CLAUDI PÉREZ 04 de abril de 2018
Siria
es quizá “la peor catástrofe humanitaria desde la posguerra”, afirma el
comisario europeo de Ayuda Humanitaria, Christos Stylianides (Nicosia, 1958).
Sin llegar a ese nivel de dramatismo, Venezuela es ya un enorme quebradero de
cabeza; “va camino de provocar —si es que no lo es ya— una crisis regional, con
efectos básicamente en Colombia pero también sobre toda la vecindad: Perú,
Ecuador, Chile, Argentina y Brasil reciben inmigrantes y si el flujo persiste
se enfrentan a situaciones difíciles”. Stylianides visitó Colombia y la
frontera con el país que preside Nicolás Maduro en marzo, y anunció que la UE
destinará 31 millones de euros en ayuda humanitaria. “Los problemas van a peor
a cada día que pasa. Pero el Gobierno de Maduro no reconoce que tiene entre
manos una crisis humanitaria y así es más difícil que lleguen las
imprescindibles ayudas”, critica en una entrevista con EL PAÍS.
Al
margen de su actividad política, Stylianides es médico. Y en el puente Simón
Bolívar, ante la llegada masiva de venezolanos, prevalecía la mirada del médico
sobre la del comisario europeo: “Hay niños con síntomas de desnutrición y que
ponen de manifiesto problemas flagrantes de seguridad alimentaria; hay
embarazadas que cruzan la frontera porque en Venezuela hay cada vez mayores
problemas con la sanidad pública, hay lactantes con sus madres para que les
pongan vacunas. Hay que focalizar las ayudas en las necesidades sanitarias y de
nutrición, como sucede en todas las crisis humanitarias”.
La
UE ha denunciado los ataques a las instituciones políticas venezolanas por
parte de Nicolás Maduro, los problemas derivados de la falta de separación de
poderes y los ataques al Estado de derecho y a la libertad de expresión. “Pero
a la vez hay que encontrar vías, a través de las ONG y de la gente que está
sobre el terreno, para acercar la ayuda hasta donde más se necesita”. “La
situación solo puede empeorar”, vaticina.
Stylianides
traza algunos paralelismos con la crisis de refugiados europea: “Los
venezolanos cruzan a Colombia, un país cuyos graves problemas por catástrofes
naturales y sobre todo la presencia de grupos terroristas y paramilitares y de
millones de desplazados tras medio siglo de guerrilla puede hacer descarrilar
el proceso de paz: la crisis venezolana no debe hacer olvidar la crisis
colombiana, que ha remitido pero sigue ahí. Los sirios cruzaban hacia Grecia,
que estaba en plena depresión: no es exactamente la misma historia, pero hay
paralelos clarísimos. Como los colombianos, los griegos respondieron con una
generosidad increíble, aunque en Europa también vimos brotes de xenofobia por
el empeoramiento de las condiciones sociales”.
“Las
crisis migratorias nunca son fenómenos aislados: la crisis siria no se entiende
sin la crisis iraquí, era una crisis regional; y ese es otro paralelismo con
los efectos de la grave situación en Venezuela, que se dejan notar a nivel
regional y por tanto exigen soluciones regionales”, cierra el comisario.
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