Antonio Ballaro 26 de octubre de 2019
@antoniodballaro
El reciente viaje del Papa Francisco en Georgia y Azerbaiyán
despierta la necesidad de una clarificación conceptual de no poca importancia.
En particular merece una mención específica la conferencia de prensa del vuelo
de regreso, en la que Bergoglio no sólo reiteró su pensamiento sobre las
colonizaciones ideológicas sino ha intentado de disipar la confusión que
normalmente impregna al tema. Unas verdaderas “ensaladas” son las que
solitamente se construyen y que después se aplican a los discursos del Papa,
por lo que hay la urgente necesidad de llamar a la razón unos argumentos y unas
razones que por un lado justifiquen y por el otro restrinjan los “miedos”
invocados.
1. Los estudios de género y las ideologías
El concepto de “teoría del gender” no es claro. Aunque
con ello se hace referencia a un conjunto de creencias por las que el sexo
sería rehén de una “construcción siguiente”, las dificultades de su uso
permanecen. De hecho la ausencia de escuelas o grupos que apoyarían a estas
creencias ideológicas no puede ser ignorada. Pero la debilidad del argumento no
implica su liquidación inmediata: las corrientes ideológicas son indirectos, es
decir, no revelan de manera clara e incontrovertible su naturaleza y sus fines.
Reflexionemos sobre una diferencia. Los estudios de género, distintos de
cualquiera ideología, siempre han conocido una diferencia sustancial entre lo
que biológicamente se nos da y cuánto culturalmente obtenemos
y mezclamos. Que el sexo de una persona se calcule por la biología, por tanto,
sigue siendo pura evidencia. Lo que hoy discutimos se refiere a la ineludible
caracterización cultural que afecta a la persona. En una palabra, el genero. El
sujeto humano es una realidad compleja. Nuestra tarea es la de profundizarla.
El problema real, que en cierto sentido se podría remontar a una “teoría”, es la
tentación de uniformar el pensamiento actual sobre la percepción errónea de que
toda la identidad humana se construye únicamente por medio de factores
culturales y sociales. Frente a ello, el Papa truena. Como señaló en un tweet el
padre Antonio Spadaro, Bergoglio «no tiene intención de atacar “teorías”», pero
se expresa «en contra de las “ideologías” de cada signo, que “colonizan”». Lo
que, en definitiva, cuenta para Francisco es la experiencia humana concreta,
amenazada por cualquiera ideología que, al igual que la “dictadura”, tendría
que imponer una visión dada de los hombres y las cosas.
2. El pensamiento de Francisco: el “gender” en Amoris
Laetitia
En la exhortación post-sinodal, el Papa no ha relegado
el asunto a la insignificancia. Por el contrario, en repetidas ocasiones ha
remachado que la rigidez no es la solución más adecuada. Se puso de esta
manera: «Tampoco se puede ignorar que en la configuración del propio modo de
ser, femenino o masculino, no confluyen sólo factores biológicos o genéticos, sino
múltiples elementos que tienen que ver con el temperamento, la historia
familiar, la cultura, las experiencias vividas, la formación recibida, las
influencias de amigos, familiares y personas admiradas, y otras circunstancias
concretas que exigen un esfuerzo de adaptación» (AL 286). En este aspecto, es
lícito admitir el mérito que toda la discusión sobre el género ha tenido. Es un
hecho evidente que las comparaciones que han animado a nuestros ambientes sobre
cuestiones tan delicadas e importantes, sin duda han dado lugar a una mayor
atención a las historias y experiencias personales de cada hombre y cada mujer,
llamados aún más en nuestro tiempo a una realización complicada y sin embargo
siempre necesaria. La eliminación de ciertos prejuicios, la superación de los
tabúes existentes y la consiguiente delicadeza reservada por las situaciones
humanas son aspectos que no pueden no ser considerados en su valencia ahora
indispensable por la sociedad civilizada y avanzada. El Papa, fiel a una
mentalidad jamás ambigua, es muy consciente de que la «rigidez» del pasado
«puede impedir el desarrollo de las capacidades de cada uno» y que «en algunos
lugares ciertas concepciones inadecuadas siguen condicionando la legítima
libertad y mutilando el auténtico desarrollo de la identidad concreta de los
hijos o de sus potencialidades» (ivi). El punto crucial se da por la
creciente conciencia de que los niveles de análisis son numerosos y no se
pueden reducir o silenciar. De ellos, por el contrario, sería bueno favorecer
los rasgos básicos para producir una trama compleja y eficaz, finalmente digna
de una realidad poliedrica y multiforme.
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