Por Víctor Salmerón
Semana del 5 al 11 de junio de
2017. Nicolás Maduro, Presidente de la República y quien impulsa las elecciones
para la Asamblea Nacional Constituyente, reparte millardos de bolívares en cada
intervención: 4 mil millones para proyectos “socioproductivos”, 298 mil
millones a comerciantes afectados por las protestas, 1.375 créditos a jóvenes,
la próxima inauguración del Banco de la Juventud que otorgará otros 200 mil
préstamos a este segmento de votantes, 200 mil pensiones a adultos mayores,
aumento de 15% en la tabla salarial de los maestros, fortalecimiento de las
casas de alimentación y relanzamiento de los planes sociales a través del
Estado Mayor Centralizado del Carnet de la Patria.
Encuestadoras como Datanálisis
registran que 7 de cada 10 venezolanos catalogan de negativa la gestión del
presidente y 85% de la población rechaza la propuesta de reformar la
Constitución, por lo tanto, los reflejos políticos de
Nicolás Maduro lo impulsan a elevar el gasto para tratar de recuperar el apoyo
popular. Pero el camino elegido para inyectar bolívares acelerará la escalada
de los precios en momentos en que la inflación ya ha golpeado la calidad de
vida.
La fuente de recursos a la que
se aferra la administración de Maduro es el Banco Central de Venezuela (BCV)
que crea dinero en cantidades crecientes para financiar a las empresas
públicas, principalmente a Pdvsa. A su vez, estas empresas transfieren los
recursos al gobierno para que éste pueda aumentar el gasto. Las estadísticas
oficiales registran que entre el cierre de 2016 y el pasado 21 de abril el
dinero creado por el BCV para financiar al Gobierno aumentó 38% y se ubicó en
7,6 billones de bolívares.
El resultado es un ciclo que
incrementa los desequilibrios. Gracias a la inyección de recursos, personas y
empresas cuentan con más dinero que destinan a la compra de productos mientras
que la oferta cae por controles de precios que no permiten cubrir los costos de
producción. Un déficit de dólares que el Gobierno resolvió recortando la venta
de divisas al sector privado y empresas estatizadas que producen poco o nada:
es decir, más bolívares detrás de menos productos, una dinámica que aviva la
inflación.
Ecoanalítica precisa el
hundimiento de la oferta al señalar que en el primer trimestre de 2017 las
importaciones se ubicaron en 4.193 millones de dólares, cifra que implica 26%
de descenso respecto al mismo lapso de 2016, año que se caracterizó por
recesión profunda y desabastecimiento de alimentos, medicinas y artículos de
cuidado personal.
Al desajuste entre la oferta y
la demanda se añade que una porción de los bolívares que ingresan a la economía
se dirige a la compra de divisas, y el dólar se dispara en el mercado paralelo
que sirve de referencia para el precio de una amplia gama de productos y
servicios.
En la lista de factores que
aceleran la inflación también figura el nuevo sistema complementario de divisas
(Dicom) que ocasionó una fuerte devaluación, ya que el tipo de cambio se ha
ubicado en torno a 2.200 bolívares por dólar versus 727 del Simadi. Las
empresas tendrán que ajustar sus costos a esta nueva tasa e inevitablemente
habrá un efecto en los precios.
Magnitudes monetarias
El bombeo de dinero por parte
del Gobierno comienza a elevar la liquidez en magnitudes relevantes. En su
informe El Tesorero la firma Síntesis Financiera señala:
“En el ámbito monetario
continúan surgiendo señales de alarma, con serio impacto en materia de
inflación. Es continua la aceleración en el crecimiento de la liquidez
monetaria y su principal determinante, la base monetaria (dinero de alto
poder), consignando sucesivos máximos históricos. Según la data más reciente,
26 de mayo 2017, la variación interanual de la liquidez monetaria alcanzó 265%
y la base monetaria aumentó 428%. A nuestro juicio, es alta la probabilidad de
que la liquidez monetaria cierre el año con un crecimiento interanual superior
a 400%”.
Agrega Síntesis
Financiera:
“La acelerada expansión
monetaria en un contexto recesivo, con control de cambios y racionamiento en el
acceso a las divisas y fuerte escasez de bienes, tiene un rápido efecto sobre
el nivel de los precios. También alimenta la subida del precio del dólar en el
mercado paralelo”.
Tamara Herrera, directora de
Síntesis Financiera, explica que la expansión de la liquidez obliga a ajustar
los estimados de inflación para este año:
“Estábamos trabajando con una
proyección de inflación en un rango de 500%-700% que hemos elevado hasta
700%-900%. Eso nos acerca a la cota de los cuatro dígitos de inflación y por
eso pensamos que este comportamiento, que no vemos indicios políticos de que
vaya a cambiar, acerca el peligro de la hiperinflación. La Constituyente es un
instrumento de supervivencia política y la posibilidad de que aquí a julio siga
aumentando el gasto en medio de este populismo constituyentista son
elevadísimas”.
Emisiones paralizadas
El Gobierno podría obtener
recursos de una manera menos distorsionante a la emisión de bolívares por parte
del BCV, si se endeudara a través de la colocación de bonos y letras del tesoro
que comúnmente compran los bancos y las empresas de seguros, pero en lo que va
de año el Ministerio de Finanzas se ha cerrado a esta posibilidad.
En la paralización de las
emisiones influye la confrontación entre el Gobierno y la Asamblea Nacional
(AN). En condiciones normales el parlamento aprueba la Ley de Endeudamiento
Anual que da piso legal a los decretos que permiten las colocaciones de bonos
de la deuda pública y letras del tesoro. Pero el Gobierno, bajo el argumento de
que la AN está en desacato, presentó la Ley de Endeudamiento ante el Tribunal
Supremo de Justicia (TSJ).
De esta forma la deuda pública
cayó en una zona gris desde el punto de vista legal, que puede explicar la
paralización de las emisiones. La ley presentada ante el TSJ contempla que el
Gobierno podría emitir este año bonos por el orden de 107 mil millones de
bolívares y letras del tesoro por cantidades que permitan que al cierre del año
el saldo se ubique en 31.600 millones de bolívares.
Tamara Herrera considera que
si bien el tema legal juega un rol en el comportamiento del Ministerio de
Finanzas hay que tomar en cuenta que el ritmo de emisión ha bajado en los
últimos años porque el Gobierno pareciera preferir el financiamiento a través
del BCV.
La decisión del Ministerio de
Finanzas de no emitir bonos y letras del tesoro está impactando a los bancos y
las empresas de seguros que enfrentan problemas para invertir los bolívares
ociosos y constituir sus reservas.
La recaudación
El pasado 1 de abril el
presidente del Servicio Nacional Integrado de Administración Aduanera y
Tributaria (Seniat), José David Cabello, celebró que la institución “cumplió en
198% la meta de recaudación de Impuesto Sobre la Renta (ISLR) en el primer
trimestre del año”, y agregó que “todo lo que se recauda está destinado para
las obras y proyectos que lleva la revolución para el beneficio de todo el
pueblo venezolano”.
Si el Seniat tiene tanto éxito
en la recaudación de impuestos, ¿por qué el Gobierno tiene un déficit que cubre
con el dinero que crea el BCV? Básicamente, porque la cifra que celebra el
Seniat no toma en cuenta el impacto de la inflación. Al transformar los
bolívares que recauda a términos reales, es decir, en sueldos, comida o
viviendas, el organismo recolectó billetes con menos capacidad de compra, que no
alcanzan para cubrir el gasto.
Frank Muci, investigador del
Centro para el Desarrollo Internacional de la Universidad de Harvard, indica
que la caída en la recaudación tributaria es una causa fundamental en el
desequilibrio de la economía venezolana. Dice:
“Cuando el BCV financia a
Pdvsa y otras empresas públicas es porque el gobierno tiene un déficit que
cubre imprimiendo dinero. Entonces, la pregunta es por qué el déficit que
tienen que monetizar ha crecido y la respuesta tiene que ver con muchas cosas, pero
la más importante es que la recaudación real de impuestos ha estado cayendo por
el descenso de la actividad económica”.
Agrega Frank Muci:
“Las ventas de las empresas y
los negocios están cayendo, en algunos casos la contracción es de 70%, por lo tanto,
la actividad económica sobre la cual el fisco puede cobrar impuestos se
contrae. Si el gasto, en términos reales, desciende menos que la recaudación,
el déficit que tienes que monetizar se vuelve más grande, creo que eso es lo
que está pasando”.
Otro elemento que se debe
tomar en cuenta es lo que Muci llama el tránsito hacia una economía menos
formal:
“La estructura de consumo está
cambiando, antes los consumidores compraban sus bienes en establecimientos
formales que pagan impuestos, ahora creo que los consumidores están comprando
más en establecimientos informales que no pagan impuestos, que no pagan IVA,
que no pagan ISLR, que no tienen empleados que pagan impuestos, entonces se
está transitando de una economía formalizada a una menos formalizada y por
supuesto allí el fisco deja de percibir ingresos”.
De acuerdo con cálculos de
Ecoanalítica entre marzo de 2016 y marzo de este año la inflación registró un
salto de 673%. Al incluir esta variable, en términos reales, la recaudación del
Seniat registró una caída de 45,6% respecto al primer trimestre del año pasado.
El tipo de cambio
Mientras la inflación galopa,
el Gobierno recibe muy poco por la gran mayoría de las divisas que vende porque
el tipo de cambio protegido (Dipro) se ubica en 10 bolívares por dólar, un
nivel artificialmente bajo que impacta las finanzas públicas.
El resultado es que el déficit
crece porque los trabajadores públicos como los maestros y médicos reclaman
aumentos de salarios y los materiales para la Gran Misión Vivienda, por ejemplo,
son más caros, mientras que buena parte de los dólares provenientes del
petróleo aportan lo mismo.
Así, surge una dinámica
negativa en la que cada vez el BCV tiene que fabricar más billetes para que el
Gobierno cubra sus gastos y se acelera la inflación.
Frank Muci no duda en señalar
que es urgente devaluar:
“El tipo de cambio de 10
bolívares por dólar es absolutamente irreal y tiene consecuencias graves. El
Banco Central le ha prestado a Pdvsa una cantidad equivalente a toda la base
monetaria porque Pdvsa vende sus dólares muy baratos”.
Desde su punto de vista si no
hay cambios en la conducción de la economía el resultado puede ser muy dañino:
“Aún no estamos en
hiperinflación, si vamos a llegar allí depende de las políticas del Gobierno.
Si solo estamos comenzando a ver la expansión del gasto, la situación puede
empeorar mucho”.
Los precios han demostrado que
pueden elevarse a velocidades insospechadas para los venezolanos. En 2012, el
año previo a que Nicolás Maduro asumiera la presidencia, la inflación fue de
20% y en 2015, cuando el BCV ofreció por última vez datos oficiales, el salto
fue de 180%, la mayor variación desde 1950, año más antiguo en las estadísticas
del país. Hoy, muchas familias firmarían cualquier cosa por regresar a 2015.
En su informe de junio,
Latinfocus registra que Citigroup proyecta que este año Venezuela sufrirá una
inflación de 800%, Ecoanalítica 887% y Goldman Sachs 916%. Peligrosamente,
antes de que Nicolás Maduro le inyectara más gasto a la campaña por la
constituyente, analistas ya veían al país al borde de una inflación de 1.000%.
15-06-17
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