EMILI J. BLASCO 15 de enero de 2017
La economía
venezolana sufrió un retroceso
catastrófico en 2016, el mayor del mundo, pero la crisis aún será peor
en 2017: un abismo que no parece tener fin, desconocido en la historia del
país.
Aunque
este año la contracción del Producto Interior Bruto (PIB) podría ser menor que
la del anterior –el Fondo Monetario Internacional (FMI) pronostica para 2017
una caída del 4,5 por ciento–, la economía seguirá cayendo y otros
indicadores romperán récords, agravando todavía más la precaria situación en la
que vive la mayor parte de los venezolanos.
La
predicción del FMI apuntaba en octubre que 2016 podía cerrarse con una inflación
del 475 por ciento y que esta llegaría al 1.660 por ciento en
2017. En cuanto al paro, pasaría del 18,1 por ciento del año pasado al 21,4
por ciento de este.
Pero
todas esas previsiones pueden quedarse cortas. Las cifras preliminares que
baraja el Banco Central de Venezuela, de acuerdo con el portal La Patilla, hablan de una caída del
PIB en 2016 del 23 por ciento, más del doble del 10 por ciento que en su
día apuntaba el FMI. También la entidad emisora estaría situando la inflación
de 2016 en el 830 por ciento, casi el doble de lo que apuntaban los organismos
internacionales. Así que cualquier avance sobre 2017 puede quedarse igualmente
pequeño.
«Dada
la total ausencia de informaciones oficiales, es muy difícil saber la situación
real. No hay modelos econométricos que puedan aplicarse. Esto se volvió un
caos; es una situación catastrófica», comenta desde Caracas el economista José
Toro Hardy. Recuerda que en los cinco años de la Segunda Guerra Mundial, el
PIB de Gran Bretaña cayó un 20 por ciento, lo que podría haber caído el de
Venezuela en un solo año, de confirmarse la cifra antes apuntada. También la
agencia Bloomberg ha indicado que los últimos años solo Siria y Libia han
sufrido desplomes más acentuados, pero se trata de países en guerra.
El
Gobierno parece confiar en el poder salvador del acuerdo de la OPEP adoptado a
finales del año pasado para reducir la producción y así forzar la subida del
precio del petróleo. Pero «las cifras no dan», insiste Toro Hardy, «pues lo que
vamos a percibir de más por el aumento del precio del crudo no compensará el recorte
de producción al que nos hemos comprometido». Venezuela se ha
comprometido a un recorte de 95.000 barriles diarios, para bajar a una
producción de 1,9 millones.
Situación de Pdvsa
Toro
Hardy se sorprende de que Venezuela no batallara ante la OPEP
mantener la producción (otros países, como Irán, pactaron un aumento de cuota),
y concluye que el Gobierno simplemente ha aceptado un descenso de producción
que en cualquier caso iba a producirse, dado el decaimiento progresivo de la
petrolera Pdvsa. De hecho, en 2016 las ventas de crudo venezolano cayeron a un
mínimo de 25 años, por falta de inversión en exploración y producción, y por
retrasos de pago a proveedores, dada la difícil situación financiera de Pdvsa.
La
elevada inflación llevó al presidente Maduro a anunciar a comienzos de enero
otro aumento
del salario mínimo, que en un año se ha cuatriplicado. Dado que los
productos no pueden subir de precio, hay empresas que están cerrando porque en
esa situación son inviables, y eso aumenta el paro.
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