Por Víctor Álvarez
Gracias al consultor en
procesos electorales, Aníbal Sánchez (@AníbalSánchez), nos enteramos que los
estándares internacionales de los procesos electorales están establecidos en
las normas de estandarización ISO 54001. Sánchez ha ido pionero en
el análisis del estado actual de las garantías y condiciones electorales en
Venezuela, a la luz de la norma ISO 54001.
ISO (por sus siglas en
inglés) es la Organización Internacional de Normalización que opera como una
federación mundial de organismos nacionales de normalización. La elaboración de
las normas internacionales la realizan los comités técnicos de ISO. En materia
de elecciones, cada país tiene su propio sistema electoral, el cual varía según
su cultura y tradiciones, y está constituido por una gama de procesos
interrelacionados a cargo de los organismos electorales, las organizaciones
políticas y la ciudadanía.
Las garantías electorales
tienen que ver con quién puede votar, quiénes son elegibles para cargos
públicos, los requisitos para la inscripción de organizaciones políticas y sus
candidatos, la logística electoral, la selección, el conteo y el registro
exacto de votos, la declaración de resultados, la educación electoral, la
fiscalización del financiamiento de la campaña y la investigación de las
denuncias y resolución de conflictos electorales. Por su parte, las condiciones
electorales deben ofrecer a todos los competidores las mismas oportunidades de
ganar o perder, sin ventajismos a favor de algunos de los candidatos o partidos,
lo cual exige imparcialidad de los medios de comunicación, la no utilización de
recursos del Estado a favor de una parcialidad política, la regulación de las
campañas electorales e, incluso, la fiscalización de los fondos que financian a
los diferentes candidatos.
A la luz de la norma ISO
54001, Aníbal Sánchez explica con claridad las condiciones políticas, técnicas,
operativas, jurídicas y administrativas que deben cumplirse en Venezuela para
celebrar elecciones a tono con los estándares internacionales que preserven el
sufragio como un derecho humano. Votar es una expresión del derecho político a
participar en los asuntos públicos y se basa en el principio de una persona, un
voto, sin ninguna otra restricción que la que establezca la Ley.
El proceso electoral: mucho
más que el acto de votación
La realización de elecciones
periódicas, libres y justas a través del voto secreto es la clave de un sistema
político democrático, cuya legitimidad está asociada a las garantías y
condiciones electorales para que la ciudadanía pueda elegir libre y limpiamente
a quienes ocuparán cargos públicos. La norma ISO 54001 establece que una
condición básica para el proceso electoral es la inscripción del votante. La
identificación del cumplimiento de requisitos y la inscripción de los votantes
habilitados son esenciales para el proceso electoral. Al registrarse para
participar en las elecciones, las organizaciones políticas y los candidatos
formalizan legalmente su participación en el proceso electoral.
La norma también plantea que
los organismos electorales tienen que planificar la logística para el día de
las elecciones con mucha antelación al evento electoral. Los factores clave en
la logística son la distribución eficiente de los materiales electorales, el
establecimiento de los centros de votación y el abastecimiento del equipo de
votación. La emisión del voto y el recuento de votos son de primordial
importancia, toda vez que sus resultados son precisamente los que reflejan la
voluntad del electorado, constituyen la expresión de la soberanía popular.
La norma ISO 54001 subraya
que el proceso electoral no se limita al acto de votación, sino que se extiende
a las diferentes etapas del proceso electoral: antes, durante y después de la
elección. Todas y cada una deben ser rigurosamente auditadas para que el
proceso se cumpla de manera limpia y transparente y contribuya así a la
legitimidad del poder electoral. Cuando todo el proceso electoral –y no solo el
acto de votación- se realiza de manera transparente y precisa, aumenta entonces
la confianza en las elecciones y la aceptación de los resultados finales.
La Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela (CRBV) en su artículo 63 establece que las
elecciones deben ser libres, universales, directas y secretas. A la luz de la
ISO 54001, y partiendo del aporte pionero que hace Aníbal Sánchez en su
análisis, podemos desglosar las garantías y condiciones en los siguientes
aspectos:
·
Nombramiento de nuevas autoridades del CNE
(295 y 296 CRBV) de acuerdo a lo establecido en los artículo 18 al 30 de la Ley
del Poder Electoral.
·
Universalidad: derecho al voto para todos los
venezolanos, sin más limitación que las que imponen las leyes, lo cual comienza
por la actualización del registro electoral permanente.
·
Derecho del voto de los venezolanos en el
exterior, o extranjeros en el país, según el tipo de elección.
·
Certificación de las organizaciones con fines
políticos de acuerdo a la Ley de Partidos (Artículo 10-15 y 26).
·
Derecho político de elegir y ser elegido
(Artículo 42 y 65 CRBV), lo cual pasa por restablecer los derechos políticos a
los candidatos inhabilitados por la Contraloría.
·
Garantizar todas las auditorías técnicas a
partir de la validación de los protocolos con los técnicos de los partidos
participantes, así como la contratación de auditores externos. (Artículo 160 y
161 LOPRE).
·
Actualizar el Catastro de Centros a partir de
los 14 mil centros y 30 mil mesas de votación del último Registro Electoral,
con criterios de vecindad, inclusión y correcta selección de miembros mesas.
·
Garantizar el ejercicio libre voto, lo cual
implica impedir el acompañamiento indebido que pone en riesgo el voto secreto y
directo.
·
La observación internacional calificada en
todas las etapas del proceso.
·
Implementación de la contraloría y
fiscalización electoral a fin de evitar abusos de poder e ilícitos electorales.
Condiciones electorales vs
condiciones políticas
A pesar de las precarias
garantías y condiciones electorales que prevalecen en Venezuela, ¿qué
probabilidades tiene una oposición unida de ganar las elecciones
parlamentarias? Según las encuestas, la situación del país es percibida como
negativa por el 94% de la población, incluyendo a los seguidores del
oficialismo. El 84% evalúa como mala la gestión de Maduro y quiere que deje el
poder. Nuevamente la oposición tiene a su favor el cuestionamiento de los
electores a la gestión del gobierno. Sin embargo, sus contradicciones internas
la pueden llevar a perder una oportunidad mucho más clara que la de las
Parlamentarias del 2015, cuando logró una aplastante victoria que luego no supo
administrar y aprovechar.
La oposición venezolana está
dispersa y plagada de contradicciones. Por un lado, están los partidos del G-4
(PJ, AD, UNT, VP) que han anunciado que se abstendrán de participar en las
elecciones parlamentarias si antes no se convocan las presidenciales. Por otro
lado, están los partidos que forman parte de la Mesa de Negociación (Cambiemos,
Soluciones, AP y MAS) que -sumados a otros partidos como Copei, Bandera Roja,
Redes, etc.-, forcejean con el gobierno para mejorar las garantías y
condiciones electorales mínimas, aun cuando no sean plenamente las establecidas
en la norma ISO 54001.
Además del desaliento que
provoca la falta de garantías y condiciones electorales, la proliferación de
partidos políticos con posiciones tan contradictorias desmotiva al electorado
opositor y dificulta su identificación con una línea política que lo conduzca a
una victoria. Si la oposición no se pone de acuerdo en escoger candidatos
unitarios -tal como se hizo en las Parlamentarias de 2015 en torno a la tarjeta
de la MUD-, ese 84% de electores descontentos que cuestiona la gestión
gubernamental no cristalizará como una fuerza electoral que mantenga el control
de la AN como el único poder legítimamente constituido para continuar desde
allí la lucha por una solución política, electoral y pacífica a la crisis
venezolana.
La ineficacia de la
abstención
Constitucionalmente, las
elecciones que están previstas para el año 2020 son las parlamentarias. A pesar
de aferrarse a la AN para operar políticamente, un importante sector de la
oposición pareciera dispuesto a perder esta plataforma al negarse a participar
en las parlamentarias, si estas se realizan antes de las elecciones
presidenciales. Esa misma oposición que denuncia diariamente la degeneración
autoritaria y totalitaria del régimen, es la que espera de la dictadura
garantías y condiciones electorales para realizar unos comicios a tono con los
estándares internacionales establecidos en la norma ISO 54001.
Quienes defienden a la AN
como el único poder legítimo y desde la cual han desplegado la estrategia de la
“presidencia interina” y el “cese a la usurpación”, son los mismos que
argumentan que sin garantías y condiciones electorales no tiene sentido participar
en las parlamentarias del año que viene. Arguyen que se repetirá la misma
historia de un TSJ funcional al gobierno que impugnará la elección de diputados
para quebrar la mayoría opositora, o que el gobierno prolongará la ANC como un
poder legislativo paralelo que se arroga las funciones que corresponden al
poder legislativo electo por la soberanía popular.
No participar en las
elecciones fue una estrategia equivocada en las parlamentarias de 2005, cuando
la coalición gobernante del Gran Polo Patriótico (GPP) ganó la totalidad de las
curules de la Asamblea Nacional. La abstención dejó al parlamento bajo el
control del gobierno que aprovechó la coyuntura para extender su control hacia
el TSJ, Fiscalía General, Contraloría General, Defensoría del Pueblo y CNE.
La abstención electoral ha
demostrado su ineficacia para provocar los cambios políticos que la mayoría del
país aspira. La abstención como política inmoviliza las fuerzas de cambio y
favorece la permanencia del actual gobierno. Si se impone el sector de la
oposición que plantea la abstención –argumentando falta de garantías o que las
parlamentarias se convoquen antes de las presidenciales-, esto allanará el
camino para que el oficialismo, con un precario apoyo del 25 % de electorado,
logre controlar nuevamente la AN.
Según los datos del CNE, la
abstención en las elecciones municipales de 2017 trajo como consecuencia que el
PSUV/GPP ganara 306 alcaldías de un total de 335 en todo el país. Algunos
partidos opositores e independientes que participaron obtuvieron apenas 29
alcaldías. Lo mismo ocurrió con las elecciones de concejos municipales de 2018,
en las que el oficialismo ganó el 76% de los 2.459 cargos de concejales
municipales.
En las presidenciales del 20
de Mayo de 2018, a pesar de ser Nicolás Maduro el candidato con mayor rechazo,
la oposición no logró escoger un candidato unitario y optó por llamar a la
abstención, con la excusa de no prestarse a la comparsa electoral montada por
el régimen, ni convalidar unas elecciones “convocadas” por la ANC en una fecha
anticipada. Cualquiera puede revisar la página del CNE y verificar que a raíz
del “exhorto” de la ANC, el poder electoral procedió a convocar las elecciones
presidenciales en el año que correspondía.
El llamado a la abstención
de los principales partidos de la oposición puso a ganar al antipopular
candidato oficialista. Las candidaturas simbólicas de una oposición electoral
-que también se presentó dividida con las postulaciones de Henri Falcón, Javier
Bertucci y Reinaldo Quijada-, fueron demolidas por la poderosa matriz de
opinión impuesta por la oposición abstencionista que los declaró
colaboracionistas y cómplices del régimen. De haber participado con un
candidato unitario y una estrategia de movilización y defensa del voto, el
abrumador rechazo al candidato oficialista habría despejado el camino para un
contundente triunfo del candidato opositor, cualquiera que éste hubiese sido.
Si la oposición electoral
también se postula dividida, los partidos sin maquinaria que participan no
lograrán concentrar un porcentaje de aceptación significativo, cuestión que los
llevaría a perder ante los candidatos del gobierno que, en el mejor de los
casos, apenas lograrán un nivel de aceptación del 25 %. Sus pugnas internas y
sus divisiones pueden facilitar otro triunfo del oficialismo. Sobre todo si
compite con una oposición que no logra ponerse de acuerdo para postular
candidatos unitarios, se presenta dividida y opta por llamar a la abstención.
Las condiciones y garantías
electorales pueden deteriorarse aún más, el impacto de las sanciones pudiera
terminar de hundir la industria petrolera y al resto de la economía, la
emigración pudiera alcanzar los 8 millones de venezolanos y, aun así, Maduro
puede permanecer en el poder, sacando provecho a las divisiones del liderazgo
opositor que impiden que el enorme descontento nacional se traduzca en una
contundente victoria electoral.
25-10-19
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico