Por Felipe
Guerrero, 02/01/2017
En una hora de
esperanza para la patria, un Trece de Enero de Mil Novecientos Cuarenta y Seis,
un grupo de soñadores salió por caminos y veredas a «Ganar la patria para la
patria» como afirmó Caldera en la Asamblea Inaugural de COPEI.
En este Enero de
Dos Mil Diecisiete, Venezuela retrocede
dolorosamente y sufre la triste realidad de una estruendosa pobreza material y
espiritual. El grito de los excluidos nos convoca a luchar sin descansar por los
millones de marginados.
El Trece de
Enero de Mil Novecientos Cuarenta y Seis con la utopía cargada de juvenil
ilusión, el grupo de idealistas lanzó la
flecha color esperanza hacia el cielo azul-celeste, para iniciar una marcha
generosa orientada a mitigar el dolor y la injusticia ofreciendo lo mejor de
cada uno en la lucha diaria para construir una sociedad plural, libre, más
justa y equilibrada para todos.
Al recordar la
histórica fecha, resulta urgente convocar a todos quienes comulgan con el
Humanismo Cristiano para que permanezcan fieles
a sus raíces evangélicas. No se puede dudar nunca del valor, la
actualidad y la fuerza liberadora de los valores del Socialismo Cristiano. Su
fuente doctrinaria es el Evangelio y de ahí su radical opción por los seres
humanos marginados, por los hijos de Dios excluidos y por su liberación
integral.
Los Demócrata
Cristianos no tenemos necesidad de mirar a la «Derecha» vestida de derecha, ni
mirar a la otra derecha que se disfraza de «Izquierda» para buscar
oportunidades políticas.
No necesitamos
adherirnos a ninguna de las dos posiciones, por cuanto el ideal de construcción
de un modelo Personalista y Comunitario representa nuestra propia contribución
al combate actual de la humanidad, sin caer en la explotación inhumana que en
nombre de «La Libertad» hace el
capitalismo o de la esclavitud que en nombre del «Estado» hace el marxismo ilusorio.
En el libro de
Nehemías considerado como el último de los libros históricos del Antiguo
Testamento, el autor narra que después de enterarse de las condiciones que
existían en su pueblo, renuncio a esa vida de palacios para regresar a la
ciudad de sus antepasados a fin de reedificarla. El relato representa una convocatoria para la renovación
de la fe del pueblo.
Un día, Nehemías
vino delante del rey con una cara muy triste. El rey quería saber qué le pasaba. «Estoy triste porque la ciudad dónde
están enterrados mis padres está en ruinas y las puertas quemadas». El rey
le preguntó, «¿Qué cosas pides?». A
lo cual Nehemías respondió: «Déjame ir a
reedificar a mi ciudad».
En esta
hora, cada una de las personas que
comparten el sueño del Humanismo Cristiano están convocadas a ser los Nehemías de este momento, para partir por caminos y veredas a
reedificar este instrumento de lucha social y de liberación de los excluidos;
porque ahí están enterrados nuestros padres, nuestros compañeros de ideal,
nuestros sueños.
Los que
defienden sólo la democracia formal, fracasan porque desde esa democracia no
son capaces de hacer la justicia para los pueblos. Los que se erigen como
paladines de la justicia y tratan de anular los derechos a las personas,
condenan a los pueblos, porque entonces los pobres ya ni siquiera tienen voz
para decir que son pobres. Es hora de volver a nuestras raíces, para retomar el camino de la liberación
integral que pasa por construir una
sociedad personalista y comunitaria.
Vamos a «Ganar
la patria para la patria»
E-mail:
felipeguerrero11@gmail.com
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