Por Simón García
El objetivo prioritario de las
fuerzas de cambio debe ser la lucha por la defensa y la vigencia de la
Constitución Nacional. Ello significa rescatar derechos confiscados como el
ejercicio del voto, la libertad de expresión, la seguridad personal o la
existencial posibilidad de comer.
Mantenerse en el ámbito del
respeto a la Constitución mientras el gobierno se coloca fuera y contra ella es
la principal fortaleza de la MUD. Es el elemento que más consolida la
solidaridad internacional y el que proporciona una poderosa base de
legitimidad. La otra gran fortaleza es que el Presidente está ejerciendo su
cargo no sólo desacatando la Constitución sino destruyendo al país y condenando
a la población a condiciones de vida insoportables.
El conflicto entre el gobierno
y el conjunto de la sociedad puede desenvolverse en el plano de la violencia y
la fuerza, que es el que ha escogido la cúpula gubernamental o puede
desarrollarse por una vía pacífica, democrática, constitucional y electoral que
es la opción que ha mantenido la MUD.
Es una lucha compleja, difícil
y riesgosa en cuya vanguardia, con distintos grados de participación, están los
partidos democráticos, organizaciones de defensa de los derechos humanos, el
movimiento estudiantil y los restos del movimiento popular, colegios
profesionales y venezolanos dentro y fuera del país. Esa vanguardia debe, más
que nunca, actuar con amplitud para promover una insurgencia cívica que
construya un nuevo consenso nacional, abra espacios a una transición y genere
las condiciones para que sectores o instituciones del aparato de Estado
dominante retornen al camino constitucional. Eso implica calle, diálogo y
presión internacional en todas las modalidades posibles.
Hay que demostrarle al país
que desde visiones diferentes, en algunos aspectos hasta encontradas, pueden
compartirse acciones unitarias, no sólo en el terreno electoral sino también en
ayudar a la gente a resistir sin perder la esperanza en el cambio, a promover
luchas por aspectos específicos sobre los que hay consenso como la educación
libre de currículos ideológicos, a enfrentar la represión y las intrigas del
gobierno para golpear a los dirigentes de la oposición y de la resistencia. No
es hora para exclusiones ni para aislamientos, cuando el aparato policial está
fabricando una gran intriga para acabar con la Asamblea Nacional, ilegalizar
partidos y no hacer elecciones.
Toda la oposición, desde
radicales a moderados, comparten no participar en un diálogo mientras el
gobierno no cumpla los compromisos que el Vaticano ha sintetizado muy bien en
las cuatro demandas: canal humanitario, libertad de presos políticos, respeto a
la AN y cronograma electoral. No introduzcamos artificialmente una división
entre dialoguistas y rupturistas.
La ruta electoral debe
comenzar por exigir la convocatoria de las elecciones de Gobernadores. Es un
primer paso y no excluye todas las otras posibilidades para salir de la crisis
electoralmente. Transformemos la unidad plural en insurgencia cívica,
democrática y constitucional, en lucha, diálogo y acuerdos para avanzar hacia
otro país.
14-01-17
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