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miércoles, 4 de enero de 2017

Ideologizar la educación por @eithellg


Por Eithell Ramos


Ideologizar la educación es la forma más expedita, que se conozca, para  llevar la cultura escolar, la praxis pedagógica,  a fomentar la cultura de la pobreza. La escuela se convierte en un agente social, en un modo de vida de economía de escasez, para propagar los elementos doctrinales, materiales, espirituales y de adormecimiento de la voluntad ciudadana para recrear la pobreza como condición de vida en sociedad.

En cierta forma la meta del control político se hace de un lecho de consenso para los retazos de alianzas que lleven a equilibrar la fuente soberana del poder político. Un pueblo sin luces es instrumento ciego para la masificación de la pobreza como sistema y forma de vida, y por ende, cautivo de las promesas populistas.  

En estas consideraciones, los políticos pragmáticos de ambos, y múltiples bandos, responden a la epidermis de las propuestas de programas de gobierno para satisfacer las demandas materiales de los sectores sociales que integran el botín de respaldo popular. Las propuestas de programa son recetas para buscar votos no para construir Nación  libre y democrática. Por eso convalidamos técnica y políticamente la consulta educativa. En ese terreno se sellan las alianzas compartidas que colocan a la Educación y la Pedagogía en la balanza de una gran conspiración en su contra.

Todos los políticos pragmáticos se dan el abrazo del oso con los vapores ideológicos del Estado docente para hacerse de una cuota electoral de respaldo popular. Los decibeles del Estado docente están presentes en los gremios, partidos políticos (ayudaron a construirlo en la historia político educativa venezolana); las instituciones universitarias en las que participan esos dirigentes gremiales, políticos e intelectuales formados en la doctrina del Estado docente, no se puede esperar más que aceptación o distanciamiento a los matices de la estatización de la educación.  


Jurungar la configuración del Estado docente con inspiración totalitaria, que subyuga la matriz de la pedagogía venezolana, no es tarea gigante. Es cuestión de abandonar las creencias educativas instaladas en el imaginario institucional de los centros de formación de formadores y darles vacaciones a los dogmas de la fraseología política de liberales, socialdemócratas, democristianos, socialcristianos y confesionales que no miran la viga del ojo, el puente colgante de Ciudad Bolívar en el Orinoco,   para señalar la brizna de una molécula de protón en el ojo de un chino en Indonesia, allá en la distancia. Diría un español: tío que buena vista tienen.

Es de pobreza intelectual darle toda la culpa al petróleo y a la influencia que ejerce en la forma de hacer política, de mirar el desarrollo; de abordar la productividad, la institucionalización de la industria. Sigue siendo un enfoque marxista  que coloca la batalla contra la actividad nacional como determinación en última instancia. Bárbaro. Así como el Estado docente nos ha permeado la formación de ciudadanos, también el marxismo, y su acercamiento o de su alejamiento, nos ha entibiado el análisis y la percepción del gentilicio nacional. Las teorías del Anti desarrollo, subdesarrollo, sociedades periféricas, mucho de la planificación y la escuela Cepalina fuimos hijos del adoctrinamiento marxiano de moda. Aulas universitarias y centros de investigación no se dieron abasto para recetarnos en marxiología. Nuestro Proyecto de Nación es el petróleo quieren decir, y la dominación neocolonial nuestro signo de casi Nación. De ese contubernio ideológico a la segunda libertad bolivariana. Y no hay como desbrochar estos enfoques en las conversaciones y tertulias cotidianas. Claro 80 años repitiendo lo grande que somos por las riquezas nacionales petroleras y dando gracias a Dios por los bienes del subsuelo no lleva más que a concebir cualquier Proyecto Nacional a condición de controlar políticamente el petróleo y la minería. Productores y exportadores de materia prima, ¡¡ así nos hizo Dios y si así lo hizo, mal puede  el hombre pretender  torcer el destino!!.  

La educación es también un bien natural que hay que cultivar con la formación de talento autónomo. Siempre y cuando haya un Proyecto de Nación que conciba que la lucha contra la pobreza no dependa de repartir, distribuir la renta petrolera entre las gargantas del hambre y de la desigualdad que proporciona la pobreza intelectual y la orfandad política que le dejamos a los ciudadanos y a sus descendientes.

03-01-17




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