Miguel Méndez Rodulfo 16 de junio de 2017
La
posibilidad de que el país se incendie por la tozuda intención del gobierno de
imponer a troche y moche una constituyente a todas luces inconveniente e
inconstitucional, es una realidad que el régimen se niega a ver, convencido de
que ese mecanismo espurio será su salvación. La verdad es que la fulana
constituyente será cuchillo para su propio pescuezo. Si por intentar quitarle
atribuciones a la Asamblea Nacional, se formó la sampablera que ya lleva más de
ochenta días, como será si intentan eliminarla de cuajo, como aspira en su
delirio el chavismo. Los intentos por huir hacia delante de los que ha hecho
gala Maduro, no son otra cosa que elementos distractores destinados a
entretenernos para otorgarle tiempo a la tiranía de manera que ésta llegue a
2018. Pero lo que no quieren ver es que ya se instaló en la oposición política,
pero sobre todo en la sociedad venezolana, un límite, un deseo de no más, que
hace intolerable la permanencia de esta gente en el poder.
La
verdad es que no sé en qué cabeza cabe que una facción que tiene 18 años
gobernando, que lo ha hecho todo mal, que tiene arruinado al país como jamás en
su historia se había encontrado, que está controlado por la misma camarilla que
se enroca una y otra vez en los cargos públicos, que apenas representa el 20%
de la población, puede seguir rigiendo los destinos de la Nación. Solamente a
ellos se les ocurre que se pueden quedar tranquilos hasta 2018, cuando lo
cierto es que la inmensa mayoría del país cree que si se quedan nos van a matar
de hambre a los demás. De manera que el juego está trancado: o se van o se van.
Así, ni las elecciones para gobernadores y alcaldes pautadas para septiembre,
ni mucho menos la constituyente, lograrán sofocar la ira popular y amainar el
deseo expreso acerca de que estos miserables se vayan.
Otro
aspecto significativo que hace inviable la permanencia del chavismo en el poder
son los innumerables toletes en que ha fraccionado lo que antes el PSUV
mantenía como una unidad monolítica. Así no solamente es la fiscal, sino que el
sector conformado por Navarro, Giordani y Osorio se ha deslindado del
madurismo, como lo ha hecho el gordo Barreto y la Maripili; pero también Marea
Socialista hizo lo propio, y no se diga de los enfrentamientos a muerte entre
Diosdado y El Aisami, etc., etc. Lo que antes era una unidad blindada, a prueba
de balas, hoy son múltiples tiendas aparte, cada una con su cacique peleado con
Maduro; de manera que esta dispersión del apenas 20% de la voluntad política
del país, es determinante para concluir que no pueden seguir gobernando y que
más temprano que tarde se caerá el tinglado sostenido con las bayonetas de los
militares corruptos.
Hoy en
el Metro pude presenciar a dos niños de origen humilde, de aproximadamente 10
años de edad, que separados cada uno por 10 metros de distancia, le cantaban a
los pasajeros un candente rap: la letra era candela pura. Hablaba de unos niños
que se acuestan con hambre, sin haber podido comer ni siquiera un pedazo de
pan, de madres que tienen que enviar a sus hijos a pedir limosnas, de la
miseria del país, de la necesidad de tener conciencia acerca de que las cosas
deben cambiar. Me quedé sorprendido por lo que escuchaba, igual como lo hizo a
gente. Demás está decirles que los pasajeros fueron muy generosos con estos muchachos.
Ya me había enterado por “Euronews” que periodistas venezolanos habían
instrumentado el notibus, o sea la lectura de noticias en los autobuses y
camionetas, a los pasajeros, como una manera de romper el black out
comunicacional del régimen, pero lo de los niños me dejó pensando que este
estado de descomposición social, política y económica, si se está sintiendo en
todos los estratos de la sociedad venezolana y que los pobres comienzan a
reaccionar lenta pero creativamente. En muchos barrios ha habido sacudones y
varias candelitas se han encendido. Cuando al unísono las candelitas se
repliquen y el fuego purificador recorra al país, ya no diremos que por allá,
sino por aquí fumea.
Miguel
Méndez Rodulfo
Caracas,
16 de junio de 2017
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