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domingo, 18 de junio de 2017

Terrorismo de estado por @leomoralesP


Por Leonardo Morales P.


Se ha dicho con frecuencia, hasta convertir tales expresiones en lugares comunes, que la política no es fácil y que gobernar es algo serio. Algo o mucho de cierto debe haber en tales afirmaciones, al punto que no muchos se dedican a la política y pocos buscan o tienen la posibilidad ejercer el poder.

Desde 1810 los venezolanos comenzaron su lucha por el poder político y al final lograron su objetivo luego de una guerra civil que dejó muchos muertos a lo largo del territorio, en esa parte de la América española conocida como la Capitanía General de Venezuela.

Nuestra historia como la del resto de la humanidad está llena de episodios vinculados a la lucha por el poder político y, en muchos casos, vinculados con acontecimientos violentos. No pocos se reseñan como eventos violentos y también revestidos de carácter revolucionario y, casi siempre, teniendo a Bolívar y a la independencia definitiva respecto de algo; antes de España y ahora del algún Imperio.

Los revolucionarios de hoy

Desde Chávez se anuncia una revolución y, por fin, la independencia inacabada, la definitiva. Maduro y el resto de los herederos de aquel, no varían el discurso. Seguimos en lo mismo, luchando contra un enemigo que se está a punto de vencer, pero la gente muere por falta de medicina y de atención médica, aumento de la morbilidad infantil. De la soberanía alimentaria pasamos a una mayor dependencia y extrema escasez de bienes esenciales. En fin, la precariedad aumenta en todos los órdenes y el Socialismo del Siglo XXI se viste de las mejores galas para anunciar su fracaso.


Buena parte de ese liderazgo de izquierda, que se apoderó de unas cuantas naciones latinoamericanas, dejan lunares bochornosos en su gestión: la familia Kirchner deja a la Argentina con escandalosos actos de corrupción; en Brasil, Lula y Rousseff son acusados judicialmente por manejos dolosos. Lava Jato y Odebrecht se convierten en la guillotina de la izquierda corrupta de la región, de la que, por cierto, no escapan los rojitos venezolanos.

La violencia de estado

La revolución anunciada a principios de este siglo se vendió como pacífica, pero hoy enarbola su violencia y muestra sus fauces paran mantenerse en el poder. Ya lo habían dicho: “la revolución es pacifica, pero armada”.

Maduro no gobierna, solo busca mantenerse en poder. No hay gobierno para la sociedad, solo hay acciones para garantizar la permanencia de unos individuos cuyo fracaso no necesita mayores demostraciones.

El gobierno recurre a la violencia y al terrorismo contra las personas que tiene el legítimo derecho a protestar contra un gobierno indolente y maula. El régimen no se aprovisiona de políticas para superar la crisis económica y social del país, sino de armas para enfrentar a una sociedad que pide libertad y cumplimiento de la Constitución. “El crimen o terrorismo de estado, el genocidio y la represión del adversario político -violencia que genera más violencia-. Contradicen la unidad y el sentido del poder como un orden jurídico”.

El gobierno de Maduro, devenido en terrorismo de estado, se ha encargado de mostrarlo en estos dos meses de protestas. Ha enlutado familias en nombre de la felicidad de la cúpula gubernamental. Los hechos, crímenes y atentados contra la propiedad privada de los venezolanos, incursionando violentamente en sus moradas, destruyendo cuanto consiguen por delante, es la más clara evidencia de la presencia que un régimen político que recurre al terror para mantenerse en el poder

17-06-17




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