FERNANDO CASTRO AGUAYO 30 de septiembre de 2017
“Corresponde
a las autoridades garantizar el clima de desarrollo de los ciudadanos. La
vocación al desarrollo forma parte de los planes de Dios para cada persona”
Estoy
participando en Mérida del Congreso de Cronistas de Venezuela y de Museos y
Archivos Eclesiásticos, con motivo de las Bodas de Oro sacerdotales del
Cardenal Porras. Universidad de Los Andes y Arquidiócesis de Mérida son fuentes
de recuperación de nuestra memoria histórica e impulso para jóvenes: muestran
un pasado lleno de bondades, construido por hombres de bien y que a su vez nos
proyecta a construir un presente y futuro mejor.
El
entorno educativo para nuestros niños y jóvenes tiene que estar caracterizado
por las condiciones básicas para un normal desarrollo: seguridad, medicinas,
luz, comida, comunicaciones, transporte público, respeto, calidad académica.
Entonces estarán dadas algunas condiciones para el desarrollo de los futuros
ciudadanos, de las familias, de los emprendedores y de los trabajadores.
Es
indispensable el ambiente, el entorno que favorezca la educación con
creatividad y mensajes positivos. Así, por ejemplo, Francisco habla del mundo
como “casa común”, y así transmite una idea “de hogar común” con mensajes
positivos y estimula a cuidar la creación con acciones concretas. Esta conducta
eleva y dignifica a las personas.
Si los
ciudadanos crecen con la mentalidad de que viven del Estado, si la pobreza se
instala en las mentes para hacer de ella una maquinaria de “votos
democráticos”, entonces sencillamente importan nada la dignidad de las
personas. Sencillamente degradante. Corresponde a las autoridades garantizar el
clima de desarrollo de los ciudadanos. La vocación al desarrollo forma parte de
los planes de Dios para cada persona. Francisco en Colombia al hablar de “Dar
un primer paso adelante” pensando en la reconciliación de los colombianos
estimula este aspecto indispensable para convivir y ser protagonista del
desarrollo.
El
entorno educativo favorable es indispensable para dignificarnos en Venezuela.
Fernando
Castro Aguayo
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