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sábado, 6 de abril de 2019

¿En qué consiste el socialismo con peculiaridades chinas? Por @victoralvarezr



Por Víctor Álvarez


La revolución industrial comenzó en la segunda mitad del siglo XVIII y se profundizó en la segunda mitad del siglo XIX y comienzos del siglo XX. La primera etapa transcurre entre los años 1750 y 1840, mientras que la segunda va de 1880 a 1914. A lo largo de estos años tienen lugar la mecanización de la manufactura de textiles, alimentos y calzados, la industrialización del hierro y del acero, la creación de las máquinas de vapor, el surgimiento del ferrocarril y la fabricación de maquinarias y equipos para otras ramas de actividad industrial, todo lo cual facilitó la producción industrial a gran escala y el transporte de mercancías para mercados masivos.

Con la revolución industrial, la mecanización de la manufactura sustituyó de forma acelerada el trabajo manual e hizo posible un vertiginoso crecimiento de la productividad y de la producción de los bienes necesarios para la vida. Esto estimuló una incesante migración de la población rural a las ciudades que tuvo un gran impacto en la transformación demográfica de las naciones. Los campesinos abandonaron el campo para buscar mejores fuentes de empleo en las pequeñas, medianas y grandes empresas industriales que se multiplicaban por miles en las ciudades, donde se podía encontrar una creciente oferta de bienes y servicios para atender necesidades básicas y esenciales que la precaria producción campesina no podía abastecer. Este impetuoso desarrollo de las fuerzas productivas consolidó el triunfo definitivo del modo de producción capitalista sobre el feudalismo.

La teoría marxista atribuye una importancia cardinal al desarrollo de las fuerzas productivas para poder satisfacer las necesidades básicas y esenciales de toda la población y argumenta que con las revoluciones burguesas que desplazaron al poder feudal, la humanidad disfrutó un desarrollo de las fuerzas productivas sin precedentes. Sin embargo, China se quedó rezagada. La etapa de la Revolución Burguesa no se cumplió en el gigante asiático y, al triunfo de la Revolución Popular China, el país aún estaba sumido en el atraso y la pobreza feudal. A pesar de su dimensión geográfica, China no era un país industrializado con una numerosa clase obrera, sino un país semicolonial y semifeudal, con el 80 % de la población rural.

La revolución campesina liderada por Mao heredó una industria prácticamente inexistente. En los primeros 30 años de la República Popular China, y después de varios intentos fallidos que incluyeron la colectivización de la propiedad, el Gran Salto Adelante y la Revolución Cultural, fue imposible impulsar el desarrollo de las fuerzas productivas para poder satisfacer las necesidades de su inmensa población y millones de chinos murieron en las hambrunas que azotaron a la población.


Ante esta dramática situación, el liderazgo del Partido Comunista Chino (PCCh) buscó superar su estancamiento a través de una reinterpretación del marxismo a la luz de las peculiaridades de China. Deng Xiaoping, precursor de las reformas económicas en China, cuestionó que tras el triunfo de la revolución campesina, la República Popular fue bloqueada, pero también reconoció que se aislaron y al mantenerse a puertas cerradas no fue posible impulsar el desarrollo de las fuerzas productivas para llevar adelante la construcción socialista: “si alguna falla tuvimos después de la fundación de nuestra República Popular, fue que descuidamos la necesidad de desarrollar las fuerzas productivas. El socialismo está llamado a acabar con la pobreza. La pobreza no es socialista”.

China solo pudo comenzar a superar su situación de atraso y subdesarrollo a partir de las reformas económicas impulsadas por Deng Xiaoping desde 1978. Deng planteó que la superioridad del socialismo tenía que manifestarse en un desarrollo de las fuerzas productivas mayor y más rápido que en el capitalismo y, sobre todo, en el mejoramiento incesante de las condiciones de vida del pueblo.

Desde entonces, el objetivo fundamental de las reformas económicas ha sido desarrollar las fuerzas productivas para satisfacer cada vez más las crecientes necesidades materiales y culturales del pueblo.

El socialismo con peculiaridades chinas

En el discurso oficial, el socialismo con peculiaridades chinas es el marxismo-leninismo adaptado a las condiciones concretas de China. Se parte del reconocimiento de la situación de atraso en la que se encontraban las fuerzas productivas y del imperativo de liberarlas para poder satisfacer las necesidades básicas y esenciales de la inmensa población china.

El término socialismo con peculiaridades chinas fue acuñado por Deng Xiaoping para indicar la activación de mecanismos de la economía de mercado para la organización de la producción y el consumo, sincronizados con la planificación centralizada. En el caso de la inversión extranjera, las decisiones sobre la asignación de recursos se realizan a través de los mercados, pero en el marco de las regiones geográficas, sectores económicos y parámetros macroeconómicos definidos previamente por el Estado.

En el curso de las reformas económicas, se abrieron a la inversión extranjera 14 ciudades costeras. Ante la crítica de los dogmáticos, Deng advertía que: “esto conllevara ciertos problemas, pero, después de todo, los efectos negativos serán mucho menores que los positivos en la utilización de las inversiones extranjeras. Hay algo de peligro, pero no es tan grande (…) sin duda se cometerán errores y surgirán problemas. Lo decisivo es que sepamos sintetizar las experiencias y no tardar en rectificar todo lo que se haya hecho en forma inadecuada”.

Deng definió este proceso como el camino para construir un socialismo con peculiaridades chinas: “a este ritmo, alcanzaremos sin duda la meta de cuadruplicar el producto nacional bruto hacia finales del siglo XX”. Y lo lograron. En 1999, el PIB de China creció 7,7% y fue de $ 1.097.138M, ubicándose como la 7ª economía en un ranking de 195 países. No obstante, debido a su enorme población, China se encuentra en el puesto 130 según el PIB p/c, pero esto no le quita mérito a la mejora de este indicador. A finales del siglo XX China logró la meta anunciada por Deng Xiaoping y el PIB p/c en 1999 fue de 872$, muy superior a los $ 183 p/c de 1979.

Economía de mercado socialista

La economía de mercado socialista en la república Popular China se basa en una interpretación del marxismo que enfatiza el desarrollo de las fuerzas productivas a través de una combinación de mecanismos de mercado y de planificación centralizada. Durante 40 años de reformas económicas, las fuerzas motrices de la economía China han sido la apertura a las inversiones extranjeras y el apoyo a las exportaciones a través de subsidios impositivos, tipo de cambio subvaluado y flexibilidad del marco legal y las regulaciones en las zonas especiales de desarrollo, donde se instalan las empresas mixtas y de capital privado que operan según la lógica del mercado.

En el marco de las reformas económicas se le atribuyó una gran importancia a la apertura exterior y a la atracción de inversiones extranjeras que vinieran acompañadas de transferencia tecnológica, calificación de la fuerza de trabajo, asistencia técnica a las empresas locales y creciente incorporación de valor agregado nacional a la oferta exportable. La admisión del capital extranjero se consideró inicialmente como un complemento para la construcción socialista y hoy se considera como un factor imprescindible.

La economía de mercado socialista en China se sustenta en una abundante fuerza de trabajo calificada, organizada y disciplinada; inversiones en bienes de consumos masivos y de capital; mejora sostenida de infraestructuras y servicios, y aprovechamiento intensivo de recursos naturales. En este modelo, las industrias básicas y estratégicas -como las telecomunicaciones o la banca-, son mayoritariamente propiedad del Estado, pero compiten entre sí en un sistema de precios regidos por la dinámica del mercado y no fijados arbitrariamente por el gobierno. En China, los derechos a la propiedad pública son inviolables, al igual que los derechos de la propiedad no pública. “Tanto la economía de propiedad pública como la de propiedad no pública son una parte importante de la economía de mercado socialista y una base para el desarrollo económico de nuestro país”.

Una vida modestamente acomodada

A esta idea hizo referencia Deng Xiaoping por primera vez en una conversación que sostuvo en diciembre de 1979 con Masayoshi Ohira, Primer Ministro japonés, en su visita a China. Deng planteó que “uno de los rasgos que distinguen al socialismo del capitalismo es que el socialismo significa prosperidad común, y no polarización del ingreso”. Explicó que la meta mínima de las reformas económicas era alcanzar, hacia fines del siglo XX, una vida modestamente acomodada.

En una primera etapa de la construcción socialista, cuando aún no se han desarrollado plenamente las fuerzas productivas, el principio de distribución será “de cada cual según su capacidad y a cada cual según su trabajo”, remuneración que no garantiza la satisfacción plena de todas las necesidades materiales y culturales. Luego, una vez que se haya desplegado todo el potencial de las fuerzas productivas y se disfrute de una creciente abundancia de bienes y servicios, el principio se distribución mejorará y será “de cada cual según sus capacidades y a cada cual según sus necesidades”.

Por vida modestamente acomodada se entendía que el Producto Interno Bruto per cápita (PIB p/c) llegara a finales del siglo XX a 800 dólares anual. En comparación con otras economías, esta cifra resultaba muy baja, pero para la China representaba una meta muy ambiciosa, sobre todo si se tiene en cuenta que la población para 1979 había llegado a los 1.000 millones de habitantes y se estimaba en 1.200 millones para finales del siglo XX. Con base en ese PIB p/c, la riqueza generada por todos superaría el billón de dólares que -distribuida según el principio de “a cada cual según su trabajo”-, permitiría liberar de la pobreza a un creciente porcentaje de la población china. Esta meta fue ampliamente superada y, en el año 2017, el PIB p/c de China llegó a ser de 8.826,99 de dólares.

Según el Banco Mundial “De 1978 a 2014, el ingreso per cápita de China aumentó 16 veces. Con base a la paridad del poder adquisitivo internacional de 1.9 dólares por persona por día, la pobreza extrema en China cayó drásticamente del 88.3% en 1981 al 1.9% en 2013, es decir, 850 millones de chinos han salido de la pobreza, y la tasa de pobreza extrema caerá por debajo del 1% en 2018”.

Actualmente, la tasa de ahorro china, tanto privada como pública, está motivada por el alcance parcial de la red estatal de protección que obliga a muchos trabajadores a ahorrar más del 50% de sus ingresos para prever problemas de salud o para cubrir su vejez. Entre los efectos no deseados de este exceso de ahorro está el freno de la demanda interna, cuestión que impide satisfacer plenamente las necesidades materiales y culturales de las familias. A su vez, la inhibición del consumo privado genera un exceso de capital en sectores donde ya no es posible invertir más. Esta pérdida en la capacidad de absorción de capital obliga a reorientar un modelo económico hasta ahora dinamizado por las exportaciones hacia otro motorizado por la demanda interna.

En el XIX Congreso del PCCH, celebrado en octubre de 2017, el Presidente Xi Jinping ratificó que las puertas al exterior de China no se cerrarán, sino que se abrirán cada vez más: “la apertura trae progreso, mientras que el autoaislamiento conduce al atraso”. Afirmó que el socialismo con peculiaridades chinas ha entrado en una nueva época: “y conducirá al país a materializar básicamente la modernización socialista para el año 2035”. Desde la celebración del anterior Congreso del PCCh en el año 2012, en el que Xi Jinping fue investido como máxima autoridad, el PIB se elevó de 54 billones a 80 billones de yuanes (cerca de 12,1 billones de dólares) y más de 60 millones de personas salieron de la pobreza.

Según los Estatutos del PCCh, la tarea fundamental de la construcción socialista consiste en emancipar aún más las fuerzas productivas para lograr la modernización socialista, introduciendo reformas en las relaciones de producción que frenen su desarrollo. Esto pasa por perfeccionar el sistema económico basado en diversas formas de propiedad, con la de propiedad pública como la principal, así como el sistema de distribución basado en el reparto según el trabajo, eliminar la pobreza y alcanzar la prosperidad común, satisfaciendo la creciente demanda del pueblo de una vida mejor, con base en la expansión de la producción, el crecimiento de la riqueza social y el desarrollo humano integral.

05-04-19




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