Por Heinz Dieterich
1. El Comando Nacional
Antigolpe
La constitución del "Comando
Nacional Antigolpe" y el nombramiento de Tareck El
Aissami como su coordinador y nuevo Vicepresidente ejecutivo, colocan a
Venezuela en la antesala de la dictadura militar abierta. Es el último
dispositivo disponible de un Estado y modelo en agonía, previo a la instalación
de un régimen militar abierto. Significa la amenaza con la fuerza brutal,
que Federico el Grande llamaba ultima ratio regis: el último argumento de
los reyes; consigna que mandó grabar en los cañones de su ejército.
Que el "madurismo"
prepara el Estado de Excepción y su propio "Comité de Salud Pública",
a fin de "buscar las medidas preventivas, legales y correctivas contra los
sectores golpistas, y así lograr la paz y la estabilidad de la población
venezolana", es lógico, desde su afán de prolongarse en el poder. Sin
embargo, ni caminando sobre el filo de la navaja, el régimen es capaz de
acertar en sus recursos de sobrevivencia. La preparación de una mayor violencia
estatal es una medida impotente que en nada ayudará a cambiar la agonía del
régimen y el desenlace de la crisis terminal, en que se encuentra.
2. Tres escenarios de
cambio
En un país con una crisis
terminal del modelo monoproductor económico, caracterizada por una caída del
Producto Interno Bruto de alrededor del 12% y una inflación de 500% en el año
pasado; los precios mundiales del petróleo estancados; con un gobierno incapaz
de tomar las medidas necesarias para cambiar el rumbo nacional; una oposición
parlamentaria igualmente incompetente y corrupta para re-direccionar el país;
un pueblo y clases medias antagónicas a la violencia; una fuerza armada
controlada por una fracción hegemónica abrazada al "Libro de las
Revelaciones" (apocalipsis) gubernamentales; una creciente pérdida de
prestigio y posiciones internacionales y, sin un sujeto nacional visible capaz
de impedir de manera racional el colapso del modelo, la preparación represiva
estatal del "Comité de Salud Pública" madurista, sólo acelerará la
llegada del Termidor, del fin del proceso. Ante el parálisis estructural del
Estado, del sistema partidista y de los movimientos sociales independientes,
eventuales cambios de rumbo sólo pueden devenir de tres fuentes: a) una mayor
intervención de Washington; b) un levantamiento popular y/o de clase media; c)
un cambio en la correlación de fuerzas dentro del aparato militar.
3. Onán, el estratega de
la MUD
Un cuarto escenario posible,
pero que no cambiaría la tragicomedia venezolana actual, sería la capitulación
final y abierta de la MUD, aceptando las condiciones del madurismo en un modelo
de poder compartido. Julio Borges, el nuevo líder de la AN, con un pasado
turbio suyo y de Primero Justicia, parece estar en ese camino, con su
estratagema idiota de la declaración de "abandono de cargo" de
Maduro. De hecho, la oposición actúa en la realidad virtual (VR) de su play
station "Asamblea Nacional", con episodios como los de una nueva
asamblea constituyente, de desconocimiento del gobierno, de referendos
revocatorios, de diálogos de paz, etc., tratando de justificar su razón de ser
ante su clientela electoral con prácticas, que más bien pertenecen al campo de
la satisfacción auto-erótica (Onán), que a la política. Es totalmente claro,
que la camarilla en el poder no entregará el Estado bajo ninguna de las
modalidades institucionales que la oposición promueve en sus simulaciones y
"reality shows" parlamentarios. El diálogo con la Internacional
Socialista y el Vaticano, por ejemplo, es un foro mediático y, nada más. La
modificación real del status quo sólo vendrá por uno de los tres escenarios
mencionados anteriormente. Lo demás son memes propagandísticos y deseos
filantrópicos que desconocen la realidad darwinista de las sociedades de clase
y el papel de la violencia en ella.
4. El Aissami versus
Diosdado Cabello
En la despiadada lucha por el
poder dentro del oficialismo, el nombramiento de El Aissami refuerza el eje
Maduro-Padrino López, en detrimento del grupo de Diosdado Cabello. La
implicación para las elecciones del 2018 es evidente. Si El Aissami logra
cierto éxito en el cargo, será el candidato presidencial del PSUV en el 2018.
Si Maduro es forzado a renunciar antes, lo que es probable, El Aissami será
automáticamente la cabeza del Estado. Ambos factores operan en contra de
Cabello, quién además, carece de un sostén fundamental: no tiene proyección ni
respaldo geopolítico. Siendo El Aissami parte del grupo de Maduro, cuenta con
la simpatía de Cuba, a diferencia del anticomunista Cabello, a quién la
Revolución Cubana nunca vio con buenos ojos. De la misma manera, por los
grandes éxitos del eje geoestratégico Putin-Irán-Hezbollah-Turquía en Medio
Oriente, el factor etno-político de ser libanés-sirio, beneficia
excepcionalmente a El Aissami. El flamante Vicepresidente ejecutivo contará con
el apoyo de esta nueva y poderosa configuración geopolítica mundial y, por
supuesto, el de la comunidad sirio-libanesa venezolana.
5. Dos atractores, cero
pueblo
El talón de Aquiles de El
Aissami es, que lleva el estigma del fracaso del madurismo y que tiene que
compartir entusiastamente todo el discurso absurdo y engañoso del grupo en el
poder, por ejemplo, que el raquítico aumento al salario mínimo reciente es el
comienzo de la "contraofensiva económica del Gobierno Revolucionario"
y que 2017 será el inicio del "despegue económico". De todas formas,
su nombramiento y los cambios en el gabinete no salvarán al gobierno, porque el
cambio de algunas figuras de la inflada e inepta burocracia ministerial
madurista no parará la crisis sistémica del modelo, ni convencerá a los
ciudadanos de que el Titanic pueda salvarse. Sin un programa de saneación
económica y sobrevivencia nacional, una narrativa de esperanza creíble y un
extraordinario equipo humano capaz de salvar el barco del naufragio, no servirá
de nada cambiar alguno de los oficiales a bordo.
El nombramiento de El Aissami
y la formación del Comando Antigolpe representan la política madurista de
siempre: improvisaciones tácticas, carentes de estrategia y perspectiva.
Mientras tanto, el país sufre las consecuencias de este circo político, en el
cual entretienen los gladiadores y payasos de dos camarillas de la clase
dominante. A diferencia del circo romano, el pueblo está ausente. ¿Hasta
cuándo?
11-01-17
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