad comunista en 64 años de existencia. De las guerras no tendrán noticias más que por los libros. La paz y tranquilidad reinará en Cuba. La bandera de la libertad ondeará sobre África orgullosa”.

Ninguna de las contestaciones, por novelescas, se han cumplido y, por el contrario, las “zonas de paz” citadas en esa consulta tienen al mundo convulsionado. Los marxistas son verdaderos maestros para comerciar con el futuro. En su momento lo hizo Fidel y ahora en Cuba impera la miseria aunque Chávez definiera la isla como “el mar de la felicidad”. En Venezuela “los socialistas” tampoco escatiman en promesas como la de compensar a los pobres por la confiscación padecida por La Democracia “Puntofijista”. Ahora el país vive la peor recesión de su historia.

El siglo XXI acabó con la mercadería marxista; ya no vende por estar fuera de moda. Es obsolescente. Si queremos un futuro ecuánime y viable no podemos ser meros espectadores del curso de la historia. Fidel, y luego Chávez, mercantilizaron la idea de un futuro feliz guiado desde un púlpito y viendo hacia atrás. Hoy el marxismo se descubre claramente en bancarrota. La libertad requiere de sabiduría, coraje y un justo sentido de equilibrio. ¡El régimen no lo tiene!

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