Nora Bracho 18 de septiembre
de 2015
Venezuela es un país donde en los
últimos 16 años las elecciones son una constante para intentar justificar un
sistema democrático que, en su praxis, es verdaderamente un régimen autoritario
donde las libertades están prácticamente conculcadas porque todos los Poderes
Públicos Nacionales están dominados desde el Palacio de Miraflores, asiento del
Presidente de la República.
Sin embargo, las cosas han cambiado y
podrían dar un giro de 180 grados, a partir de enero 2016. Los comicios del 6
de diciembre, las votaciones para elegir una nueva Asamblea Nacional,
vislumbran que las fuerzas democráticas agrupadas en la Mesa de la Unidad, MUD,
tienen una magnífica oportunidad de derrotar contundentemente a los candidatos
oficialistas.
Pero, ¿cómo podemos entender la idea
de recuperar la democracia en medio de un país sometido a la tragedia de la
inseguridad, del más severo desabastecimiento de alimentos, medicinas y
repuestos; de la hiperinflación más perversa y de la constante corrupción de
los funcionarios públicos, de alto y medio rango entre otros graves problemas?
El Poder Legislativo, representado en
la Asamblea Nacional (AN), es uno de los Poderes Públicos nacionales clave en
el Estado venezolano porque constitucionalmente está facultado para supervisar
y controlar al Poder Ejecutivo, es decir, al gobierno nacional de Nicolás
Maduro y, además, sancionar leyes que se orienten en favor del ciudadano
venezolano.
La recuperación de la democracia pasa
por devolverle la autonomía al Poder Legislativo, a la AN, para que actúe
conforme a los parámetros constitucionales en vez de seguir dándole Leyes
Habilitantes y apoyando todas las pésimas políticas públicas del alto gobierno.
Una AN totalmente autónoma sirve para
comenzar con la transformación del país en todos sus órdenes desde ponerle coto
a Maduro y sus ministros, quienes podrán ser interpelados por las distintas
comisiones de la Asamblea y asistir obligatoriamente, porque de lo contrario
podrían recibir un voto de censura que significa su remoción inmediata del
cargo.
Desde los funcionarios de más alto
rango como el Presidente de la República, los Ministros hasta aquellos
funcionarios de menor jerarquía pero que manejan multimillonarios presupuestos,
serán fiscalizados y controlados por la AN para evitar que la corrupción
desangre las arcas del país en detrimento del pueblo.
En la MUD estamos proponiendo que una
vez seamos mayoría en la AN, aprobar aceleradamente leyes vitales para el país
como la Ley de Coordinación Policial, las leyes de Abastecimiento Pleno, de
Incremento de la Productividad y la Ley de Reversión Expropiatoria al Servicio
del Pueblo. Aprobaremos una ley de Amnistía que permita liberar a los presos y
perseguidos políticos como Leopoldo López y Manuel Rosales.
Convocaremos con carácter de urgencia
la Fiscalía, TSJ, Ministerio de Relaciones Interiores, Defensoría del Pueblo y
a una representación de los ciudadanos para la elaboración conjunta de un plan
especial de seguridad. Impulsaremos la Ley de Garantía Alimentaria y
promulgaremos acciones que nos lleven a rescatar la institucionalidad y
equilibrio en los poderes públicos.
En estas propuestas y otras, se
traduce el propósito de recuperar la democracia, una gran posibilidad de
alcanzar porque la cita histórica es el próximo 6 de diciembre, fecha cuando,
uno a uno, los votos de millones de venezolanos expresarán el firme deseo de
cambiar los destinos del país para, sencillamente, mejorar nuestras vidas.
Votar y ganar contundentemente la AN es una tarea crucial, necesaria y vital
para poder recuperar la libertad y la esperanza a fin de construir un nuevo
modelo de país.
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