Por Froilán Barrios
En la víspera del 15-O y a
propósito del referéndum catalán del 1-10-2017, un periodista español comentaba
que la primera vez en su vida que tuvo ocasión de depositar su voto en una urna
fue con ocasión del referéndum que la dictadura franquista organizó en
diciembre de 1966 para ratificar la Ley Orgánica del Estado, calificado como un
patético intento de institucionalizar al régimen en torno a algo que pudiera
parecerse a una Constitución. Como estaba cumpliendo el servicio militar, lo
hizo vistiendo su uniforme de soldado raso y siguiendo las órdenes que había
recibido bajo seria amenaza de arresto si no lo hacía así. Igualmente, solicitó
a la mesa de votación una certificación de que efectivamente había cumplido con
su deber en aquella ocasión. Naturalmente, votó No, sin ninguna esperanza de
que sirviera para algo, con lo que se alineó, de acuerdo con los resultados
oficiales, con el escaso 1,5% del censo que mostró su repulsa a aquella
carnavalada franquista.
El detalle notorio es que por
vez primera tras tres décadas de la más horrorosa dictadura de la historia de
España, para lograr algo de credibilidad ante una comunidad internacional que
lo repudiaba, convocó a “todos los ciudadanos españoles mayores de veintiún
años, sin distinción de sexo, estado o profesión, tienen el derecho y la
obligación de tomar parte en la votación del referéndum, emitiendo libremente
el sufragio a favor o en contra del proyecto legislativo consultado”. Es
importante resaltarlo, ya que antes el franquismo solo organizaba consultas
bajo el modelo corporativo fascista, donde el jefe de hogar representaba el
voto de toda la familia, entre otras menudencias corporativistas.
Modelo que inspiró al régimen
madurista al convocar la elección de la turba de montoneros del PSUV el
31/07/2017, donde surgiera el esperpento rechazado justamente por todo el país
democrático y por la comunidad internacional, solo respaldado por la galería de
dictadores que recientemente visitara Maduro, Recep Tayyip Erdogan, de Turquía;
Aleksandr Lukashenko, de Bielorrusia, y Vladimir Putin, el autoritario
presidente de Rusia
Por tanto, no debe haber
ninguna duda en asistir a votar el 15-O por los candidatos opositores a la
dictadura, que se ha visto obligada, para maquillar su barbarie ante el
escenario mundial, a convocar de nuevo una consulta universal, a tan solo meses
de haber impuesto la fraudulenta y “plenipotenciaria” turba del PSUV. Evento
que en estas circunstancias significa una oportunidad para manifestar el
repudio a la dictadura y al abuso de poder al prostituir integralmente el acto
primigenio de la democracia como lo es el voto universal, directo y secreto.
No es momento de pruritos
abstencionistas, ya que votar el domingo no es otorgarle un cheque en blanco a
la MUD; en su momento la población venezolana ajustará cuentas con las
inconsecuencias y capitulaciones. Ahora lo prioritario es enfrentar el fraude
orquestado desde el CNE y derrotar la dictadura, ya que dicha calificación
debemos hacerla valer no solo en el ámbito internacional, también localmente.
Actuando en consecuencia, en lucha de vida o muerte en todos los terrenos hasta
su final.
11-10-17
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