Por Marco Negrón
Parapetado en una seudo
institución de clara estirpe fascista -la espuria asamblea nacional
constituyente- el régimen ha procedido a cancelar de un plumazo la que, con
todos sus defectos, fue una de las principales innovaciones de la Constitución
de 1999: el gobierno del Área Metropolitana de Caracas.
Se cometió con ello una triple
ilegalidad: primera, y esta bastaría para anular toda su actuación, porque esa
seudo institución fue creada violentando los principios constitucionales que
rigen la materia; segunda, porque la única competencia de una Asamblea
Constituyente (aunque no lo es, esta, como lo dice su nombre, pretende serlo)
es redactar una nueva Constitución y nada más; tercera, porque violenta el
artículo 18 de la Constitución vigente, el que ordena la creación de un
gobierno local de dos niveles que establezca la unidad político territorial de
la ciudad de Caracas “para alcanzar su desarrollo armónico e integral”.
Pero más allá del evidente
carácter inconstitucional de esa decisión, impuesta solamente por el imperio de
la fuerza propio de un régimen que ya no disimula su carácter dictatorial, está
su condición profundamente regresiva y el abierto desprecio por los valores
democráticos y los derechos ciudadanos: su empeño en construir para los
venezolanos, como hace pocos días afirmaba Nacho Ávalos, “un futuro obsoleto”.
Más que ridículo, es patético ver cómo con sus actos, quienes se reclaman a un
supuesto Socialismo del siglo XXI, arrastran a nuestra sociedad hacia el más
oscuro pasado.
Aun cuando bastaría invocar
los artículos 333 y 138 de la Constitución para declarar la nulidad absoluta de
ese acto, la realidad es que, en la práctica, se ha procedido a la liquidación
del gobierno metropolitano mediante el total desmantelamiento de su andamiaje
institucional. Pero, al final, con ello se abre un espacio para repensarlo: lo
importante ahora no es llorar sobre la leche derramada sino aprovechar la
coyuntura y hacer del vicio virtud, estableciendo desde ahora una línea de
acción para cuando se recupere el orden constitucional.
Reconociéndole el mérito de al
menos haber instituido la figura del gobierno metropolitano, muchos hemos sido
los críticos tanto de la ley que lo creó en el 2000 como, con más razón, de la
retrógrada y aviesa reforma promulgada en 2009, a raíz de la victoria de la
alternativa democrática. Las consecuencias del atropello perpetrado por la
írrita ANC crean un vacío que debe ser aprovechado para repensarlo. ¿Habrá sin
embargo en el inicio de un año que se anuncia tenebroso, con una sociedad civil
humillada y desconcertada y donde lo urgente pareciera ser la supervivencia más
elemental, el tiempo y el ánimo para reflexionar sobre temas que hoy pueden
parecer meras exquisiteces intelectuales?
Aunque ellas no lograron sus
objetivos, frente a estas realidades es oportuno recordar las epopeyas civiles
protagonizadas por los venezolanos en los últimos tres años: la espectacular
victoria electoral del 15D de 2015, la épica batalla por el referendo de 2016 y
el luminoso ejemplo de la sociedad civil activada en la consulta del 16J de
2017. Es difícil pensar que todo ello se haya evaporado sin dejar vestigios.
Se atribuye a Picasso la frase
“cuando llegue la inspiración, que me encuentre trabajando”; cuando llegue el
cambio, que nos encuentre con proyectos en la mano.
09-01-18
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