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sábado, 17 de junio de 2017

Por allá fumea, por Miguel Méndez Rodulfo



Miguel Méndez Rodulfo 16 de junio de 2017

La posibilidad de que el país se incendie por la tozuda intención del gobierno de imponer a troche y moche una constituyente a todas luces inconveniente e inconstitucional, es una realidad que el régimen se niega a ver, convencido de que ese mecanismo espurio será su salvación. La verdad es que la fulana constituyente será cuchillo para su propio pescuezo. Si por intentar quitarle atribuciones a la Asamblea Nacional, se formó la sampablera que ya lleva más de ochenta días, como será si intentan eliminarla de cuajo, como aspira en su delirio el chavismo. Los intentos por huir hacia delante de los que ha hecho gala Maduro, no son otra cosa que elementos distractores destinados a entretenernos para otorgarle tiempo a la tiranía de manera que ésta llegue a 2018. Pero lo que no quieren ver es que ya se instaló en la oposición política, pero sobre todo en la sociedad venezolana, un límite, un deseo de no más, que hace intolerable la permanencia de esta gente en el poder.

La verdad es que no sé en qué cabeza cabe que una facción que tiene 18 años gobernando, que lo ha hecho todo mal, que tiene arruinado al país como jamás en su historia se había encontrado, que está controlado por la misma camarilla que se enroca una y otra vez en los cargos públicos, que apenas representa el 20% de la población, puede seguir rigiendo los destinos de la Nación. Solamente a ellos se les ocurre que se pueden quedar tranquilos hasta 2018, cuando lo cierto es que la inmensa mayoría del país cree que si se quedan nos van a matar de hambre a los demás. De manera que el juego está trancado: o se van o se van. Así, ni las elecciones para gobernadores y alcaldes pautadas para septiembre, ni mucho menos la constituyente, lograrán sofocar la ira popular y amainar el deseo expreso acerca de que estos miserables se vayan.

Otro aspecto significativo que hace inviable la permanencia del chavismo en el poder son los innumerables toletes en que ha fraccionado lo que antes el PSUV mantenía como una unidad monolítica. Así no solamente es la fiscal, sino que el sector conformado por Navarro, Giordani y Osorio se ha deslindado del madurismo, como lo ha hecho el gordo Barreto y la Maripili; pero también Marea Socialista hizo lo propio, y no se diga de los enfrentamientos a muerte entre Diosdado y El Aisami, etc., etc. Lo que antes era una unidad blindada, a prueba de balas, hoy son múltiples tiendas aparte, cada una con su cacique peleado con Maduro; de manera que esta dispersión del apenas 20% de la voluntad política del país, es determinante para concluir que no pueden seguir gobernando y que más temprano que tarde se caerá el tinglado sostenido con las bayonetas de los militares corruptos.

Hoy en el Metro pude presenciar a dos niños de origen humilde, de aproximadamente 10 años de edad, que separados cada uno por 10 metros de distancia, le cantaban a los pasajeros un candente rap: la letra era candela pura. Hablaba de unos niños que se acuestan con hambre, sin haber podido comer ni siquiera un pedazo de pan, de madres que tienen que enviar a sus hijos a pedir limosnas, de la miseria del país, de la necesidad de tener conciencia acerca de que las cosas deben cambiar. Me quedé sorprendido por lo que escuchaba, igual como lo hizo a gente. Demás está decirles que los pasajeros fueron muy generosos con estos muchachos. Ya me había enterado por “Euronews” que periodistas venezolanos habían instrumentado el notibus, o sea la lectura de noticias en los autobuses y camionetas, a los pasajeros, como una manera de romper el black out comunicacional del régimen, pero lo de los niños me dejó pensando que este estado de descomposición social, política y económica, si se está sintiendo en todos los estratos de la sociedad venezolana y que los pobres comienzan a reaccionar lenta pero creativamente. En muchos barrios ha habido sacudones y varias candelitas se han encendido. Cuando al unísono las candelitas se repliquen y el fuego purificador recorra al país, ya no diremos que por allá, sino por aquí fumea.

 
Miguel Méndez Rodulfo
Caracas, 16 de junio de 2017

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