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sábado, 8 de junio de 2013

CARTA A HELIODORO QUINTERO

GUSTAVO AZOCAR ALCALA publicada el Viernes, junio 7, 2013

Sr Quintero:

Pensé que después del audio de Mario Silva y Aramis Palacios, mis oídos no iban a escuchar algo más patético. Oir al sinvergüenza, malhechor y corrupto conductor de La Hojilla, rindiéndole un informe al G2 cubano, en el cual echó al pajón a más de un revolucionario, me dio náuseas, pero escucharlo a usted, un par de semanas después, convertido en quinta columna del oficialismo, planificando junto a ese angelito de la caridad que llaman Wilmer Ruperti, la manera cómo se iban a fregar en media docena de dirigentes de la oposición, tiene el impacto de un vomitivo de efecto instantáneo.

Sr. Quintero: con esa grabación, usted ha hecho palidecer a los campeones de la talanquera, es decir, a Ojeda, Sánchez y compañía. Esos diputados se mudaron para la acera de enfrente por razones que muchos de nosotros suponemos, pero ninguno (hasta donde se sabe) nos ha dejado una prueba tan fidedigna como la que ha dejado usted para demostrar el grado de putrefacción en el que han caído algunos pseudo dirigentes políticos que se metieron en los partidos con el único objetivo de hacer dinero y más nada.

Le soy sincero: a mí particularmente me extrañó muchísimo que a usted no se le investigara desde el mismo momento en que el diputado Juan Carlos Caldera nos informara, en la rueda de prensa que ofreció a las pocas horas de haber sido difundido el vídeo en el cual aparece recibiendo dinero sucio del secretario privado de Ruperti, que quien lo había puesto en contacto con ese empresario había sido usted. En aquel momento, usted pasó agachado, por debajo de la mesa, se hizo el loco, como si el asunto no fuera con usted. Pero muchos de nosotros nos quedamos pensando seriamente en su participación en todo ese affaire.

Y fíjese: unas semanas después, los mismos que echaron al pajón a Caldera, ahora lo echan al pajón a usted. Porqué ¿quién cree usted que grabó esa conversación donde estás tú y Wilmer Ruperti? No hace falta ser muy inteligente para saber que fue la misma gente que grabó a Caldera recibiendo los reales. ¡Qué cosas tiene la vida! Los mismos personajes grabaron un vídeo y se fregaron en Caldera y luego grabaron un audio y lo fregaron a usted. Eso se llama matar dos diputados de un solo golpe. Y a los dos por haber recibido dinero de Ruperti.

Sr. Quintero: no faltará quien me reproche el hecho de que haya comenzado esta carta diciéndole a usted “señor”. Debo decirle, de entrada, que no me ha sido sencillo llamarlo de esa manera. Lo he hecho, simplemente por dos razones: una, para marcar la debida distancia con usted, y dos, porque las normas de buena conducta que me enseñaron en mi casa, me inculcaron que debo tratar a las personas sin ofenderlas, así que no se lo vaya a creer mucho.

Fíjese: usted y yo pertenecemos al mismo partido. Pero es evidente que entre usted y yo hay cien mil kilómetros de distancia. Yo ingresé a ese partido para trabajar por la gente, para ayudar a la gente, para construir soluciones y buscar salidas a la crisis política y social que vive mi país. Usted entró por otras razones: usted entró para hacer dinero, para aprovecharse de la buena fe de la gente, para buscar la manera de “enchufarse” en un buen cargo (usted dice en la grabación que aspira ser Ministro de Energía y Petróleo, Gobernador y hasta Presidente de la República) y hacerse rico junto a empresarios de dudosa reputación que no tienen principios.

A usted, señor Quintero, lo he visto una sola vez en mi vida. Fue en el terminal internacional del aeropuerto de Maiquetía. Yo iba a los EEUU a continuar mis estudios de Maestría, y usted iba no sé dónde, a lo mejor a alguna playa de República Dominicana con gastos pagados por Ruperti. Recuerdo que usted se me puso a la orden y me entregó su tarjeta de presentación y hasta me pidió que lo llamara para conversar. Quiso la diosa fortuna que yo tirara esa tarjeta a la cesta de la basura, porque me pareció verdaderamente increíble que usted me dijera que era “dirigente nacional” de mi partido, y que yo tuviera 6 años en esa organización y no lo hubiese visto ni una sola vez en mi vida.

Sr. Quintero, déjeme decirle esto: Usted es una vergüenza. No hay palabras para describir lo que usted ha hecho. Cualquier adjetivo que emplee, para tratar de definirlo, se va a quedar corto. No existe en el diccionario, una palabra medianamente decente que sirva para describirlo a usted, porque todas las que encuentro, son tan escatológicas que no puedo escribirlas en esta columna.

Me gustaría saber cómo hace usted para mirar en la cara a sus hijos, si es que los tiene, después de lo que ha hecho. Tronco e vaina le echó usted a esos muchachos. Ojalá no se le haya ocurrido ponerle a alguno de ellos el nombre suyo. Si lo hizo, hágale un gran favor: vaya a la prefectura y cámbieselo ya mismo. Ese muchacho no tiene la culpa de que usted sea su padre.


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