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lunes, 7 de septiembre de 2015

Deportación masiva no es la forma, por @JuanLeopoldo



Por Juan Leopoldo Martínez, 06/09/2015

Según las estadísticas de Migración Colombia al menos mil 381 ciudadanos neogranadinos han sido deportados de Venezuela y la Organización de Naciones Unidas estima que al menos 10 mil personas naturales de la vecina nación han regresado a su país de origen por miedo a ser expulsados de forma abrupta como le ha sucedido a tantos de sus compatriotas.

El argumento del gobierno venezolano ha sido el tema del “contrabando de extracción” de productos nacionales, principalmente, a la vecina Cúcuta donde son vendidos a precios superiores al costo de adquirirlos en Venezuela, que obviamente supone una sustanciosa ganancia.

Pero desde la visión más superficial, las deportaciones masivas suponen el incumplimiento de varias garantías de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Cuando funcionarios venezolanos expulsan a un individuo por el simple hecho de ser colombiano, como ha sido denunciado en varias oportunidades, se infringe lo que establece el artículo 9 “nadie podrá ser arbitrariamente detenido, preso ni desterrado.”

Esos ciudadanos también denuncian la demolición de sus viviendas y enseres, claramente, en contra de los dispuesto en el artículo 17 que especifica “1. Toda persona tiene derecho a la propiedad, individual y colectivamente. 2. Nadie será privado arbitrariamente de su propiedad.”

Explicar cada derecho violado tomaría un ensayo. Pero el tema fundamental es que la búsqueda de solución a un problema no puede implicar la transgresión masiva de garantías de ciudadanos, que conforman una comunidad según el Instituto Nacional de Estadística de 721 mil 791 colombianos según el censo 2011.

Adicionalmente, en Venezuela no existe un programa de inmigración regular en donde se establezcan límites de origen de la persona, mínimo de educación o de inversión en el país para poder tener residencia, cuotas de ciudadanos anuales u otra serie de factores que son considerados en otros países de América.

Entonces, querer solucionar el problema sin importar los perjuicios que esto implica, no es la forma más apropiada de solventar algo. Para eso existe un sistema judicial formal que puede determinar culpables e imponer las sanciones que aplique. En ese sentido hay que colocarse en la posición del inmigrante y preguntarse ¿qué venezolano podría estar de acuerdo que a los criollos que viven en el exterior se les acuse masivamente de un problema nacional y sean expulsados de forma abrupta de ese lugar?

Tomado de: 


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