Por Henrique Capriles
Una mentira repetida mil veces
la gente terminará asumiéndola como una verdad, esa es la premisa con la que
actúa el gobierno, pero en sus cálculos no ha precisado que la mentira y el
engaño tienen fecha de vencimiento, y todo al final se descubre, al mismo
tiempo que la confianza muere, y esa es para siempre.
Bien dice Hannah Arendt,
filósofa alemana, que no existen sustitutos para la realidad y el mentiroso no
podrá nunca ocultar la inmensidad de lo cierto.
Por eso, los experimentos de
gobiernos totalitarios utilizaron muchos recursos exitosos, pero el engaño
permanente no figura entre sus logros. Siempre se llega a un punto en el cual
el pueblo para sobrevivir empieza a marcar la línea divisoria entre la verdad y
la mentira, porque al final la mentira siempre es superada por la realidad.
A lo largo de la mal llamada
revolución, el gobierno ha utilizado su aparato de propaganda para manipular
permanentemente. La primera gran mentira que nos contaron fue que con el
Socialismo del Siglo XXI se iba a reinventar el país e íbamos a vivir mejor; que
heredaron el desastre de los gobiernos de la Cuarta República, y que con la
llegada de V República el pueblo estaría reivindicado.
En el transcurso de estos
largos años gobernados por una cúpula que cada vez se enquista más en el poder,
el gobierno se especializó en el ocultamiento de la verdad, denunciando hasta
el cansancio Golpes de Estado, magnicidio, complots internacionales, pero sin
presentar nunca la más mínima prueba. La cúpula roja corrupta debe su
permanencia en el poder al maquillaje y ocultamiento de cifras, al cambio de
normas de medición, a inventar realidad y desacreditar permanentemente a la
disidencia.
El gobierno es experto en
responsabilizar a los demás de sus errores y sus fallas. Han facilitado la
difusión de información falsa, mediante el control hegemónico de los medios de
comunicación, pero ya le es imposible esconder la basura debajo de la alfombra,
porque en la medida que insiste en la mentira como argumento, no solo se
deslegitima frente a quienes lo adversamos políticamente, sino que va perdiendo
además la credibilidad frente a sus seguidores.
La hegemonía comunicacional
impuesta por el gobierno, si bien sirve de dique momentáneo, al final la
información fluye y la gente se termina enterando por diversas vías, porque no
hay nada más poderoso que la verdad. Las cifras de los estudios de opinión no
son fruto de la casualidad, el 95% del país dice que la situación es negativa y
el 80% quiere cambio.
Y es que desde 2013 hasta la
fecha, Maduro y su cúpula se han burlado del pueblo como les ha dado la gana.
Anunció entre otras cosas, la creación del Sistema de Organización de Empresas
Públicas para que no dieran pérdidas, reparaciones en 191 centros de salud, el
remozamiento de zonas populares con el programa Barrio Nuevo Barrio Tricolor,
la puesta en marcha de la Tarjeta de Abastecimiento Seguro, una Habilitante
para controlar la inflación, cerco a la corrupción y al narcotráfico y hasta el
fin de la escasez.
Puras mentiras, como que los
paramilitares colombianos son los responsables de la inseguridad en Caracas, o
que el imperialismo o la “derecha” son los responsables de los disturbios o
saqueos que se originan por la escasez de alimentos, excusas poco creíbles
cuando la realidad te golpea en la cara todos los días.
Pedro, por ejemplo, quien vive
en Las Brisas de Charallave, sabe que eso es falso. Si algo tiene claro es que
lo que se asemeja al paramilitarismo es el uso de grupos oficialistas, que
muchas veces manejan el negocio de la droga y del robo de vehículos en su
sector.
¿Puede Josefina, que vive en
Guatire y tiene que rodar de farmacia en farmacia para comprar un
anticonvulsivo para su hijo, creer que los disturbios son generados por la
oposición o por EEUU, cuando conoce de primera mano la realidad, porque la
sufre a diario?
Como la mentira tiene patas
cortas, ya el pueblo sabe que no existe la guerra económica que inventó el
gobierno para justificar la inflación y la escasez más altas del mundo, sino
que lo que estamos viviendo se debe a una gestión corrupta que derrochó la bonanza
petrolera y no ha sabido usar los recursos del país.
Los venezolanos chocan con
anaqueles vacíos en los comercios y productos que suben de precio casi a
diario. Saben que con los Clap solo se reparte la escasez y que para obtener la
bolsa de comida hay que inscribirse en una lista que controlan políticamente.
Saben que los bachaqueros son una consecuencia de la falta de producción en el
país, debido a que el gobierno acabó con la producción nacional y que unos
pocos enchufados se han enriquecido con la importación de alimentos.
Todos sabemos que con Maduro
no hay futuro, por eso debemos seguir luchando y hacer nuestro mejor esfuerzo
para que el país recupere la senda constitucional que nos permita dejar atrás
este modelo obsoleto y corrupto.
No podemos quedarnos viendo o
lamentando cómo el gobierno viola y atropella constantemente la Constitución,
debemos ejercer nuestra ciudadanía, es decir, exigir nuestros derechos,
organizados y movilizados por la vida, la salud, la educación, la comida, lo
que por nuestra condición de ciudadanos venezolanos nos pertenece, y como
ciudadanos también tenemos derecho a elegir a nuestros representantes, a
ejercer nuestro voto, a que haya elecciones como pauta la Constitución. Esta
gente no quiere más elecciones, pretenden que las mismas sean parte del alguna
negociación, cuando las elecciones se deben hacer en el momento que la
Constitución dice, allí están establecidos los períodos, el CNE solo debe
anunciar el cronograma electoral.
Las elecciones de gobernadores
y alcaldes se realizan cada 4 años, las parlamentarias cada 5 y las
presidenciales cada 6 años, así como tenemos el recurso del Revocatorio a
solicitud del pueblo. La Constitución es clara. Las elecciones en el país son
un derecho, no un capricho. No hay democracia sin voto.
En esta hora tan crítica para
los venezolanos, tenemos que hacer de la Unidad un gran movimiento social que
abarque todos los rincones de Venezuela, que permita aglutinar a ese 80% que
quiere cambio y así podamos rescatar la vigencia de la Constitución y el
ejercicio pleno de todos los derechos consagrados en ella, para que podamos
lograr el tiempo de la verdad sobre la mentira y por ende la solución de la
crisis más grave de nuestra historia.
¡Qué Dios bendiga a nuestra
Venezuela!
05-02-17
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