Trino Márquez Viernes, 10 Enero 2014
@trinomarquezc
Nicolás Maduro se ha consolidado en el
poder. Dentro del PSUV le ha ganado terreno a su archirrival, Diosdado Cabello,
quien ha tenido que meter el freno a sus ambiciones de poder con la esperanza
de que el actual mandatario no aspire a la reelección en 2018. Pareciera haber
un acuerdo entre ambos dirigentes que tranquiliza al presidente de la Asamblea
Nacional y lo mantiene en el redil, sin amotinarse: Maduro no iría a la
reelección. El Alto Mando está complacido: recibe cada vez más aumentos de
sueldos y prebendas y mayor poder. Además de Diosdado, Arias Cárdenas, Vielma
Mora y Rafael Ramírez, se han visto obligados a reconocer su autoridad. En el
frente interno, Maduro ha ido controlando la situación y ha logrado la
subordinación de los compañeros que lo consideraban el muchacho de mandados de
Hugo Chávez. No es en este plano donde se encuentran sus dificultades.
Los problemas están ubicados en el
lado de afuera, donde ha demostrado su enorme incapacidad para gobernar.
En el área económica se halla su mayor
debilidad. El “socialismo petrolero” se agotó. El crudo ya no alcanza para subvencionar
ni la revolución continental, ni la nacional. Evo Morales y Daniel Ortega
tomaron debida nota del declive de la bonanza petrolera que ayer los
financiaba. Raúl Castro ha visto el curso del declive y por eso se aferra a
Maduro para controlarlo y someterlo. Las divisas petroleras no son suficientes
para mantener el Estado tan ineficiente y corrupto levantado por los rojos.
Necesitan más dólares para preservar el esquema estatista, pero la fuente verde
llegó al límite de su producción y no puede generar más recursos. Maduro sabe
que la gasolina se regala. Que el inmenso subsidio, que cuesta miles de
millones de dólares, no puede mantenerse, sin embargo no sabe cómo decirle al
país que incrementará el precio del combustible.
El pueblo no entendería que se les
regalen más de cien mil barriles diarios de crudo a los hermanos Castro,
mientras se eleva el costo interno de la gasolina. La subida del combustible
supone presentarle a la nación un esquema creíble y coherente de disciplina
fiscal y control del gasto público. Los comunistas no tienen ni la menor idea
de cómo moverse dentro de un esquema como ese.
La inflación, la escasez y el
desabastecimiento es la tríada de males que Maduro ve con más mayor horror. El
criminal experimento de noviembre le dio resultados electorales. La rebaja
compulsiva de los electrodomésticos le permitió ganar la consulta del 8-D, pero
ni este ni el próximo año habrá comicios. Los anaqueles no se llenarán de
productos por los llamados piadosos o enfurecidos del gobierno. Para equilibrar
la demanda con la oferta de bienes y servicios hay que estimular la producción
y la productividad nacional. Es la única fórmula conocida por el género humano.
Maduro no quiere buscar la colaboración del sector privado. No desea dialogar y
llegar a acuerdos con los empresarios. Se empecina en mantener un rígido
mecanismo basado en las regulaciones y los controles. Se mantiene cautivo de
los sectores más atrasados y radicales del chavismo.
Todavía cree que Giordani, Samán y El
Troudi saben algo de economía y que la ortodoxia marxista puede salvarlo. Su
ceguera, asociada a la infinita ignorancia de ese trío demencial, ha arruinado
al país, y podría desatar verdaderas tormentas sociales. Basta que coincidan,
como señala Lenin, una severa crisis económica (condiciones objetivas) con una
clara conducción política (condiciones subjetivas) para que se produzca el
cambio que tanto aspira la mayoría.
La inseguridad personal es otro gran
problema. Enfrentar la delincuencia, arrinconarla y reducirla a su mínima
expresión implica girar la teoría y la praxis del régimen en 180 grados. Los
delincuentes han sido el brazo armado oficioso del régimen. Han sembrado
terror. Han alimentado los sueños de fuga de la clase media. Han socavado la
ciudadanía. Han hecho el trabajo sucio que los rojos no han querido ejecutar.
Este modelo se les ha revertido. El vil asesinato de la bella Mónica Spears y
su esposo han estremecido hasta lo más hondo el alma nacional. La furia
provocada por la violencia y la impunidad propiciadas por el Gobierno, podría
volverse contra Maduro hasta hacerlo tambalear. O tenemos una Patria realmente
segura, o la gente va a castigarlo.
Estos son apenas algunos de los
problemas que debe solucionar el heredero, todos legados por su “papá”.
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