Si es verdad que para
entender la noción de Sociedad Civil, Gramsci es la mejor referencia, la cosa
es así: En el Estado, todos los que no somos gobernantes ni militares, somos la
Sociedad Civil.
Y si no es verdad que
Gramsci es la mejor la referencia, al menos entiendo que fue la que usó Luis
Miquilena para introducir el término en nuestra Constitución… aunque después no
supiera con qué se comía lo que él mismo cocinó y sirvió.
Pero el descarte anterior no
es todo. La Sociedad Civil que describe Gramsci es de intereses variopintos. En
ella conviven los Poderes Fácticos, los Partidos Políticos y los ciudadanos,
siempre que estén organizados.
Gramsci no hablaba de
individuos sino de grupos de ellos unidos en sus fines. Es que era teórico
marxista. Echándole una ojeada a lo que ha resultado, el plan de que cada uno
de nosotros –por separado– no tenga formas ni fuerza para hacer valer sus
reclamos, se cumplió a cabalidad con el texto constitucional. Aquello de plenas
garantías individuales quedó como un sueño republicano.
Dijo Gramsci que los Poderes
Fácticos son la Iglesia, los Empresarios y los Medios de Comunicación. Dijo que
eran tal cosa porque tenían poder de hecho: el de persuadir o coaccionar a las
personas para que se conduzcan según interesa a esos segmentos. Así que los
articuladores naturales de las reivindicaciones de la población, son los
Partidos Políticos.
Lo interesante es la
relación de mutua necesidad entre los Partidos Políticos y la población. Para
los Partidos Políticos, la población es imprescindible para llegar al poder y
también la necesita para mantenerse en el poder. El secreto es la paz social,
algo que dependerá de la población y que conseguirá, cuando sea Gobierno,
satisfaciendo algunos de los requerimientos gracias a los cuales llegaron al
poder.
Sobre los “ciudadanos
organizados” hay mucho de qué preocuparse. Parece una entidad de límites
indefinidos que suele estar dominada por oenegés con objetos variados, entre
los que se destacan los derechos humanos. Se caracterizan por hablar, con
frecuencia, “en nombre de la Sociedad Civil”, a pesar de ser una pequeñísima
porción de ella.
Así, arrogándose una
representación que no tienen, pretenden conminar a los Partidos Políticos (¡que
también son parte de la Sociedad Civil!). Cada vez que lo hacen me pregunto si
una auditoría determinaría si hablan “en nombre del Gobierno” o “en nombre de
los Poderes Fácticos”. De hecho, es sólo gracias a los Medios de Comunicación
que han logrado el prestigio sobre el que asientan sus exigencias.
El problema de la Sociedad
Civil es que somos tantos, con tan variadas aspiraciones, que nadie tiene
derecho a atribuirse su representación. El problema de la Sociedad Civil es que
no puede permitir que un solo grupo de interés se erija en su vocero.
El problema de las oenegés
es que, pretendiendo esa vocería, pidan despolitizar la “Emergencia Humanitaria
Compleja”, sabiendo que está definida por la FAO (organismo de la ONU) como una
crisis “fundamentalmente política”, por lo que su canalización y solución deben
tomar la misma vía.
Despolitizar las protestas
es pedirle al Gobierno usurpador que atienda asuntos puntuales pero no exigirle
que abandone el poder. Así, convocan a microprotestas penosamente
intrascendentes para reclamar este o aquel servicio básico, esta o aquella
carencia puntual, pero nunca protestan contra la forma de Gobierno ni su
legitimidad.
Con esa lógica, si la
dictadura les diera lo que piden, aplaudirían a la dictadura. Lástima que no
piensen en la democracia como si fuera un derecho humano. Lástima que no vean
que el hambre, la escasez de medicinas, los salarios misérrimos, la
hiperinflación, el irrespeto a la autonomía universitaria, la debacle del
sistema eléctrico, la falta de agua o de gasolina, no son el problema. El
problema es el Gobierno que los origina y sólo su término permitirá iniciar un
largo camino de retorno a la normalidad.
Alguno que ha tratado de
enmendar, para peor, no se refiere a despolitizar sino a “despartidizar” las
protestas. El problema de las oenegés que piden “despartidizar” las protestas
es la antipolítica pues, por la naturaleza política de la crisis, quienes están
obligados a gestionarla dentro de la Sociedad Civil, son los Partidos
Políticos.
Por eso se protesta
políticamente, como corresponde. Por eso la población une su reclamo a los
Partidos Políticos. Y por eso nadie que entienda cabalmente el problema
político puede pedir acuerdos parciales, pues cualquier acuerdo parcial implica
legitimar a un Gobierno denunciado como usurpador, derribando la columna sobre
la que se alzan nuestras demandas.
Finalmente, el verdadero
problema de la Sociedad Civil es decidir si protesta para pedirle
reivindicaciones al Gobierno opresor o si protesta contra el Gobierno opresor.
26-10-19
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