Por
Susana Morffe, 15/01/2017
Al
final de la década de los 90 se caía estrepitosamente los años de la democracia
y los ciudadanos venezolanos, enfurecidos e impulsados por el descontento,
voltearon la vista hacia nuevas opciones.
Pero
la vida demuestra que no todo lo nuevo es bueno y así se pudo comprobar a lo
largo de 18 años, con el actual gobierno, como fue cambiando su esencia para
convertirse en un monstruoso de mil cabezas, con o sin gorras.
Los
cambios que ha dado el proyecto de Hugo Chávez han sido analizados por los
observadores políticos del mundo, los nacionales lo viven en carne propia y no
dejan de asombrarse por los saltos que ha dado el “paciente” en su empeño de justificar
su carcomido esquema.
Requiere
años desarrollar la confianza y un segundo para destruirla. En el caso
venezolano ocurrió lo contrario. La novedad de una cara y proyecto nuevo creo
la confianza para salir de lo que hoy se extraña. Con el paso de los supuestos
vencedores se fue corriendo la arruga y ellos mismos se encargaron de destruirla, desde que nació.
Otros personajes sostienen que la destrucción se vino a menos, con la desaparición
física del protagonista.
Las
personas honestas tienen más éxito al paso del tiempo. Eso sin duda es una
verdad de Perogrullo. En el caso venezolano,
no ha sido el mejor ejemplo. Los políticos hablan igual en todos los
idiomas y el cambio que pregonaba el difunto escondía en sus entrañas la
realidad que hoy estamos viviendo. Un campo minado de corrupción como bandera
para destruir aquellos años de bonanza petrolera y mucho más inigualable.
Hoy se
comprueba que votar por un candidato nuevo, por impulso, trae como consecuencia
el arrepentimiento de por vida o en la poca vida que nos queda con la hambruna
extendida a lo largo de todo el territorio nacional, prueba fehaciente del
cambio socio económico que pregonaba el candidato de aquellos años que en polvo
se convirtió. Si el corazón está herido, no importa, porque
el mundo sigue girando”.
Entre
sobresaltos y espantos los 30 millones de venezolanos han experimentado que la violencia atrae más violencia, genera
desconfianza y absoluta incredulidad sobre la esencia del proyecto que les
vendieron a los ingenuos electores de la década de los 90. Aplica entonces
concluir que decir una verdad a medias es peor que una mentira.
Socialismo: propugna la propiedad y la administración de los medios de producción por parte de las clases trabajadoras con el fin de lograr una organización de la sociedad en la cual exista una igualdad política, social y económica de todas las personas.
Comunismo: doctrina económica, política y social que defiende una organización social en la que no existe la propiedad privada ni la diferencia de clases, y en la que los medios de producción estarían en manos del Estado, que distribuiría los bienes de manera equitativa y según las necesidades.
Fascismo: importa más el estado que el individuo, el estado está dirigido por una sola persona que se le considera guia o liberador del pueblo usa la propaganda y el nacionalismo excesivo como medio de control de masas y la violencia para erradicar pensamientos contrarios a esta.
Totalitarismo: régimen político en el que el poder es ejercido por una sola persona o partido de manera autoritaria, impidiendo la intervención de otros y controlando todos los aspectos de la vida del estado.
Dictadura: régimen político en el que una sola persona gobierna con poder total, sin someterse a ningún tipo de limitaciones y con la facultad de promulgar y modificar leyes a su voluntad.
Democracia: sistema político que defiende la soberanía del pueblo y el derecho del pueblo a elegir y controlar a sus gobernantes.
¿En
qué casilla podemos ubicar a los que nos gobiernan?
El que me lee tiene la tarea de
buscar su ubicación para ver si salimos de este monstruo.
Susana Morffe
@susanamorffe
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico