Por Giorgio Cunto
En enero de 1998, el salario
mínimo equivalía a 75 bolívares fuertes (75.000 bolívares viejos) y el ticket
de alimentación, 85 bolívares fuertes. Ambos sumaban un ingreso mínimo mensual
de BsF 156,4. Con el último aumento, el salario mínimo nominal se eleva a BsF
248.510,41, junto con un bono de alimentación de BsF 549.000, que genera un
ingreso mínimo mensual de BsF 797.510,41.
El crecimiento salarial es
solo en términos nominales, es decir, aumenta la cantidad de bolívares que
se reciben por concepto de remuneraciones, pero no toma en cuenta la cantidad
de bienes y servicios que se pueden adquirir con esos ingresos. Para determinar
si hay un incremento real en la capacidad de compra de los
venezolanos que ganan salario mínimo, se debe comparar el aumento salarial con
el aumento de los precios.
Desde enero de 1998, el
salario mínimo nominal ha crecido un 674.347,17%. En el mismo período, la
inflación acumulada es de 3.448.587,28%. Las magnitudes de ambas cantidades son
tan grandes que para apreciar su comportamiento debemos visualizarlo en escala
logarítmica.
Si la inflación es superior a
la tasa de crecimiento de los ingresos, los trabajadores adquieren menos
bienes. Si los ingresos y los precios crecen en la misma proporción, el poder
adquisitivo se mantiene igual. Si los ingresos aumentan más que la inflación,
el poder de compra sube. El bolívar de hoy no tiene el mismo valor que el de
ayer y solo pueden compararse tras ajustarlos según la subida de precios.
Con la calculadora
de inflación de Prodavinci se puede estimar cuánto sería el
equivalente ajustado por inflación de cualquier salario desde enero de 1950.
Al analizar el incremento de
precios desde enero de 1998 y los aumentos de salarios en el mismo período, el
salario mínimo de 75 bolívares fuertes (75.000 bolívares viejos) debería hoy
tener un valor de BsF 2.586.515,46 para mantener su poder adquisitivo. Si se
compara con el nuevo salario mínimo de BsF 248.510,41, observamos que este ha
experimentado una caída en términos reales de 90,39%.
Adicionalmente, la composición
del ingreso mínimo mensual ha cambiado considerablemente en las últimas dos
décadas. En enero de 1998, el bono de alimentación representaba 52,07% del
ingreso mensual. Para enero de 2013 esta proporción había bajado a 32,59%. Con
el aumento decretado para enero de 2018, el ticket de alimentación representa
68,84% del ingreso mínimo mensual. Esto significa que más de las dos terceras
partes del ingreso mínimo de los trabajadores están concebidas para cubrir solo
gastos de alimentación.
Se puede considerar que
Venezuela entró
en un episodio hiperinflacionario a finales de 2017,
donde la subida exponencial de los precios neutraliza, casi
inmediatamente, los decretos de aumento salarial como medida para resguardar el
poder adquisitivo. Si no se atienden las causas estructurales de la presión
inflacionaria, específicamente la monetización del déficit fiscal y la pérdida
de confianza en la moneda, se repetirá este análisis, con cifras más
alarmantes, en los próximos meses. Quizás en las próximas semanas.
08-01-18
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