Por Ismael Pérez Vigil, 11/02/2017
Debemos volver una y otra vez sobre el
papel de la sociedad civil y el ciudadano en la resistencia al régimen de
Chávez Frías, que ha sido una constante durante estos casi dieciocho años. Pero
es también importante concentrarse en lo que pueda ser el apoyo ciudadano a la
respuesta de los partidos políticos a la situación que ahora vivimos.
Para nadie es un secreto el
desconcierto que vive la mayoría de los venezolanos de oposición, ante la falta
de respuesta política inmediata por parte de los partidos, los políticos o la
MUD.
Durante octubre y noviembre del año
2016, los venezolanos fuimos víctimas de un fraude; nos robaron el referendo
revocatorio y suspendieron las elecciones de gobernadores, posponiéndolas para
una fecha indeterminada de 2017; independientemente de cualquier otra
consideración o de asignación de responsabilidades por la falta de una
respuesta más contundente, lo cierto es que los votantes de la oposición
sentimos un vacío de liderazgo y dirección política del que todavía no nos
hemos repuesto.
Amanecimos el 2017 azotados por una
gran resaca, un gran ratón, y confrontando además una gran y dilemática
paradoja: Sí habíamos ganado abrumadoramente la Asamblea Nacional en 2015 y
somos la mayoría abrumadora del país, ¿Cómo es que no pudimos defender ese
triunfo electoral de 2015 en el 2016? ¿Cómo fue que nos apalearon, contra todos
los pronósticos y después del trabajo intenso de movilización ciudadana, de la
sociedad civil?
Estaba a la vista un “ciudadano
movilizado” tras años de lucha, el último muy intenso, pero concluimos
frustrados en nuestras aspiraciones y sin una guía o ruta clara de acción o un
proyecto político inmediato. Y con la sospecha de que los partidos de oposición
no nos ofrecen una estructura ni alternativa aceptable.
Constituye un reto, para los partidos
y los líderes del momento, descifrar este crucigrama, armar este rompecabezas y
volver a integrar y convocar a ese ciudadano con esperanza y propósito,
motivado, movilizado y en resistencia que ha demostrado que no quiere alejarse
de la política, de lo público, pero que no se le puede seguir atrayendo con
viejas consignas y gastadas estrategias de movilización, que ya han fracasado
en el pasado y varias veces. Se pide más imaginación. Ese ciudadano
políticamente consciente exige de partidos y lideres estrategias novedosas y
efectivas, donde se sienta incluido y acompañado. Son necesarios nuevos
esquemas de organización política, más cónsonos con la compleja realidad que
vivimos, menos centralizados, más interactivos. Sabemos que esto no es fácil,
pero hay algunos ensayos importantes y exitosos, de los que hemos hablado en
artículos anteriores y no viene al caso repetir. (Partidos políticos y
ciudadanos, Noticiero Digital, 4 de septiembre de 2015)
En el artículo citado nos
preguntábamos también “…sí no ha llegado el momento de que convirtamos a tantas
ONG dedicadas en la práctica a la política, en verdaderas organizaciones
políticas… Que establezcan alianzas políticas y electorales con otras
organizaciones similares, incluso partidistas, para tener acceso a otras áreas
a las que no tengan acceso.”
Convertir el actuar de las
organizaciones de la sociedad civil u “oneges” en un actuar político no
significa entrar en la confrontación de la lucha por el poder, de manera
directa, en competencia con los partidos; pero significa, primero, estar
consciente de que la lucha actual es una lucha política y tiene como fin último
la conquista del poder del estado, que va mas allá de ganar unas elecciones
parlamentarias; y segundo, significa involucrarse en las acciones políticas del
momento, involucrarse en los procesos de denuncia y movilización que realicen
los partidos, en las áreas que conciernen a su actividad específica.
En cuanto al ciudadano, hay un
conjunto de tareas y actividades que el momento político demanda y que
podríamos resumir en cuatro tareas inmediatas:
1) Estar conscientes de cuál es la
estrategia actual del Gobierno –expuesta magistralmente por Angel Oropeza en
días pasados (Estamos en 2003. Otra vez. El Nacional, 07 de febrero de 2017)– y
ayudar a desenmascararla y denunciarla en todos los ambientes en los que
actuamos, entre todos nuestros allegados y conocidos
2) Participar activamente en apoyar a
las organizaciones políticas en su proceso de validación –tramposamente
definido por el CNE en condiciones muy difíciles de lograr– para inhabilitarlos
e impedirles participar en los próximos procesos electorales, en un nuevo y
abierto abuso de poder para blindar al gobierno en el poder.
3) Ayudar en el proceso de
reorganización de la MUD y de los partidos, exigiendo que los procesos internos
de selección de autoridades de los partidos sean controlados por los ciudadanos;
que se ejerza una verdadera contraloría social en esos procesos internos de los
partidos, para que surjan estructuras verdaderamente democráticas y consolidar
la renovación de la dirigencia política
4) Participar activamente en las
acciones de movilización de calle para el rescate y la defensa del voto, por
todo el país, ante el CNE, cada día, en cada plaza de cada pueblo exigiendo
fijación de las fechas para elegir gobernadores, asambleas legislativas,
alcaldes y concejos municipales hasta lograr el objetivo central de nuestra
estrategia: elecciones, ejercicio del voto, nuestra única y verdadera arma para
el cambio.
Son acciones de calentamiento de
calle, simples, entre miles de otras que se pueden dar, que no implican grandes
movilizaciones de masas, pero que serian una inyección vital que estimularía la
movilización ciudadana, poco a poco, y que le daría a la política y a los
partidos, un gran estimulo para su supervivencia y para el rescate de la
democracia.
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